Cuando la vejez esta a la vista, la vida me regalo dos grandes y nuevos amigos. Roberto y Andrea Baghdassarian, un matrimonio increíble de origen armenio los conocimos con mi esposo en el hotel Las Orquideas de Puerto Iguazu en junio de este año. Fue amor a primera vista. El trato duro muy poco. Ellos recién llegaban y nosotros ya pegábamos la vuelta. Para el Día del Amigo nos visitaron en nuestra casa de Mar del Plata, ellos son de Capital Federal y tienen negocio de lencería por mayor. Un matrimonio de diez, con hijos de diez y como amigos de cien.
Roberto, un hombre muy culto es unos de mis principales lectores y critico, me comentaba sobre el mundial de tango, que por primera vez lo había ganado una pareja argentina. Si somos un país que nos movemos al ritmo del dos por cuatro- me decía Roberto- porque no es una materia obligatoria de enseñanza en los colegios al igual que el folclore. Así nuestros niños aprenderían a bailar el tango, a tocar algún instrumento, o darle a las zambas y chacareras. Y aquí entra otro viejo amigo, Juan Carlos Carabajal, que lleva la enseñanza del folclore por todo el país, hasta en las escuelas mas lejanas. Este hombre santiagueño, que tiene sus raíces en Quimili, si que hace patria. Juan Carlos y Roberto, uno bien santiagueño como el mistol, el otro armenio como el Pequeño Caucaso o la fosa del lago Sevan son puntos opuestos, y una misma inquietud, difundir lo nuestro. Que falta que hacen gente como ellos.
A MODO DE PRESENTACION
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