No es una nota sobre la película de Disney (que me gusta mucho) ni esas cuestiones freudianas de una mujer viviendo con siete hombres y toda esa cosa del beso y el cristal... No, lo que pasa es que ayer escuche y hoy confirme que Blancanieves fue una princesa real, literalmente.
Durante el siglo XVI, Felipe II de España, aún siendo infante, tras quedar viudo de María de Portugal, y casado políticamente por orden de su padre, Carlos I (V de Alemania) recorría Europa buscando mujeres que satisfacieran su deseo que su actual mujer, 11 años mayor, no podía. En Alemania, se encontraba Margarethe Von Waldek, a quien Felipe decidio cortejar por ser de una gran belleza. Pero las intrigas de palacio impidieron que esta pasion pasara al altar: la envenenaron.
Esto es lo que señala el historiador Eckhard Sander. Y mas aun, los siete enanitos existieron realmente, aunque no de la forma que Disney nos enseño. Según este historiador, eran en realidad niños desnutridos y envejecidos por el trabajo en las minas de hierro de la familia Von Waldek. Los trajes que conocemos de los enanos eran las ropas verdaderas que usaban estos niños en su labor. Margarethe jugaba con ellos, de ahí que haya quedado asociada su imagen a estos niños mineros.
Pero aun no acaban las sorpresas. Añadamos que Blancanieves no fue el primer nombre literario de esta princesa. El “Pentamerote” contiene un cuento en el que una hermosa niña de siete años, llamada Lisa, cae sin sentido al clavarse un peine entre sus cabellos. Depositada en un sarcófago de cristal (como Blancanieves), Lisa sigue creciendo (como Blancanieves, que también cuenta siete años al ser abandonada) y se hace cada día más hermosa. Una pariente, envidiosa de la belleza de Lisa, jura acabar con ella (tal como la reina celosa decide matar a Blancanieves), y con este propósito abre el sarcófago. Pero al arrastrar a Lisa por los cabellos, se desprende la peineta y la bella muchacha vuelve a la vida.
Pero lo mas horroroso es la historia en sí. Como toda niña sabe, el cuento comienza así: "En un país muy lejano vivía una bella princesita llamada Blancanieves, que tenía una madrastra, la reina, muy vanidosa..." Así lo escribieron los Hermanos Grimm... o eso creíamos. La estancia de Jacob y Wilheim Grimm en la ciudad alemana de Kassel, a fin de recopilar cuentos de hadas a partir de la tradición oral, dio como resultado más de un matrimonio, pues mientras Wilheim se casaba con la joven que le había contado “Hansel y Gretel”, su hermana Lotte pasó a formar parte de la familia Hassenpflug, que había narrado a Grimm “Blancanieves y los siete enanitos”. Sin embargo, según el presidente de la Sociedad Europea de Cuentos, Heinrich Dickerhoff, la verdadera villana en la primera versión de Blancanieves era su madre biológica y no su madrastra, como precisó durante el congreso internacional que reunió a cerca de 400 filólogos, cuentistas e investigadores de este género en la ciudad alemana de Postdam. Según Dickerhoff, en la primera edición del cuento, titulado "La pequeña Blancanieves", y publicado en 1812, la madre de la heroína desea tener una niña "blanca como la nieve", su deseo se vuelve realidad, pero cuando su hijita se convierte en rival de su belleza y el espejo mágico declara que Blancanieves es mil veces más hermosa que la reina, los celos la consumen y ordena una espantosa muerte para su propia hija. Como para la sociedad europea de principios del siglo XIX la idea de una madre malvada y asesina no era aceptable, por lo que los Hermanos Grimm, que nos trajeron hasta nuestros días ese cuento, decidieron autocensurarse y "reconvertir" la figura de la mala de la historia. En la versión de 1857, la hermosa y bondadosa reina muere en el segundo párrafo después del nacimiento de Blancanieves y su padre se casa de nuevo, dando paso a la figura legendaria de la madrastra que todos conocemos.
Pero en esta version original no solo la madre mata a la hija, sino que lo hace de una manera digna de Lecter. La reina no sólo ordena la muerte de Blancanieves, sino que exige además que, como prueba, le presenten el coraron de la víctima. Disney recuperó este detalle del original, pero optó por prescindir de otro aún más horripilante. En el cuento alemán, la reina, creyendo que el corazón que le presenta el cazador es el de Blancanieves (en realidad pertenece a un jabalí) lo sala y llega a comérselo. Y en el cuento original la reina es obligada, al final, a calzarse unos zapatos de hierro al rojo vivo: presa de un espantoso frenesí, baila hasta morir.
Durante el siglo XVI, Felipe II de España, aún siendo infante, tras quedar viudo de María de Portugal, y casado políticamente por orden de su padre, Carlos I (V de Alemania) recorría Europa buscando mujeres que satisfacieran su deseo que su actual mujer, 11 años mayor, no podía. En Alemania, se encontraba Margarethe Von Waldek, a quien Felipe decidio cortejar por ser de una gran belleza. Pero las intrigas de palacio impidieron que esta pasion pasara al altar: la envenenaron.
Esto es lo que señala el historiador Eckhard Sander. Y mas aun, los siete enanitos existieron realmente, aunque no de la forma que Disney nos enseño. Según este historiador, eran en realidad niños desnutridos y envejecidos por el trabajo en las minas de hierro de la familia Von Waldek. Los trajes que conocemos de los enanos eran las ropas verdaderas que usaban estos niños en su labor. Margarethe jugaba con ellos, de ahí que haya quedado asociada su imagen a estos niños mineros.
Pero aun no acaban las sorpresas. Añadamos que Blancanieves no fue el primer nombre literario de esta princesa. El “Pentamerote” contiene un cuento en el que una hermosa niña de siete años, llamada Lisa, cae sin sentido al clavarse un peine entre sus cabellos. Depositada en un sarcófago de cristal (como Blancanieves), Lisa sigue creciendo (como Blancanieves, que también cuenta siete años al ser abandonada) y se hace cada día más hermosa. Una pariente, envidiosa de la belleza de Lisa, jura acabar con ella (tal como la reina celosa decide matar a Blancanieves), y con este propósito abre el sarcófago. Pero al arrastrar a Lisa por los cabellos, se desprende la peineta y la bella muchacha vuelve a la vida.
Pero lo mas horroroso es la historia en sí. Como toda niña sabe, el cuento comienza así: "En un país muy lejano vivía una bella princesita llamada Blancanieves, que tenía una madrastra, la reina, muy vanidosa..." Así lo escribieron los Hermanos Grimm... o eso creíamos. La estancia de Jacob y Wilheim Grimm en la ciudad alemana de Kassel, a fin de recopilar cuentos de hadas a partir de la tradición oral, dio como resultado más de un matrimonio, pues mientras Wilheim se casaba con la joven que le había contado “Hansel y Gretel”, su hermana Lotte pasó a formar parte de la familia Hassenpflug, que había narrado a Grimm “Blancanieves y los siete enanitos”. Sin embargo, según el presidente de la Sociedad Europea de Cuentos, Heinrich Dickerhoff, la verdadera villana en la primera versión de Blancanieves era su madre biológica y no su madrastra, como precisó durante el congreso internacional que reunió a cerca de 400 filólogos, cuentistas e investigadores de este género en la ciudad alemana de Postdam. Según Dickerhoff, en la primera edición del cuento, titulado "La pequeña Blancanieves", y publicado en 1812, la madre de la heroína desea tener una niña "blanca como la nieve", su deseo se vuelve realidad, pero cuando su hijita se convierte en rival de su belleza y el espejo mágico declara que Blancanieves es mil veces más hermosa que la reina, los celos la consumen y ordena una espantosa muerte para su propia hija. Como para la sociedad europea de principios del siglo XIX la idea de una madre malvada y asesina no era aceptable, por lo que los Hermanos Grimm, que nos trajeron hasta nuestros días ese cuento, decidieron autocensurarse y "reconvertir" la figura de la mala de la historia. En la versión de 1857, la hermosa y bondadosa reina muere en el segundo párrafo después del nacimiento de Blancanieves y su padre se casa de nuevo, dando paso a la figura legendaria de la madrastra que todos conocemos.
Pero en esta version original no solo la madre mata a la hija, sino que lo hace de una manera digna de Lecter. La reina no sólo ordena la muerte de Blancanieves, sino que exige además que, como prueba, le presenten el coraron de la víctima. Disney recuperó este detalle del original, pero optó por prescindir de otro aún más horripilante. En el cuento alemán, la reina, creyendo que el corazón que le presenta el cazador es el de Blancanieves (en realidad pertenece a un jabalí) lo sala y llega a comérselo. Y en el cuento original la reina es obligada, al final, a calzarse unos zapatos de hierro al rojo vivo: presa de un espantoso frenesí, baila hasta morir.
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