PARECERÁ INSOLITO PERO A ORCASITAS NO LO CONOZCO PERSONALMENTE... CUANDO TENIA ESA COLUMNA EN LA PAGINA "WEBASKETBALL" LE ESCRIBÍ PORQUE ME INTERESABA GUARDAR EN ARCHIVOS LAS BIOGRAFIAS DE LOS BASQUETBOLISTAS ARGENTINOS DE TODOS LOS TIEMPO ( NADA HABIA ENTONCES) Y EL ME TIRÓ EL DESAFÌO DE HACER ALGO SOBRE RAUL SANCHEZ. FUE ENTONCES MI PRIMERA ENTREGA. LO HICE CON UN POCO DE RESQUEMOR DE HACER UNA NOTA PARA QUIEN FUE SECRETARIO GENERAL DE REDACCIÓN DE "EL GRAFICO"... LA PUBLICÓ Y SE CONGRACIÒ CONMIGO... AHI SIGUIERON MAS PEDIDOS. ROBERTO VOZZA
Fotografía: Raúl Sánchez posa para "El Gráfico" con la Copa de campeón argentino de 1937.
La primera década de realización del Campeonato Argentino de Básquetbol, iniciado en 1928, marcó la tendencia de la historia en cuanto a los títulos logrados por los polos de desarrollo del incipiente deporte.
Arrancó con el dominio de Capital Federal con los primeros cuatro títulos, uno de ellos -el de 1929- bajo el nombre de "Provincia", ya que la entonces Federación Argentina, con control de la jurisdicción metropolitana, participó con dos equipos para posibilitar la competencia: el propiamente llamado "Capital" y el anotado como "Provincia", que nucleó a sus clubes afiliados de Avellaneda y La Plata.
De inmediato surgió el "grito del Interior" con el doblete consecutivo de Córdoba (1932 y 1933), Capital Federal sumó un lauro más y luego apareció otro grande con dos conquistas en seguidilla también: Santa Fe (1935 y 1936).
La décima edición del certamen, en 1937, que se estaba afirmando como "el más argentino de los campeonatos", siguió registrando hitos: llegó bien al Norte (San Salvador de Jujuy) y consagró a un campeón nuevo: Santiago del Estero.
Fue otra demostración de la diversidad geográfica que estaba ganando el básquetbol en la República Argentina y el primer mojón de la gran afición que tendría en la tierra de la chacarera.
Dos puntales sobresalieron en el campeón santiagueño: los hermanos Raúl Saturnino y Carlos Sanchez.
Asomaba un chango de 15 años que luego se convertiría en leyenda: Rafael Lledó. También el plantel contó con otros jugadores que fueron internacionales: Mario Jiménez, Luis Pavón y Franklin Paz.
La final ganada 15-14 a los santafesinos, que defendían el título, tiene el récord negativo de ser la de menos puntos convertidos entre las 69 ediciones ya efectuadas.
El 30 de marzo de 1956 la revista "El Gráfico" publicó una nota, sin firma, donde se exponía la permanente contribución de los provincianos para integrar nuestro equipo nacional. Se tituló "Hombres de adentro para ganar afuera" y comenzaba así:
"El aporte de los jugadores del Interior es intenso. No siempre juegan en los Seleccionados todos los que deberían, pero la historia del Campeonato Sudamericano dice claramente que en la época de construcción y afianzamiento del básquetbol argentino (1930 - 1943) los jugadores de provincias, con su calidad demostrada y ratificada, hicieron posible que el básquetbol argentino se convirtiera en la fuerza continental casi insuperable, junto con los uruguayos".
Entre los jugadores distinguidos de esa nómina están a la cabeza los hermanos Sánchez.
Raúl participó en cinco consecutivos: Valparaíso 1937 (tercero, 3-5), Lima 1938 (segundo, 3-1), Río de Janeiro 1939 (tercero, 2-2), Montevideo 1940 (segundo, 4-1) y Mendoza 1941 (campeón invicto, 5-0).
En total, Raúl disputó 26 partidos, con 17 triunfos y 9 derrotas.
Carlos, por su parte, también lo hizo en otros cinco. A los ya detallados de 1938, 1939 y 1941, hay que agregar los que siguieron: Santiago de Chile 1942 (campeón, 4-1) y Lima 1943 (campeón compartido, 6-2).
En consecuencia, Carlos fue protagonista de las Selecciones Nacionales que obtuvieron el glorioso triplete de campeón y en total los equipos que integró jugaron 26 encuentros, con 20 victorias y 6 derrotas.
Repárese en este dato para comprender mejor el valor de las presencias sudamericanas de los hermanos santiagueños: el récord absoluto de participaciones es con seis torneos y lo tienen Rafael Lledó, Ernesto Gehrmann, Fernando Prato, Adolfo Perazzo y Carlos Romano, sólo uno más que los Sánchez.
En enero de 1981 le pedí a don Casimiro González Trilla, santiagueño también, reconocida Biblia del básquetbol argentino, que me hablara de sus coterráneos en la cancha: "Si tuviera que elegir un equipo ideal de santiagueños -sin pensar en la altura, me dijo-, lo formaría con Rafael Lledó, Alfredo Tulli, Raúl Sánchez (un gran tirador desde lejos), Benjamín Arce y Gustavo Chazarreta (hijo)".
La elección, debe aclararse, fue hecha antes del esplendor de Miguel Cortijo.
El periodista Roberto Eduardo Vozza, amigo de investigar la historia de nuestro deporte en Santiago del Estero, tuvo la gentileza de colaborar en la elaboración de esta historia:
"Si el básquetbol desembarcó por estas tierras en 1920, los hermanos Sánchez fueron los primeros referentes que hicieron escuela en Santiago del Estero, los adelantados con renombre nacional. Raúl nació en 1912 y Carlos en 1914", me cuenta a manera de introito.
Y "Pupi" se explaya haciendo una reconstrucción formidable de lo que ocurría siete décadas atrás:
"Raúl, un 'back' completo y ordenado, debutó en el Campeonato Argentino en Rosario 1933, que fue el primero jugado oficialmente por los santiagueños y donde llegaron a los cuartos de final. A Raúl se lo consideró "la revelación del campeonato".
Carlos, que también podía ser back o jugar de pivote aprovechando su estatura (un 1,80 m. privilegiado para la época), arrancó en Salta 1935.
Juntos estuvieron en los Argentinos hasta 1943.
Fueron jugadores de toda la vida de Estudiantes Unidos, fundado en noviembre de 1930. Al fusionarse, ya en la época actual, con el Santiago B. B. C. y el Inti Club, pasó a ser la Asociación Atlética Quimsa, que hoy participa en el TNA.
Los Sánchez prolongaron sus carreras hasta cerca de la década del '50.
Raúl fue el crack, el estratega dentro de la cancha, y se desplazaba con un juego vistoso para ordenar y dirigir al equipo. Era muy buen marcador y un rebotero excepcional. Tenía gran capacidad de salto. Parecía que la pelota lo 'buscaba' a él.
Carlos, desde el centro, era su complemento justo.
Los hermanos Sánchez ejercieron dentro del básquetbol, en su período de apogeo, un fuerte liderazgo.
"Nunca vi una dupla igual", le apuntó Raúl Calvo, el crack santafesino, al periodista santiagueño José Enri Reynoso.
Si a la hora de jugar estaban a la cabeza, a la hora de las responsabilidades también eran los primeros. En cualquier momento del día se entrenaban para no perder la forma. "No entraban a la cancha sin afeitarse", anecdotizó Reynoso.
Eran hombres cultos. Pertenecían a la clase media y provenían de familias de caracterizados núcleos sociales, como lo fue aquella comunidad de Estudiantes Unidos, la llamada "crema" del básquetbol santiagueño. Su estadio estaba asentado en pleno centro de la ciudad.
Repárese en las inquietudes de Raúl: en 1936 viajó a Berlín, junto a Casimiro González Trilla, para presenciar los Juegos Olímpicos.
Fue director técnico y presidente de su Estudiantes Unidos".
Santiago del Estero tuvo una constelación de grandes a través de su historia: el Chafa Lledó, el Amo Tulli, Gustavito Chazarreta, el Benja Arce, Miguelito Cortijo... Sí. Pero siempre habrá que empezar por Raúl Sánchez, el que puso allí la semilla del gran básquetbol.
De La Columna de ORO
Arrancó con el dominio de Capital Federal con los primeros cuatro títulos, uno de ellos -el de 1929- bajo el nombre de "Provincia", ya que la entonces Federación Argentina, con control de la jurisdicción metropolitana, participó con dos equipos para posibilitar la competencia: el propiamente llamado "Capital" y el anotado como "Provincia", que nucleó a sus clubes afiliados de Avellaneda y La Plata.
De inmediato surgió el "grito del Interior" con el doblete consecutivo de Córdoba (1932 y 1933), Capital Federal sumó un lauro más y luego apareció otro grande con dos conquistas en seguidilla también: Santa Fe (1935 y 1936).
La décima edición del certamen, en 1937, que se estaba afirmando como "el más argentino de los campeonatos", siguió registrando hitos: llegó bien al Norte (San Salvador de Jujuy) y consagró a un campeón nuevo: Santiago del Estero.
Fue otra demostración de la diversidad geográfica que estaba ganando el básquetbol en la República Argentina y el primer mojón de la gran afición que tendría en la tierra de la chacarera.
Dos puntales sobresalieron en el campeón santiagueño: los hermanos Raúl Saturnino y Carlos Sanchez.
Asomaba un chango de 15 años que luego se convertiría en leyenda: Rafael Lledó. También el plantel contó con otros jugadores que fueron internacionales: Mario Jiménez, Luis Pavón y Franklin Paz.
La final ganada 15-14 a los santafesinos, que defendían el título, tiene el récord negativo de ser la de menos puntos convertidos entre las 69 ediciones ya efectuadas.
El 30 de marzo de 1956 la revista "El Gráfico" publicó una nota, sin firma, donde se exponía la permanente contribución de los provincianos para integrar nuestro equipo nacional. Se tituló "Hombres de adentro para ganar afuera" y comenzaba así:
"El aporte de los jugadores del Interior es intenso. No siempre juegan en los Seleccionados todos los que deberían, pero la historia del Campeonato Sudamericano dice claramente que en la época de construcción y afianzamiento del básquetbol argentino (1930 - 1943) los jugadores de provincias, con su calidad demostrada y ratificada, hicieron posible que el básquetbol argentino se convirtiera en la fuerza continental casi insuperable, junto con los uruguayos".
Entre los jugadores distinguidos de esa nómina están a la cabeza los hermanos Sánchez.
Raúl participó en cinco consecutivos: Valparaíso 1937 (tercero, 3-5), Lima 1938 (segundo, 3-1), Río de Janeiro 1939 (tercero, 2-2), Montevideo 1940 (segundo, 4-1) y Mendoza 1941 (campeón invicto, 5-0).
En total, Raúl disputó 26 partidos, con 17 triunfos y 9 derrotas.
Carlos, por su parte, también lo hizo en otros cinco. A los ya detallados de 1938, 1939 y 1941, hay que agregar los que siguieron: Santiago de Chile 1942 (campeón, 4-1) y Lima 1943 (campeón compartido, 6-2).
En consecuencia, Carlos fue protagonista de las Selecciones Nacionales que obtuvieron el glorioso triplete de campeón y en total los equipos que integró jugaron 26 encuentros, con 20 victorias y 6 derrotas.
Repárese en este dato para comprender mejor el valor de las presencias sudamericanas de los hermanos santiagueños: el récord absoluto de participaciones es con seis torneos y lo tienen Rafael Lledó, Ernesto Gehrmann, Fernando Prato, Adolfo Perazzo y Carlos Romano, sólo uno más que los Sánchez.
En enero de 1981 le pedí a don Casimiro González Trilla, santiagueño también, reconocida Biblia del básquetbol argentino, que me hablara de sus coterráneos en la cancha: "Si tuviera que elegir un equipo ideal de santiagueños -sin pensar en la altura, me dijo-, lo formaría con Rafael Lledó, Alfredo Tulli, Raúl Sánchez (un gran tirador desde lejos), Benjamín Arce y Gustavo Chazarreta (hijo)".
La elección, debe aclararse, fue hecha antes del esplendor de Miguel Cortijo.
El periodista Roberto Eduardo Vozza, amigo de investigar la historia de nuestro deporte en Santiago del Estero, tuvo la gentileza de colaborar en la elaboración de esta historia:
"Si el básquetbol desembarcó por estas tierras en 1920, los hermanos Sánchez fueron los primeros referentes que hicieron escuela en Santiago del Estero, los adelantados con renombre nacional. Raúl nació en 1912 y Carlos en 1914", me cuenta a manera de introito.
Y "Pupi" se explaya haciendo una reconstrucción formidable de lo que ocurría siete décadas atrás:
"Raúl, un 'back' completo y ordenado, debutó en el Campeonato Argentino en Rosario 1933, que fue el primero jugado oficialmente por los santiagueños y donde llegaron a los cuartos de final. A Raúl se lo consideró "la revelación del campeonato".
Carlos, que también podía ser back o jugar de pivote aprovechando su estatura (un 1,80 m. privilegiado para la época), arrancó en Salta 1935.
Juntos estuvieron en los Argentinos hasta 1943.
Fueron jugadores de toda la vida de Estudiantes Unidos, fundado en noviembre de 1930. Al fusionarse, ya en la época actual, con el Santiago B. B. C. y el Inti Club, pasó a ser la Asociación Atlética Quimsa, que hoy participa en el TNA.
Los Sánchez prolongaron sus carreras hasta cerca de la década del '50.
Raúl fue el crack, el estratega dentro de la cancha, y se desplazaba con un juego vistoso para ordenar y dirigir al equipo. Era muy buen marcador y un rebotero excepcional. Tenía gran capacidad de salto. Parecía que la pelota lo 'buscaba' a él.
Carlos, desde el centro, era su complemento justo.
Los hermanos Sánchez ejercieron dentro del básquetbol, en su período de apogeo, un fuerte liderazgo.
"Nunca vi una dupla igual", le apuntó Raúl Calvo, el crack santafesino, al periodista santiagueño José Enri Reynoso.
Si a la hora de jugar estaban a la cabeza, a la hora de las responsabilidades también eran los primeros. En cualquier momento del día se entrenaban para no perder la forma. "No entraban a la cancha sin afeitarse", anecdotizó Reynoso.
Eran hombres cultos. Pertenecían a la clase media y provenían de familias de caracterizados núcleos sociales, como lo fue aquella comunidad de Estudiantes Unidos, la llamada "crema" del básquetbol santiagueño. Su estadio estaba asentado en pleno centro de la ciudad.
Repárese en las inquietudes de Raúl: en 1936 viajó a Berlín, junto a Casimiro González Trilla, para presenciar los Juegos Olímpicos.
Fue director técnico y presidente de su Estudiantes Unidos".
Santiago del Estero tuvo una constelación de grandes a través de su historia: el Chafa Lledó, el Amo Tulli, Gustavito Chazarreta, el Benja Arce, Miguelito Cortijo... Sí. Pero siempre habrá que empezar por Raúl Sánchez, el que puso allí la semilla del gran básquetbol.
De La Columna de ORO
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