A MODO DE PRESENTACION

Ya esta. El sueño se cumplió. Dejare de escribir en las paredes, ahora tengo mi pagina propia. Soy un periodista de alma, que desde hace 40 años vive y se alimenta de noticias. Tenia 18 años cuando me recibieron en El Liberal de Santiago del Estero, el doctor Julio Cesar Castiglione, aquien le debo mucho de lo que soy me mando a estudiar dactilografia. Ahí estaba yo dando mis primeros pasos en periodismo al lado de grandes maestros como Noriega, Jimenez, Sayago. Gracias a El Liberal conocí el mundo. Viaje varias veces a Europa, Estados Unidos, la lejana Sudafrica y América del Sur, cubriendo las carreras del "Lole" Reutemann en la Formula 1. Después mi derrotero continuo en Capital Federal hasta recalar para siempre en Mar del Plata, donde nacieron tres de mis cinco hijos y conocí a Liliana, el gran amor de mi vida. Aquí fui Jefe de Redacción del diario El Atlántico y tuve el honor de trabajar junto a un enorme periodista, Oscar Gastiarena. De el aprendí mucho. Coqui sacaba noticias hasta de los edictos judiciales. Bueno a grandes rasgos ese soy yo. Que es Mileniomdq, una pagina en la web en donde encontraras de todo. Recuerdos, anedoctas, comentarios. Seré voz y oídos de mis amigos. Ante un hecho de injusticia muchas veces quisistes ser presidente para ir en persona al lugar y solucionar los temas. Eso tratare de ser yo. Una especie de justiciero ante las injusticias, valga el juego de palabra. No faltaran mis vivencias sobre mi pago, Visiten el lugar, estoy seguro que les gustara. Detrás de mis comentarios idiotas se esconde un gran ingenio.

lunes, 6 de agosto de 2012

LA INFIDELIDAD Y LAS AVENTURAS EN LA WEB



La infidelidad pasó de ser algo no dicho (o sólo intuido) a visibilizarse. De hecho, cada vez hay más formas para involucrar a un tercero. Una de ellas está a un click de distancia y es un boom en nuestro país: páginas de citas para maridos y esposas infieles que, claro, aseguran discreción. Second Love es una opción. La versión local llegó en marzo y ya tiene 85 mil usuarios. Según una encuesta a los argentinos registrados, el 45% de los hombres argumentó que son infieles para probar “algo nuevo o excitante”. Las mujeres, en cambio, dijeron que engañan a sus esposos para salir de la rutina. Otro sitio es AshleyMadison.com. Cuenta con 75 mil argentinos inscriptos, de los cuales el 87% nunca se divorció y el 81% tuvo al menos un amante.
“Hombres y mujeres vivimos nuestra sexualidad de manera diferente. Ellos necesitan reafirmar su masculinidad y se ponen a prueba con distintas mujeres. Necesitan verificar que están ‘siempre listos’. Las mujeres, en cambio, dicen que establecen relaciones con un tercero porque se sienten miradas o a ese ‘otro’ le interesa lo que dicen. Más allá de las razones, una pareja que decide atravesar esa crisis de infidelidad sale enriquecida. Es doloroso, pero en ocasiones logra que una pareja se vuelva a elegir”, apunta Diana Resnicoff, psicóloga y sexóloga clínica.
Pero antes del posible reencuentro, el caos. La infidelidad puede ser pensada como la ruptura del acuerdo del “uno para el otro”. Para Patricia Alkolombre, psicoanalista y miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), ese quiebre significa una traición. “Hay dos caminos: capitalizar el fracaso o rendirse. El engaño con un tercero, es una encrucijada más de la vida en pareja. Y puede no ser el final de una relación sino el comienzo de un nuevo camino, el del conocimiento del otro y de sí mismo”, explica.
La infidelidad, es obvio, sucede. Sin embargo, quienes lo observan como el principio del fin de la monogamia, están, por lo pronto, errados. Darío Sztajnszrajber, filósofo, propone alejarse de la idea tradicional y reformular el significado del desengaño amoroso: “Si podemos desprendernos de la fórmula que relaciona el amor con la posesión, si no confundimos el matrimonio como un contrato jurídico, y repensamos al amor como un acto de donación, la noción de infidelidad cambia. La infidelidad es un signo de alerta, no la muerte de la monogamia. Se exploran nuevas formas vinculares a partir del agotamiento de la monogamia tal como la conocemos”.
¿Entonces qué es lo que atenta contra la monogamia? “El deseo –arrima Pedro Horvat, psicoanalista y miembro de APA– que circula todo el tiempo, sin distinguir género, y nos marca a las personas sexuadas”. Pero esto no significa que establezcamos vínculos con cada persona que nos seduce. “En el fondo, todos tenemos pretensiones de exclusividad, de querer ser el único para el otro. Por eso, cuando una pareja se rompe, cada uno busca el binomio. Y volvemos a entrar en conflicto con el deseo”, suma Horvat.
Una copa rota. En eso se convierte una pareja que decide seguir adelante con su relación a pesar de “los cuernos”. El cristal fracturado siempre estará ahí, habrá que convivir con él durante el reencuentro. Las estrías del vidrio están incluidas en el nuevo contrato amoroso. “Sólo es posible continuar si hay un acuerdo basado en el amor. Sostener la relación por los hijos o con culpa, no es resolver el conflicto. Debe abrirse un canal de diálogo, recuperar la intimidad y la vida sexual, darse tiempo para estar con el otro y poner en palabras los logros conseguidos”, aconseja Walter Ghedin, psiquiatra y sexólogo.
Visible o no, siempre hay un tercero. La fantasía –los ratones– es el combustible que mueve a las personas. Para Silvina Valente, vicepresidenta de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana (SASH), un tercero opera como motivador. “Es alguien que pone a prueba nuestra autoestima. Puede incentivarnos para reconquistar desde otro lugar a nuestra pareja. Ante una desilusión amorosa, si el otro asegura que nos ama tendremos que analizar lo positivo y lo negativo de la relación, y cómo se podría optimizar. Perdonar nos acerca a la felicidad y si hay amor, no hay razón para que un tercero nos separe”, indica Valente. Pensar qué es lo que no funcionó no es lo mismo que “echar culpas”. Como le dijo Montes a Ana, en esa serie de tevé, “es algo que le pasa a la pareja”. Recuerden: la copa rota. Con los pies en el plano real, cierra Valente: “La infidelidad no tiene que ser un fin sino un renacimiento”. ¿Valdrá la pena entonces poner el cuerpo en la rompiente?

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