A MODO DE PRESENTACION

Ya esta. El sueño se cumplió. Dejare de escribir en las paredes, ahora tengo mi pagina propia. Soy un periodista de alma, que desde hace 40 años vive y se alimenta de noticias. Tenia 18 años cuando me recibieron en El Liberal de Santiago del Estero, el doctor Julio Cesar Castiglione, aquien le debo mucho de lo que soy me mando a estudiar dactilografia. Ahí estaba yo dando mis primeros pasos en periodismo al lado de grandes maestros como Noriega, Jimenez, Sayago. Gracias a El Liberal conocí el mundo. Viaje varias veces a Europa, Estados Unidos, la lejana Sudafrica y América del Sur, cubriendo las carreras del "Lole" Reutemann en la Formula 1. Después mi derrotero continuo en Capital Federal hasta recalar para siempre en Mar del Plata, donde nacieron tres de mis cinco hijos y conocí a Liliana, el gran amor de mi vida. Aquí fui Jefe de Redacción del diario El Atlántico y tuve el honor de trabajar junto a un enorme periodista, Oscar Gastiarena. De el aprendí mucho. Coqui sacaba noticias hasta de los edictos judiciales. Bueno a grandes rasgos ese soy yo. Que es Mileniomdq, una pagina en la web en donde encontraras de todo. Recuerdos, anedoctas, comentarios. Seré voz y oídos de mis amigos. Ante un hecho de injusticia muchas veces quisistes ser presidente para ir en persona al lugar y solucionar los temas. Eso tratare de ser yo. Una especie de justiciero ante las injusticias, valga el juego de palabra. No faltaran mis vivencias sobre mi pago, Visiten el lugar, estoy seguro que les gustara. Detrás de mis comentarios idiotas se esconde un gran ingenio.

sábado, 27 de septiembre de 2014

TIENE 106 Y 300 NIETOS DEL CORAZON

  • Ernesto Azarkevich
Otalia Rodríguez tiene sólo dos hijos pero más de 300 nietos del corazón que hoy son hombres y mujeres, pero en su momento fueron frágiles bebés que llegaron al mundo mediante sus hábiles manos. “Doña Lita”, que ejerció durante más de 30 años el oficio de partera, festejó ayer 106 años junto a su familia y ante Clarín dejó brotar los recuerdos.
Ayer al mediodía hubo lechón asado y torta para festejar. Un enorme charco y el pastoso y rojizo barro que dejó la lluvia de los últimos días en la calle de acceso a su casa, en Villa Stemberg, Oberá, no fueron impedimentos para que mucha gente pasara a saludarla. Y ayer recibió un regalo especial: el Gobierno le entregó las llaves de una coqueta casa de madera que fue levantada en tiempo récord. Es que hasta ahora Otalia vivía en un ranchito con piso de tierra, que se inundaba cada dos por tres.
Voluntarios de Acción Católica lograron también que la Cooperativa Eléctrica le dé luz. Para Lita tener energía eléctrica es algo desconocido, ya que sus noches siempre fueron iluminadas por velas o precarias lámparas alimentadas a kerosén.
Otalia, que no usa lentes ni audífonos, nació en la pequeña localidad de San José, el 25 de setiembre de 1908 y vivió allí hasta los 22 años, cuando se casó con un santotomeño de quien no tiene muy buenos recuerdos. “Tomaba, se ponía malo y yo muchas veces terminaba durmiendo en una plantación de té o en el yerbal”, cuenta. De esa unión nacieron dos hijos: José Domingo (falleció hace poco tiempo) y Nerea Martina. Desde hace 53 años, vive en pareja con otro correntino, Pablo Irala (75). Sus ojos se iluminan cuando lo mira y cuenta que es “bueno, me ayuda, me lleva al médico y cuando yo no puedo cocina y lava los platos”. Pablo siempre es el primero en levantarse, todos los días a las 4 y enciende el brasero para calentar el agua para el mate que los acompaña hasta el amanecer. “Tomo dos termos de mate, pero sólo a la mañana. Pero antes tengo que bañarme y siempre con agua fría, no importa si es invierno”, cuenta mientras el hombre asiente.
En su larga vida, “Doña Lita” fue cosechera de yerba mate, cortaba té a mano, lavó ropas y planchó, pero su vida cambió cuando fue contratada por un médico de Campo Viera. “Él atendía los partos con su señora y un día me dijo ‘vos tenés que aprender, yo te voy a enseñar...’ y así empecé”, cuenta.
Esta diminuta mujer dijo que ese médico incluso le extendió un papel donde dejaba constancia de su preparación para atender partos. “Me enseñó cómo acomodar a la mamá, cómo agarrar al bebé y me dijo que siempre cortara el ombligo a ocho dedos de la pancita del chico.... Había que anudar, cortar y mojar en alcohol, y después atar con un trapito limpio y embebido en alcohol. Así el cordón se secaba y caía en tres días”, detalla.
Otalia jura que los más de 300 partos que atendió durante unos 30 años “fueron todos lindos, incluso uno de trillizos: el bebé más chiquito pesó 1,500 gramos”. Con una de esas trillizas se cruzó hace poco tiempo cerca del banco, cuando fue a cobrar su jubilación. “Se me acercó y me preguntó si la conocía y le dije que no... Entonces me dijo que era una de las trillizas”, contó la anciana.
“Me venían a buscar a cualquier hora y yo siempre iba. Incluso veía a las mamás unos días antes para saber cómo venía el embarazo. Yo empecé con esto cuando tenía unos 40 años y dejé hace más de 30 porque las fuerzas ya no me daban”, se sincera.
El oficio de partera le permitió traer al mundo a los 17 nietos que le dio su hija Nerea. Casi todos viven hoy en Buenos Aires, hacia donde partieron en busca de trabajo.
La única comodidad que tenía hasta ahora en su casita era una cama ortopédica que le cedió el Hospital de Oberá. A pocos metros del ranchito la letrina denuncia la precariedad en la que vivía con Pablo. Pero no se queja de su suerte y jura que los médicos le dicen “pero abuela, para qué viene si usted está mejor que nosotros”.

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