26.01.2013 | Por Silvia Maestrutti
Al Pacino dice que no cree que él sea uno de los actores más icónicos de su generación, pero que encuentra gratificante que la gente se lo diga. “Me gustaría pensar que soy un gran actor, el mejor de todos, cuando crezca capaz que me lo creo”, bromea. Está rodeado por una decena de medios internacionales, entre ellos Clarín, invitado a promover Tres tipos duros, película que ya está en cartelera y en la que interpreta a un maleante que acaba de salir de la cárcel después de 28 años y quiere ponerse al día. No le hace falta mucho más que llegar y ponerse a hablar para mostrar por qué es una leyenda.
Entra a la habitación del Hotel Four Seasons de muy buen talante, vestido de riguroso negro, con una campera larga de cuero de la que asoma un libro de cada bolsillo.
Otello de Shakespeare y La biografía de Edward G Robinson. Están desvencijados y un poco amarillentos, parecen salidos de la sección de ofertas de una librería de la calle Corrientes. “Amo, amo, amo leer”, asegura el actor antes de explicar que no la va con la tecnología, que aunque parezca mentira todavía no sabe cómo usar una laptop.
“Tengo a mi hija menor (Olivia Rose, 11) en casa con gripe. Antes de salir ya le avisé que me tiene que enseñar a usar el IPad”, comenta mientras debe interrumpir la charla a cada rato para mirar los mensajes de texto que le llegan anunciados por un sonoro beep. “Tengo a cargo a los mellizos esta semana y por eso tengo que estar muy atento al celular”, se disculpa. Minutos más tarde se asombrará de que el que llama, tan insistente e inoportunamente, sea un agente que quiere ofrecerle una película.
El 25 de abril cumplió 72 años y no tiene problemas en hacerse cargo de su edad o de los roles “otoñales” que le ofrecen, como el que encarna en Tres tipos duros, una tragicomedia que relata el reencuentro de tres amigos (Pacino, Christopher Walken y Alan Arkin) que supieron ser socios en el crimen y ahora, bastante veteranos, tienen 24 horas para saborear algo de la adrenalina perdida.
¿Está preparado mentalmente para encarnar estos roles maduros?
Yo no tengo edad (risas). Agradezco que me digan que estoy envejeciendo bien. A veces, cuando me miro en la pantalla, no siento de la misma manera. Miro a un hombre viejo. Es cierto que tener hijos chicos ayuda para mantenerse con un espíritu joven. Y también ayuda mucho el trabajo como motivación. Si todavía me entusiasmo con algo y quiero expresarlo me siento afortunado.
Otra vez en el rol de un gangster. ¿Cuán diferente es este Val de los otros que ha compuesto?
Creo que si se comparan Brasco, El Padrino, Scarface y Carlito’s Way, se ven cuatro personajes bien diferentes. Trato de no repetirme, pero es cierto que es algo en lo que el público quiere verme. He hecho muchas cosas diferentes, pero las más populares han sido en este género. Por eso lo pienso dos veces antes de aceptar. Pero esta película me gustó porque habla de la amistad, tiene humor, es un rol que no creo que haya interpretado antes, y trabajar con Christopher (Walken) y Alan (Arkin) es un verdadero deleite.
¿Le sienta bien la comedia a esta altura de su vida?
Si se mira mi carrera se puede observar que empecé como comediante y que por suerte cambié de rumbo rápidamente (risas). Siempre trato de poner un paso de comedia en mis roles, salvo en El Padrino. No sé que piensan ustedes, pero no me parece que Corleone sea un tipo divertido.
Después de haber bailado aquel icónico tango en “Perfume de mujer” (1992). ¿Existe la posibilidad de que vaya a la Argentina y baile ese tango en una milonga?
Lo más cercano a la verdad que puedo responder a eso es que aprendí muchas cosas por los personajes que interpreté en las películas, pero me olvidé de todo. O me estoy poniendo viejo o tengo un problema de memoria. Y eso me pasó con el tango dePerfume de mujer. Me costó una eternidad aprender a bailarlo e inmediatamente me olvidé cómo hacerlo. Me gustaría recordar algo, algún paso, lo mismo me pasa con los lenguajes que mis personajes han aprendido.
¿Se ve como Woody Allen, yendo a filmar a otros países?
Woody Allen es afortunado y muy talentoso por poder hacer las películas así. El tiene esa elasticidad porque puede hacerlo todo: las escribe, las dirige, las interpreta, las produce. Pero mi apetito pasa por actuar, no por hacer películas. El es un realizador y yo soy más un actor como el de la obra Seis personajes en busca de autor. Siempre estoy buscando un buen rol.
Acaba de hacer teatro en Broadway. ¿Va a repetir?
Terminé una obra de David Mamet en Nueva York y ahora quieren que la haga en Los Angeles. Y también quiero estrenar Salome, la obra en que dirigí a Jessica Chastain. Me gusta mucho el teatro. Y en los últimos años descubrí la TV, en marzo voy a estrenar una película en cable donde interpreto al productor Phil Spector. La escribió Mamet, va a ser muy controversial. Y no, la peluca de Phil no es el peor peinado que haya lucido. Mi cabello es mucho peor.
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