Aquel domingo 1° de febrero de 1970, 236 personas murieron y más de 500 resultaron heridas después de que el tren 1016 proveniente de San Miguel de Tucumán embistiera en la parte trasera a otro que había partido de Zárate y se encontraba detenido hacía unos 40 minutos por un desperfecto. La colisión se produjo en el kilómetro 36 del Ramal Retiro-Rosario-Tucumán, entre las estaciones de Pacheco y Benavídez del Ferrocarril Mitre, y provocó que descarrilen locomotoras y vagones. Se trata de la mayor tragedia ferroviaria de la historia argentina. Alli murieron muchos santiagueños y tucumanos.
“Fue un desastre único, un hecho sumamente aterrador”, decía uno de los pasajeros ilesos y recordaba que por haber ocurrido en una zona con poca luz y difícil acceso, reinaba la confusión. Algo que empeoraba con los gritos desesperados de auxilio y el llanto entre los hierros retorcidos. “Eran las 20.30 y yo estaba fumando un cigarro. Cuando vi acercarse la otra formación atrás, pensé que venía a relevar a la nuestra que estaba descompuesta. Pero como no frenaba, decidí saltar por la ventanilla. Les grité a los cinco amigos que estaban conmigo, pero sólo dos de ellos lograron escapar”, relató Oscar Rodríguez, un sobreviviente.
Numerosas dotaciones de bomberos comenzaron a llegar al lugar. También, ambulancias. La labor desde entonces fue sin descanso. Pronto la Ruta 9, el único acceso al lugar, colapsó por las personas que intentaban ayudar y por aquellos que querían saber la suerte que habían corrido sus familiares.


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