A MODO DE PRESENTACION

Ya esta. El sueño se cumplió. Dejare de escribir en las paredes, ahora tengo mi pagina propia. Soy un periodista de alma, que desde hace 40 años vive y se alimenta de noticias. Tenia 18 años cuando me recibieron en El Liberal de Santiago del Estero, el doctor Julio Cesar Castiglione, aquien le debo mucho de lo que soy me mando a estudiar dactilografia. Ahí estaba yo dando mis primeros pasos en periodismo al lado de grandes maestros como Noriega, Jimenez, Sayago. Gracias a El Liberal conocí el mundo. Viaje varias veces a Europa, Estados Unidos, la lejana Sudafrica y América del Sur, cubriendo las carreras del "Lole" Reutemann en la Formula 1. Después mi derrotero continuo en Capital Federal hasta recalar para siempre en Mar del Plata, donde nacieron tres de mis cinco hijos y conocí a Liliana, el gran amor de mi vida. Aquí fui Jefe de Redacción del diario El Atlántico y tuve el honor de trabajar junto a un enorme periodista, Oscar Gastiarena. De el aprendí mucho. Coqui sacaba noticias hasta de los edictos judiciales. Bueno a grandes rasgos ese soy yo. Que es Mileniomdq, una pagina en la web en donde encontraras de todo. Recuerdos, anedoctas, comentarios. Seré voz y oídos de mis amigos. Ante un hecho de injusticia muchas veces quisistes ser presidente para ir en persona al lugar y solucionar los temas. Eso tratare de ser yo. Una especie de justiciero ante las injusticias, valga el juego de palabra. No faltaran mis vivencias sobre mi pago, Visiten el lugar, estoy seguro que les gustara. Detrás de mis comentarios idiotas se esconde un gran ingenio.

domingo, 1 de septiembre de 2013

ILLIA Y UNA HISTORIA DIGNA DE CONOCER

Publicado por mi amigo Etino Farias

¡Se acuerdan de Arturo Illia? En 1966, apretado por media docena de tanques de fabricación alemana y un general bajito que se arreglaba el pelo mirándose en la hoja de su propio sable, abandonó la Casa Rosada. No bien atraviese el umbral, pensó, habré de haber dejado de ser el presidente de los argentinos. Tres, dos , uno , cero. Podía seguir discutiendo con el general pero prefirió fumar en silencio. El presidente depuesto fumaba Chesterfield sin filtro.
La historia lo había abandonado, pero aún le quedaba por hacer lo más importante. Le ofrecieron un jeep para que se alejara con todos los honores. Pero como ya sólo era el presidente de sí mismo, levantó la manga de su traje arrugado y llamó un taxi. Buenos Aires comenzaba a entregarse a su niebla sucia y a sus ruidos cotidianos. El taxista se llamaba Almada y tenía la radio puesta en Rivadavia. La destitución era un hecho. Illia le pidió a Almada que se detuviera en Palermo, junto al lago. Illia usaba zapatos Gomycuer. Los zapatos Gomycuer estaban equipados con una revolucionaria suela de caucho que te permitía pisar los charcos sin mojarte. Illia bajó del coche, se acercó al lago y, en lugar de detenerse, continuó caminando. Así lo contó Almada. “Si me hundo” pensó Illia, que en su vida nunca había usado un short, “me ahogo. Si no me hundo sabré que he sido un gobernante justo”. Ni siquiera apuró el paso para abreviar, sino que caminó como lo hacía siempre, con la mano derecha en el bolsillo del pantalón donde guardaba los fósforos. Cuando llegó a la otra orilla los fósforos permanecían secos. El juicio a sí mismo había terminado y él ya conocía el fallo.
Almada lo vio todo. Un hombre no necesita más de diez minutos frente al espejo para saber que es inocente. ¡Qué inmenso poderío tienen los gestos! La libertad, obviamente, poco tiene que ver con la justicia. ¡Oh! ¿Aman tanto esta historia como yo la amo?

Daniel Salzano

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