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| DOÑA CORLEONE Y EL PICHON DE MAFIOSO |
Por Nicolas Wiñazqui
En estos momentos se empieza a palpitar en Santa Cruz el principio del fin de la impunidad del socio de Néstor y Cristina Kirchner. Se llama Lázaro Antonio Báez. Está preso en una celda del penal de Ezeiza que detesta, un ambiente atosigante que debe limpiar él mismo, ubicado a 3 mil kilómetros de sus múltiples mansiones que levantó en el Sur austral.
Igual que otros empresarios que hicieron negocios por sus vínculos con el Gobierno, como el “zar del juego” Cristóbal López, Lázaro fue un “intocable” para la Justicia federal durante los 12 años del poder K.
Ya no.
Un juez, un fiscal, la AFIP, la UIF, fuerzas policiales, espías encubiertos, perros entrenados para olfatear dinero oculto, y hasta un helicóptero,fueron dispuestos para requisar desde hoy su emporio sureño extraordinario.
Esos dominios se extienden en al menos 427 mil hectáreas de campos, rodeados por ríos, en los que se destacan algunos cascos de estancia que eran su refugio. En esos lugares, los Báez solían disfrutar otros días y noches de ocio en libertad: Lázaro salía a cazar guanacos junto a sus hijos, comían asados con los peones y custodios, y tramaban negocios financiados por presupuestos públicos.
Tiempos pasados.
Báez está detenido por el caso de lavado conocido como “La Ruta del Dinero K”. Su salud se deterioró en el encierro y sus nervios se alteran; lo ataca el terror cuando imagina que su primogénito y socios en mercados diversos, Martín, puede compartir cárcel junto a él.
El hijo del empresario K deberá ampliar su indagatoria en el marco del expediente en el que los miembros de la sala 2 de la Cámara Federal lo señalaron como un protagonista crucial de una trama financiera sospechada de haber blanqueado millones de dólares mediante bancos suizos, redes de sociedades y financieras ilegales de la Capital Federal.
Fue Leonardo Fariña, ex asesor de los Báez, su verdugo mediático y judicial. Tras varias declaraciones indagatorias en la causa, hechas bajo la figura de “arrepentido”, aportó una cantidad de datos que sorprendieron al juez Sebastián Casanello y al fiscal Guillermo Marijuan.
El principio del fin de la impunidad de Báez se transformó también enuna cascada judicial que alcanzó a su socia, la ex presidenta Cristina Elisabet Fernández. Debido a la declaración de Fariña, ella quedó imputada en el caso de “La Ruta del Dinero K”.
Fariña también dio detalles de las supuestas bóvedas en las que los Báez habrían guardado millones en efectivo: esos dichos desataron los operativos de hoy en Santa Cruz.
Los lazos financieros entre los imputados y los negocios de los Kirchner son muy numerosos. Por poner algunos ejemplos:
- El contador del holding Báez, César Fernández, fue analista económico del hotel más grande de los K, Alto Calafate.
- Daniel Pérez Gadín, asesor de Lázaro y mandamás de la “cueva” SGI, rebautizada como “La Rosadita”, administró el mismo negocio turístico de la familia K.
- Otro imputado, el escribano Roberto Saldivia, el hombre que creó e inscribió varias de las sociedades de los Báez, fue director de ese hotel K.
- Saldivia creó y fundó la mayor parte de las sociedades comerciales con las que Lázaro extendió sus negocios en mercados de rubros en los que no tenían experiencia, como el petrolero.
En la intimidad, Báez acusa a la ex presidenta Cristina Fernández por su caída. También a socios de Máximo Kirchner que intentaron entrometerse en sus negocios de la construcción.
Su principal empresa, Austral Construcciones, dejó a medio hacer o no hizo buena parte de las obras públicas por las que cobró parte de su financiamiento.
Antes de caer preso, Báez declaró en contra de la familia de su amigo Néstor. Dijo que su hermana, la actual gobernadora Alicia Kirchner, no podía justificar su patrimonio. Y reprodujo en su diario de Río Gallegos un artículo de Infobae que reconstruía cómo había hecho una operación inmobiliaria irregular con la cuñada de Cristina.
Alicia Kirchner no desmintió esa información.
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