A MODO DE PRESENTACION

Ya esta. El sueño se cumplió. Dejare de escribir en las paredes, ahora tengo mi pagina propia. Soy un periodista de alma, que desde hace 40 años vive y se alimenta de noticias. Tenia 18 años cuando me recibieron en El Liberal de Santiago del Estero, el doctor Julio Cesar Castiglione, aquien le debo mucho de lo que soy me mando a estudiar dactilografia. Ahí estaba yo dando mis primeros pasos en periodismo al lado de grandes maestros como Noriega, Jimenez, Sayago. Gracias a El Liberal conocí el mundo. Viaje varias veces a Europa, Estados Unidos, la lejana Sudafrica y América del Sur, cubriendo las carreras del "Lole" Reutemann en la Formula 1. Después mi derrotero continuo en Capital Federal hasta recalar para siempre en Mar del Plata, donde nacieron tres de mis cinco hijos y conocí a Liliana, el gran amor de mi vida. Aquí fui Jefe de Redacción del diario El Atlántico y tuve el honor de trabajar junto a un enorme periodista, Oscar Gastiarena. De el aprendí mucho. Coqui sacaba noticias hasta de los edictos judiciales. Bueno a grandes rasgos ese soy yo. Que es Mileniomdq, una pagina en la web en donde encontraras de todo. Recuerdos, anedoctas, comentarios. Seré voz y oídos de mis amigos. Ante un hecho de injusticia muchas veces quisistes ser presidente para ir en persona al lugar y solucionar los temas. Eso tratare de ser yo. Una especie de justiciero ante las injusticias, valga el juego de palabra. No faltaran mis vivencias sobre mi pago, Visiten el lugar, estoy seguro que les gustara. Detrás de mis comentarios idiotas se esconde un gran ingenio.

sábado, 23 de marzo de 2013

LOS ANALFABETOS FUNCIONALES


:
ABREVIAR NO ES AMPUTAR


Por LUCHO MARTINEZ TECCO

Comienzo esta reflexión con un excelente texto del Dr. Enrique Orschanski, publicado en el diario “La Voz del Interior” de Córdoba que expresa:
“Avanza marzo y la pereza en los movimientos de los escolares es evidente. De modo imperceptible, el vértigo del viejo año se unió al del nuevo, para hacernos sentir que no hubo pausa, que las energías no se han renovado.
Con caras legañosas, los chicos llenan las aulas, mientras los maestros proponen nuevos contenidos. Como música de fondo resuenan las primeras toses y estornudos. Van apenas cuatro semanas de clases y ya abundan las ausencias por enfermedad estacional. De esa manera no es sencillo cumplir con lo programado o alcanzar metas pedagógicas, o reducir el analfabetismo. Según Unicef (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia), Argentina es uno de los países más alfabetizados de la región, tomando la definición clásica de los que saben leer y escribir. Aun cuando sobran ejemplos de analfabetos que interpretan la realidad sin necesitar la palabra escrita y así tienen una vida productiva, ellos viven dentro de la burbuja silenciosa del iletrismo. No leen ni escriben porque nunca accedieron al sistema educativo. Con lógica simple, bastaría con incorporar a los chicos a la escuela para evitar ese injusto aislamiento, para que puedan crecer y vincularse en este mundo lleno de palabras. Pero esto puede ser un silogismo engañoso si nos limitamos a la definición lingüística y no profundizamos en otros niveles de analfabetismo funcional a que los escolares quedan expuestos.
Un segundo nivel lo conforman aquellos que, sabiendo leer y escribir, no logran comprender el significado del lenguaje. Conocen las formas pero son incapaces de asimilar e interpretar su sentido, y con ello se transforman en repetidores de frases, vacías para el aprendizaje. “Leo y leo, y no entiendo”, repiten.
Un tercer nivel de analfabetismo es consecuencia del anterior: pudiendo leer, escribir e incluso comprender un texto, el alumno no logra reproducirlo. Hay incapacidad para enunciar conceptos de modo de hacerlos comprensibles a otras personas, y cuando la transmisión de ideas no se produce se pierde la posibilidad de enriquecerlas. Esto se observa en las evaluaciones, orales o escritas, en las que los chicos no pueden demostrar sus conocimientos porque no saben expresarlos. “Lo sé, pero no lo puedo explicar”, afirman.
Un cuarto nivel de analfabetismo se plantea cuando hay dificultad o imposibilidad de generar ideas a partir de lo adquirido con la lectura y escritura. Ocurre en personas que leen y escriben, que entienden y reproducen ideas haciéndolas comprensibles a otros, pero no logran relacionar diferentes conceptos para la construcción de ideas propias. En este nivel encontramos a muchos niños y adolescentes que transitan su escuela repitiendo frases y conceptos a los que no aportan creación ni singularidad. Tal analfabetismo funcional se transforma en territorio fértil para las ideas absolutas, prejuicios y dogmas que terminan construyendo un pensamiento uniforme y una peligrosa permeabilidad a la influencia de los “formadores de opinión”.
Mientras tanto, los niños son alfabetizados por la tecnología, que los vuelve expertos digitales desde la cuna. Adquieren capacidades con las que resuelven su vida cotidiana y, como superan en habilidad a sus mayores, los vuelve a su vez los analfabetos del siglo 21.
Unicef dice que hay apenas 650 mil personas analfabetas en Argentina, pero ¿qué criterio deberíamos usar para definirlos? ¿Cómo se cuentan los analfabetos funcionales?
Los docentes podrán mejorar la comprensión de textos y también el modo de evaluar, pero esta sociedad no puede permitirse seguir formando ciudadanos sin opinión, originalidad, una pizca de ingenio y otra de autoría”.
ABREVIEMOS
“Una abreviatura es la representación escrita de una o varias palabras mediante una o varias de sus letras, a fin de que la palabra o las palabras en cuestión resulten más cortas en el texto. Se crean eliminando algunas de las letras o sílabas finales o centrales y, según la Real Academia Española (RAE), siempre se cierran con un punto (aunque hay algunos ejemplos aceptados por la propia RAE, como la abreviatura convencional de "c/c" que no siguen esta norma).
Cualquier escritor puede crear una abreviatura para su uso particular. No obstante muchas abreviaturas tienen una forma convencional de uso general. Debido a esta facultad del escritor, suele ser una norma de estilo que las abreviaturas particulares o las de uso específico sean recogidas en un glosario al principio o el final de la obra”.
LAS AMPUTACIONES EN EL LENGUAJE 
Cualesquiera que lea los “mensajitos” con que se comunican los adolescentes (y no tanto) por los teléfonos celulares, y los textos de los jóvenes y aun niños en sus “facebook!” , cuadernos de apuntes e incluso de uso escolar, se encontrara con un nuevo lenguaje, una forma de expresión escrita – que también ha devenido verbal- donde las palabras son amputadas sin misericordia, sin prestarles la menor caso a las normas –que comentamos arriba- y que hasta los docentes han la comenzado a aceptar, cuando debiera ser su obligación como tales, de enseñar el uso correcto del lenguaje verbal y escrito a sus educandos.
Carlos Warnes, genial escritor y periodista, popularizo el seudónimo de “Cesar Bruto” hace ya más de 80 años, (década del 30´) y se mofaba de los errores ortográficos cuando escribía, por ejemplo: 
«BUSCO SOSIO para istalar una gran fábrica de horcaS, lo cual aparte de dejar un lindo rendimiento proporsiona trabajo al gremio de verdugoS que abtualmente pasa por un momento muy feo. Con un capital de miL $$$$$, por egenplo, podemos ganar tres miL por mes, así que poniendo el doble ganaremo el doble, y poniendo un millón se venimos ricos enseguida”
En mí ya muy lejana niñez, recuerdo que mi madre, maestra rural, para enseñarnos las normas y signos de puntuación, por ejemplo, nos hacia escribir y comprender los diferentes significados de una frase, tan solo por cambio en el uso de una “coma”, con este ejemplo: “El maestro dijo, Sarmiento es un burro”, a diferencia de: “El maestro, dijo Sarmiento, es un burro”.
Como docente universitario y también en la vida diaria, no dejo de sorprenderme cuando leo o escucho – también en el lenguaje hablado- que las humoradas de Warnes como “Cesar Bruto” son una práctica habitual y hasta aceptada por la sociedad en su conjunto.
Entre la que me incluyo, ya que habitualmente termino nos reflexiones y escritos , cuando digo “Que le vas a hacer”, expresando un “quelevachache”.
Y, sí. Quelevachache. 

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