A MODO DE PRESENTACION

Ya esta. El sueño se cumplió. Dejare de escribir en las paredes, ahora tengo mi pagina propia. Soy un periodista de alma, que desde hace 40 años vive y se alimenta de noticias. Tenia 18 años cuando me recibieron en El Liberal de Santiago del Estero, el doctor Julio Cesar Castiglione, aquien le debo mucho de lo que soy me mando a estudiar dactilografia. Ahí estaba yo dando mis primeros pasos en periodismo al lado de grandes maestros como Noriega, Jimenez, Sayago. Gracias a El Liberal conocí el mundo. Viaje varias veces a Europa, Estados Unidos, la lejana Sudafrica y América del Sur, cubriendo las carreras del "Lole" Reutemann en la Formula 1. Después mi derrotero continuo en Capital Federal hasta recalar para siempre en Mar del Plata, donde nacieron tres de mis cinco hijos y conocí a Liliana, el gran amor de mi vida. Aquí fui Jefe de Redacción del diario El Atlántico y tuve el honor de trabajar junto a un enorme periodista, Oscar Gastiarena. De el aprendí mucho. Coqui sacaba noticias hasta de los edictos judiciales. Bueno a grandes rasgos ese soy yo. Que es Mileniomdq, una pagina en la web en donde encontraras de todo. Recuerdos, anedoctas, comentarios. Seré voz y oídos de mis amigos. Ante un hecho de injusticia muchas veces quisistes ser presidente para ir en persona al lugar y solucionar los temas. Eso tratare de ser yo. Una especie de justiciero ante las injusticias, valga el juego de palabra. No faltaran mis vivencias sobre mi pago, Visiten el lugar, estoy seguro que les gustara. Detrás de mis comentarios idiotas se esconde un gran ingenio.

sábado, 10 de agosto de 2013

EL DESVELO DE CRISTINA: SER PASADO


La tenacidad le nace de su profundo apego al poder. Es justamente lo que pone en juego Cristina Fernández, a cada rato, todo el tiempo. Algunos opositores confunden la cuenta regresiva de sus dos últimos años de mandato con un desalojo progresivo (o vaciamiento) del poder. Y no es así: la Presidenta, hasta ahora, compite por su poder actual y la gobernabilidad futura. No deja espacio sin ocupar. A 72 horas de las elecciones primarias, por ejemplo, tenía que estar sí o sí en Rosario y acompañar el dolor de las víctimas de la trágica explosión de gas. Supervisar la tarea de los rescatistas.
Lanzar líneas de créditos hipotecarios y préstamos para la restitución de muebles y pertenencias personales. Compartir el dolor con los heridos y acongojarse junto a los familiares de los desaparecidos que podrían estar bajo los escombros. Había llegado de Nueva York el miércoles 7 a las diez de la mañana y aterrizaba en Rosario a las dos de la tarde. Cristina jugó y arriesgó: tuvo que soportar los abucheos de un sector de vecinos indignados, pero también saludó con la mano en alto a otro grupo que la aplaudía alentado por militantes de La Cámpora. Estuvo en el sanatorio Parque y se encerró dos horas con el gobernador radical Antonio Bonfatti, la intendenta Mónica Fein y el secretario Sergio Berni para coordinar la asistencia. Firmó el decreto de duelo nacional y ordenó al gobernador Daniel Scioli y al senador Daniel Filmus cancelar las actividades proselitistas del Frente para la Victoria, incluido el cierre que tenía previsto en el teatro Coliseo.
Cristina volvió a ocupar el centro excluyente de la escena como la gran protagonista, la única. La que toma decisiones y está más cerca de la gente. ¿Qué fue? ¿La utilización de la tragedia como mensaje de campaña? ¿O la demostración solidaria, casi obligatoria, de un jefe de Estado con el dolor y con la ayuda de las víctimas (gesto que, sin embargo, mezquinó en el pasado ante dramas semejantes). Más allá de las interpretaciones, se impone ella, una mujer ambiciosa y tenaz a la que le quedan 28 meses para pensarse como ex presidenta. Y aceptar el crudo mandato constitucional de “ser pasado”. Es dura la realidad de los líderes fuertes. Sus triunfos, por grandes que sean o parezcan, terminan en eso, un adiós.
A PLAZO FIJO. Hace cuatro meses, el 3 de abril, la Presidenta también tiró un cable a tierra. Había descendido en helicóptero en su ciudad natal, Tolosa, en la provincia de Buenos Aires, en medio de la catástrofe provocada por la inundación. Esa vez había tenido que discutir ante otros vecinos doloridos y demandantes. Le tiró las responsabilidades por la cabeza al gobernador Scioli y a las autoridades bonaerenses y exceptuó a los organismos nacionales. Pero, paradójicamente, las imágenes de esa incursión presidencial formaron parte de los spots de campaña de Martín Insaurralde cuyo principal sponsor en la provincia es precisamente Scioli –antes “tibio” y especialista en “mirar para otro lado”–, que vive ahora un renovado idilio político con Cristina.

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