A MODO DE PRESENTACION

Ya esta. El sueño se cumplió. Dejare de escribir en las paredes, ahora tengo mi pagina propia. Soy un periodista de alma, que desde hace 40 años vive y se alimenta de noticias. Tenia 18 años cuando me recibieron en El Liberal de Santiago del Estero, el doctor Julio Cesar Castiglione, aquien le debo mucho de lo que soy me mando a estudiar dactilografia. Ahí estaba yo dando mis primeros pasos en periodismo al lado de grandes maestros como Noriega, Jimenez, Sayago. Gracias a El Liberal conocí el mundo. Viaje varias veces a Europa, Estados Unidos, la lejana Sudafrica y América del Sur, cubriendo las carreras del "Lole" Reutemann en la Formula 1. Después mi derrotero continuo en Capital Federal hasta recalar para siempre en Mar del Plata, donde nacieron tres de mis cinco hijos y conocí a Liliana, el gran amor de mi vida. Aquí fui Jefe de Redacción del diario El Atlántico y tuve el honor de trabajar junto a un enorme periodista, Oscar Gastiarena. De el aprendí mucho. Coqui sacaba noticias hasta de los edictos judiciales. Bueno a grandes rasgos ese soy yo. Que es Mileniomdq, una pagina en la web en donde encontraras de todo. Recuerdos, anedoctas, comentarios. Seré voz y oídos de mis amigos. Ante un hecho de injusticia muchas veces quisistes ser presidente para ir en persona al lugar y solucionar los temas. Eso tratare de ser yo. Una especie de justiciero ante las injusticias, valga el juego de palabra. No faltaran mis vivencias sobre mi pago, Visiten el lugar, estoy seguro que les gustara. Detrás de mis comentarios idiotas se esconde un gran ingenio.

martes, 12 de noviembre de 2013

HACE 50 AÑOS NOS DEJABA EL "MONO" GATICA

GATICA Y PERON, DOS POTENCIAS SE SALUDAN

Por Horacio Pagani
Estaba con todas las señales de lo irremontable, José María Gatica, el mismo Gatica que había sacudido el corazón y la pasión de tanta gente que lo hizo ídolo. Trastabilló al subir al colectivo de la línea 95 y una rueda lo pasó por encima. Regresaba de su ocupación última y desesperada, vender muñequitos en Independiente, una mercadería entre tierna y pobre que quedó desaparramada, con él, sobre las piedras de la calle Herrera, de Avellaneda.
Pasó mucho rato sufriendo en esa calle. “Ayudame hermano, no me dejes solo”, murmuraba a la espera de una ambulancia que no llegaba. Lo único que llegó fue el final: murió en el hospital Rawson unos días después, el 12 de noviembre de 1963 con, apenas, 38 años,hace justo medio siglo. Y recién entonces resurgió el nombre de Gatica, insoslayable para el boxeo argentino: jamás fue campeón, pero cautivó multitudes por guapo y por osado, por agresivo en el ring y por su comportamiento fuera de él. Al revés, lo despreciaron minorías: lo señalaban como un Mono provocador, que les devolvía la segregación social que había sufrido.
A los 7 años, había llegado a la ciudad grande desde su San Luis. Diez cumpleaños tenía cuando les sacaba brillo a los zapatos ajenos en Constitución y les encendía luz a sus ojos verdes y chiquitos que trataban de mirar un futuro con revancha. Lo detectó Lazaro Koci, un peluquero que lo llevó a la Misión Inglesa de Paseo Colón, un lugar para boxear. Y él se atrevió, sin quejas, ante gigantes que pesaban el doble. Los 20 pesos de la paga justificaban todo.
Noqueó en un asalto a Leopoldo Mayorano cuando debutó en el Luna Park el 7 de junio de 1945. Y rápido mutó en ídolo. La popular lo reverenciaba, el ring side lo rechazaba. Hizo la parábola de tantos: recaudó mucho, despilfarró un montón, ayudó siempre transformado en un Robin Hood de los arrabales.
En el centro de su biografía están Alfredo Prada, su rival más clásico, y Ike Williams, el campeón mundial que lo tumbó en cuanto el Mono le ofreció la cara. A Perón se animó a anunciarle “dos potencias se saludan”. Luego, la decadencia. Con lástima y sin plata hasta el regreso obligado a la villa. Era Gatica, el ídolo que se había quedado sin ganas de vivir, sin ganas de nada.

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