A MODO DE PRESENTACION

Ya esta. El sueño se cumplió. Dejare de escribir en las paredes, ahora tengo mi pagina propia. Soy un periodista de alma, que desde hace 40 años vive y se alimenta de noticias. Tenia 18 años cuando me recibieron en El Liberal de Santiago del Estero, el doctor Julio Cesar Castiglione, aquien le debo mucho de lo que soy me mando a estudiar dactilografia. Ahí estaba yo dando mis primeros pasos en periodismo al lado de grandes maestros como Noriega, Jimenez, Sayago. Gracias a El Liberal conocí el mundo. Viaje varias veces a Europa, Estados Unidos, la lejana Sudafrica y América del Sur, cubriendo las carreras del "Lole" Reutemann en la Formula 1. Después mi derrotero continuo en Capital Federal hasta recalar para siempre en Mar del Plata, donde nacieron tres de mis cinco hijos y conocí a Liliana, el gran amor de mi vida. Aquí fui Jefe de Redacción del diario El Atlántico y tuve el honor de trabajar junto a un enorme periodista, Oscar Gastiarena. De el aprendí mucho. Coqui sacaba noticias hasta de los edictos judiciales. Bueno a grandes rasgos ese soy yo. Que es Mileniomdq, una pagina en la web en donde encontraras de todo. Recuerdos, anedoctas, comentarios. Seré voz y oídos de mis amigos. Ante un hecho de injusticia muchas veces quisistes ser presidente para ir en persona al lugar y solucionar los temas. Eso tratare de ser yo. Una especie de justiciero ante las injusticias, valga el juego de palabra. No faltaran mis vivencias sobre mi pago, Visiten el lugar, estoy seguro que les gustara. Detrás de mis comentarios idiotas se esconde un gran ingenio.

lunes, 13 de agosto de 2012

EL COLA 'E GALLO FERREYRA




Changuito manos teñidas
carita triste morena
haciendo bombo el cajón
endulzas tus largas penas.
            En las pocas palabras de una estrofa, Marcelo Ferreyra describía al lustrín, como llamamos en Santiago del Estero a ese servidor de cualquier edad que, portando un cajoncito con los elementos de trabajo y un banquito, por las calles de la ciudad vocea “¡Lustro! ¡Se lustra”. Los vecinos entienden que se ofrece para dar brillo a los zapatos, sueltos o calzados en el ocasional cliente. Nacido en la Madre de Ciudades el 01 de Septiembre de 1.930 a pocas cuadras de la Plaza Libertad, “Cola ‘e Gallo” Ferreyra creció observando los distintos personajes de la comunidad santiagueña: el cochero, Mata Pollo, el bohemio guitarrero, el artesano... La chacarera Changuito Lustrador es cantada por todo el país desde hace décadas.
            Entre los lustrines de la Plaza Libertad hubo grandes folcloristas, como el genial loretano Fortunato Juárez, que siendo lustrincito se nutría de observaciones de la vida santiagueña en pleno centro. Otro santiagueño que logró fama internacional y fué lustrín en su infancia es Hugo Díaz. Comentaba Don Fortunato que Hugo Díaz, además de lustrar los zapatos, tocaba la armónica para el cliente, logrando así trabajar un poco más que los otros changuitos, cuyo servicio extra era solamente una amable conversación.
            En otras provincias, al prójimo que lustra zapatos lo denominan lustrabotas o simplemente lustrador. En la ciudad de Córdoba se instalan en esquinas o plazas, con un gran cajón que luce placas de nácar, estrellas metálicas y otros adornos; el banco del lustrador está tapizado con cuerina y para el cliente hay un asiento confortable. El precio triplica al que pagamos en el centro de Santiago. Cuentan que un santiagueño recién llegado, al saber la tarifa, había dicho: “entonces lustrame un solo zapato por ahora”. Por las provincias litoraleñas también están los lustrabotas en los lugares públicos de las ciudades. Hay poesías que los mencionan. En las provincias patagónicas no se ven lustrabotas. Es posible que tal servicio sea cumplido solamente por los zapateros, si los hay. En La Rioja, los changuitos lustradores están instalados en las plazas y se destaca entre ellos una niña de 12 años de edad, trabajando y jugando con su cajoncito. Si nos preocupa la existencia de lustrincitos y alguna niñita lustrando zapatos, miremos enderredor, a ver si encontramos personas de tierna edad mendigando. Deberíamos acudir, paso a paso, a solucionar las dolencias de nuestra sociedad, mas allá de lo pintorescos que resulten algunos personajes carentes y sufrientes.
            En las ciudades de Colombia, los lustrines son llamados “emboladores” o "bolicheros", están en las plazas y parques, visten un uniforme que los identifica, algunos con corbata. Mientras embolan los zapatos de los paseantes, muchos de ellos venden diarios, revistas y loterías. Hay emboladores que se ufanan de conversar de igual a igual con grandes personajes del quehacer nacional. En Bogotá hay un embolador poeta. Ya ha publicado obras poéticas, con apoyo oficial y participa de la feria del libro. Su “símbolo” son unas miniaturas de cajón de lustrar que fabrica artesanalmente y vende. También el concejal bogotano Luis Díaz lustró zapatos de sus coterráneos. Otro embolador conocido es Luis Eduardo Garzón, periodista que personificando a un lustrabotas se ganó el corazón de los colombianos. El buen embolador debe estar al día con la actualidad y él mismo es un reflejo de la realidad actualizada. La expresión “embolar” o “dar bola” a los zapatos se usa también en Méjico. En Honduras, se los ve en el Parque Central (la plaza del centro) y otros lugares públicos de las ciudades. En el bello país centroamericano, lustrar los zapatos se dice “chainear”, y la pomada para dar brillo se denomina “chinola”. Ambas palabras son tomadas del inglés shine (dar brillo). En las ciudades brasileñas, hace años andaban los “engraxates” (engrashates) por las calles, niños o adultos, igual a los de Santiago. Alrededor de 1.930, por las calles de una ciudad de Río Grande do Sul, engraxaba zapatos Leonel Brizola, humilde niño que con el tiempo llegaría a ser Intendente de Porto Alegre, dos veces Gobernador de Río Grande do Sul, dos veces en Río de Janeiro, Diputado provincial y nacional e incluso candidato a la presidencia de Brasil. La prohibición del trabajo infantil y el uso generalizado de zapatillas u ojotas han sacado a los engraxates de las calles. Ahora engraxan los zapatos los zapateros que los arreglan, y hay engraxates en locales especiales, elegantes, en las terminales de ómnibus.
            Chujchalu, patita al campo, huahuita humilde del pago... decía Marcelo Ferreyra describiendo y revalorizando al lustrincito, con el amor que puso siempre para nombrar al pago, su gente, su paisaje y sus historias. Leocadio Torres y Ricardo Santillán, en la chacarera Coplas al Cola Ferreyra decían:                                                   
Marcelo Ferreyra lleva
el alma rimando coplas
un cielo de chacareras
con un sol color de aloja.
                                                                                                Cristian Ramon Verduc

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