A MODO DE PRESENTACION

Ya esta. El sueño se cumplió. Dejare de escribir en las paredes, ahora tengo mi pagina propia. Soy un periodista de alma, que desde hace 40 años vive y se alimenta de noticias. Tenia 18 años cuando me recibieron en El Liberal de Santiago del Estero, el doctor Julio Cesar Castiglione, aquien le debo mucho de lo que soy me mando a estudiar dactilografia. Ahí estaba yo dando mis primeros pasos en periodismo al lado de grandes maestros como Noriega, Jimenez, Sayago. Gracias a El Liberal conocí el mundo. Viaje varias veces a Europa, Estados Unidos, la lejana Sudafrica y América del Sur, cubriendo las carreras del "Lole" Reutemann en la Formula 1. Después mi derrotero continuo en Capital Federal hasta recalar para siempre en Mar del Plata, donde nacieron tres de mis cinco hijos y conocí a Liliana, el gran amor de mi vida. Aquí fui Jefe de Redacción del diario El Atlántico y tuve el honor de trabajar junto a un enorme periodista, Oscar Gastiarena. De el aprendí mucho. Coqui sacaba noticias hasta de los edictos judiciales. Bueno a grandes rasgos ese soy yo. Que es Mileniomdq, una pagina en la web en donde encontraras de todo. Recuerdos, anedoctas, comentarios. Seré voz y oídos de mis amigos. Ante un hecho de injusticia muchas veces quisistes ser presidente para ir en persona al lugar y solucionar los temas. Eso tratare de ser yo. Una especie de justiciero ante las injusticias, valga el juego de palabra. No faltaran mis vivencias sobre mi pago, Visiten el lugar, estoy seguro que les gustara. Detrás de mis comentarios idiotas se esconde un gran ingenio.

lunes, 27 de febrero de 2012

ERNESTO PALAZZI: LA FUGAZ PROMESA

De izquierda a derecha, Paco Barrientos, Alfredo Tulli, Ernesto Palazzi, Benja
Arce, "Quebracho" Torres e "Inqui" Rios en el argentino de Misiones


                                                                 Por Roberto Vozza

Febrero de 1962. A orillas del Paraná, Santiago del Estero y Córdoba juegan una de las finales mas dramáticas en la historia de los campeonatos argentinos de básquetbol.
Cordoba va en ventaja por un simple. Faltan 10 segundos.
Hugo Olariaga, considerado el mejor jugador del certámen debe jugar en saque el balón para el equipo cordobés.
Expectante a la acción, está cerca un chiquilín debutante en Santiago del Estero quien resolverá, en lo insólito e inesperado del partido, la definición de la puja. Se llama Ernesto Palazzi. Tiene 18 años.
Carlos Rios “madruga” a Olariaga e intercepta su pase, cachetea la pelota, la toma Palazzi que se manda al tablero como una saeta y encesta. Santiago pasa a ganar ahora por la minima diferencia.
El estadio hierve… hay estupor y nerviosismo en Cordoba porque se le está yendo el campeonato. Tiene que reponer Hausberguer para los cordobeses, pero pisa línea y el saque cambia de bando. Recupera la pelota Santiago. Recibe el balón Rios y le cometen falta. Ejecuta dos lanzamientos. Convierte uno. Ya no queda tiempo. Los santiagueños contra todos los pronosticos  son los campeones después de 14 años en un argentino.
Santiago del Estero habia concurrido a Misiones con un plantel renovado, conformado por varios juveniles, después de la floja actuación anterior en Formosa donde primó la indisciplina, según se cuenta hoy.
“Paco” Barrientos se encargó de prepararlos sin contar con figuras clave y reconocidas como las de Gustavo Chazarreta y Jorge Saad. Confió en los noveles  Palazzi- que concurrió como suplente el año anterior- Luis Marquetti, Hugo Abutti, Guillermo Correa, José Butiler, José Flores y Luis “Quebracho” Torres para ponerlos a la par de los consagrados Alfredo Tulli, Benjamín Arce y Carlos Rios y los experimentados Aníbal Gimenez y “Bachicha” Martinez. Viajaron a Posadas sin crédito,  pero se trajeron el  campeonato.
Ernesto Palazzi será la revelación de Posadas. Hábil, veloz, de entradas penetrantes bajo el tablero rival con destino de gol, y además con una efectiva media distancia que en la noche de la final le hizo 34 puntos a los cordobeses. Y en los siete partidos del campeonato, donde Santiago solamente perdió ajustadamente contra Chaco, promedió casi los 23, para figurar entre los cinco mas efectivos goleadores.
A esas excelentes cualidades que lo erigían en promesa, se le sumaba la picardía del chico de club de barrio; del “pibe de potrero” como se dice en el argot futbolero.
Se formó en Gimnasia y Esgrima, club que ya no existe como tal, y cuyos tendidos hoy pertenecen a la Asociación de Veteranos de Básquetbol. No tuvo maestros. Solo era su intuición y seguramente la influencia del “espejo” de lo que hacían los mas experimentados para mostrarlo con condiciones de ser potencialmente un brillante basquetbolista.
Ese asentamiento está ubicado a pocas cuadras del centro. Pero en aquellos tiempos su espíritu se imbuía de un sentimiento profundamente barrial, a contracara de sus conspicuos y casi vecinos Estudiantes Unidos, Inti y Santiago BBC.
Ganarle a Gimnasia y Esgrima en su cancha era entonces un doble triunfo, por tratarse de un verdadero fortín de arraigado orgullo popular, tanto en jugadores como socios e hinchas.
Y allí estaban precisamente defendiendo “a muerte” la divisa, él junto con Hugo Abutti, Orlando Avila, Luis Marquetti, y el rudo y áspero juego del veterano Ricardo Ramendo.
Por esos tiempos también fulguraron allí los recordados mellizos Bruno y Arnaldo Ingratta que jugaban de memoria - se entendían sin mirarse - y se los llevó por eso el Santiago BBC.
Esa misma suerte habrá de correr en su vida basquetbolística Palazzi, cuando Arturo Luna, presidiendo el Inti Club, logró su concurso al entender que su pase, cumplidos los dos años reglamentarios de espera para militar en primera división, reforzaba la continuidad del éxito para la tradicional divisa auriazul al seguir conformado como un poderoso equipo.
Con otra escuela de básquetbol, entonces, sus potencialidades para ser un jugador de enorme futuro a nivel país, estaban aseguradas.
Volvamos a febrero del 62’. El titulo es ruidosamente festejado en Santiago con lo que se palpa el fervor por el básquetbol. La gente ha ganado sus calles. Los clubes de todos los rincones de la ciudad se suman al acontecimiento encendiendo sus luces con gente concentrada portando banderas; en los pueblos del interior la escena se repite. Se organizan manifestaciones para cuando se produzca el paso de los campeones al regreso por las rutas santiagueñas… todo es fiesta…
Pero esta historia tendrá un ultimo y triste capitulo; el del post campeonato y la brusca opacidad de esta estrella  cuando junto con Luis Marquetti fue inculpado del robo de un objeto en un comercio asunceño, lo que le valió a ambos una suspensión de por vida por resolverlo así la Confederación Argentina de Basquetbol.
Durante muchos años la dirigencia del básquetbol local bregó mediante ingentes gestiones en pos del  levantamiento de la dura sanción. El “indulto” llegó en 1969, pero aquella suspensión significó un estigma en la moral de los dos muchachos.
Volvieron a la selección para el campeonato argentino de ese año disputado en San Luis. Marquetti puso virtualmente allí el final  de su carrera. Palazzi cumplió una buena actuación, aunque denotando no tener ya el gran brillo mostrado en Misiones.
Lo hará después en los cuatro certámenes subsiguientes. Ya había dejado el Inti Club para enrolarse en Atlanta de la Capital Federal a la par de Benjamín Arce y Hugo Ríos, hermano del “Inqui”, que dejó un buen recuerdo como jugador en el club porteño por sus cualidades.
“Esa suspensión decididamente lo mató como basquetbolista. “A su hora fulgurante, Palazzi se había mostrado en Santiago como lo mejor que se vió en décadas de mitad de cancha hacia delante”, sostiene Fernando Areal,  jugador de esos tiempos. 
Tal opinión se refuerza con la de “ Paco “ Barrientos al recordar a los campeones de 1962 para señalar que de no haber mediado tan dura sanción, Santiago se proyectaba a ser firme candidato a la obtención de mas titulos argentinos en los años subsiguientes respaldado por el notorio surgimiento de otros nuevos valores.
Ernesto Palazzi podría ser parangonado acaso hoy, como el Miguel Cortijo de los años 60’. Su corto éxito amerita entonces en quedar para la historia como lo que fue: una gran pero fugaz promesa, tronchada lastimosa y estúpidamente.

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