El domingo se eligieron a los nuevos alcaldes y concejales de las más de 5.500 ciudades brasileñas. De esa manera, el pueblo ejerció su derecho soberano. Algo que nos recuerda que el poder siempre está en nuestras manos. Pero eso no es todo.
Las elecciones en Brasil se realizaron en medio de un contexto político y social que entusiasmó a los defensores de la democracia, porque en forma paralela se está efectuando el juzgamiento de políticos que han hecho un mal uso de sus facultades.
¿Y qué se debe hacer cuando nuestros servidores públicos utilizan nuestro dinero para sus propios beneficios? Tal vez Brasil, en estos momentos, nos esté dando la respuesta.
Mensalão. Así se llama el proceso de juzgamiento que incluye el desvío de fondos públicos para compra de votos por parte de políticos que responden al Partido de los Trabajadores (PT). Entre ellos a José Dirceu, ex ministro de la Casa Civil, que parecía perfilarse como el candidato natural para la presidencia de la República. El “mensalón” al mismo tiempo que apagó la carrera política de Dirceu, alumbró la figura de la actual Presidente de Brasil, Dilma Rousseff.
Este esquema de corrupción desatado en el 2005, envuelve el primer mandato del gobierno del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, porque se trata de un esquema clandestino de financiamiento político organizado por el PT para garantizar el apoyo al gobierno de Lula en el Congreso durante el 2003 y 2004, luego de la llegada de los petistas al poder, según afirmó la Procuraduría General de la República.
El nuevo héroe brasileño
Joaquim Barbosa tuvo una infancia humilde. Vivía en una pequeña casa de adobe con su padre, que era albañil, su madre y siete hermanos. Hoy es ministro del Supremo Tribunal Federal (STF), tribunal máximo de Brasil, y relator del proceso que coloca en el banquillo de los acusados a ministros y diputados de la cúpula del Partido de los Trabajadores.
La expectativa es que el juzgamiento, iniciado en agosto, termine este mes. Sin embargo, el obrar de Barbosa ya es motivo de orgullo para los brasileños. Cuando el domingo fue a votar, en la ciudad de Río, lo ovacionaron, le pidieron autógrafos e incluso aceptó sacarse fotos con sus admiradores cariocas.
“Colocar a los políticos corruptos tras las rejas”, eso es lo que exige el pueblo. No se trata de partidos versus partidos, son pocos los ciudadanos que esgrimen la bandera de un “partido” político en el esquema del mensalón. La mayoría esgrime una bandera “integral”, la de la democracia. En donde el pueblo le da legitimidad a sus gobernantes para que ellos hagan (bien) su trabajo y cumplan con su deber.
El carnaval más democrático
Una fábrica de máscaras aseguró que el rostro de Barbosa será un éxito durante el carnaval carioca, y ya están en pleno proceso de producción (a pesar de que aún falta ⅓ de año para la fiesta). Paradójicamente, se trata del ministro que está desenmascarando un esquema de corrupción que parecía quedar impune. Será justicia, Brasil.
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