A MODO DE PRESENTACION

Ya esta. El sueño se cumplió. Dejare de escribir en las paredes, ahora tengo mi pagina propia. Soy un periodista de alma, que desde hace 40 años vive y se alimenta de noticias. Tenia 18 años cuando me recibieron en El Liberal de Santiago del Estero, el doctor Julio Cesar Castiglione, aquien le debo mucho de lo que soy me mando a estudiar dactilografia. Ahí estaba yo dando mis primeros pasos en periodismo al lado de grandes maestros como Noriega, Jimenez, Sayago. Gracias a El Liberal conocí el mundo. Viaje varias veces a Europa, Estados Unidos, la lejana Sudafrica y América del Sur, cubriendo las carreras del "Lole" Reutemann en la Formula 1. Después mi derrotero continuo en Capital Federal hasta recalar para siempre en Mar del Plata, donde nacieron tres de mis cinco hijos y conocí a Liliana, el gran amor de mi vida. Aquí fui Jefe de Redacción del diario El Atlántico y tuve el honor de trabajar junto a un enorme periodista, Oscar Gastiarena. De el aprendí mucho. Coqui sacaba noticias hasta de los edictos judiciales. Bueno a grandes rasgos ese soy yo. Que es Mileniomdq, una pagina en la web en donde encontraras de todo. Recuerdos, anedoctas, comentarios. Seré voz y oídos de mis amigos. Ante un hecho de injusticia muchas veces quisistes ser presidente para ir en persona al lugar y solucionar los temas. Eso tratare de ser yo. Una especie de justiciero ante las injusticias, valga el juego de palabra. No faltaran mis vivencias sobre mi pago, Visiten el lugar, estoy seguro que les gustara. Detrás de mis comentarios idiotas se esconde un gran ingenio.

lunes, 2 de mayo de 2016

YO TE ESCRACHO, TU ME ESCRACHAS


Hay algo o bastante de fascismo en el aire. Se lo siente en las redes y en el fútbol, entre intelectuales y en la tevé. No se trata de ese fascismo piramidal, con un líder nítido. Es de otro rango. Tiene que ver con la intolerancia, la impugnación del otro, con la débil encarnadura de la democracia.
Veamos los últimos casos. El ensayista Alberto Manguel, próximo director de la Biblioteca Nacional, fue víctima de un escrache en la Feria del Libro donde por sus méritos intelectuales pronunció el discurso de apertura. Hombres y mujeres, presuntamente de la cultura, lo agredieron verbalmente y con carteles. Lo etiquetaron y lo estigmatizaron.
La Feria va por el número 42 y es un clásico de vidriera mundial. Va también camino de tener su clásico escrache. En 2010 una patota enviada por Moreno revoleó sillas para impedir la presentación de un libro sobre las maniobras en el Indec. Y al año siguiente Vargas Llosa tuvo su escrache sólo por haber criticado a los Kirchner.
A la edición de este año, el ministro de Cultura porteño directamente no asistió. Sus opiniones sobre el número de desaparecidos ya habían provocado reacciones intempestivas y dogmáticas. Darío Lopérfido temió recibir nuevas agresiones. Abrió el paraguas: no fue.
Si de escraches se trata, al kirchnerismo le sobra experiencia. Hasta los hacían Néstor y Cristina. Un ministro de Scioli, Mario Oporto, los incorporó en Buenos Aires como una “modalidad de participación política” en la materia Política y Cuidadanía. Hay políticos que piensan que la política sin alcahuetería no puede ejercerse.
Decía Oporto que había “buenos y malos” escraches. Obvio: los buenos eran los que ellos hacen. Los malos los que les hacen a ellos, como el que vivió el domingo en la platea de Boca Carlos Zannini, el más íntimo y oscuro de los consejeros de Cristina. Ayer sufrió uno nuevo en el hall de Ezeiza, que se prolongó incluso a bordo de un vuelo de American Airlines rumbo a Miami. 
Los barrabravas son un claro ejemplo de fascismo. Quizás en Boca fueron simples hinchas pero actuaron como barras. La respuesta de Zannini estuvo acorde con sus antecedentes: sus guardaespaldas agredieron físicamente a los agresores verbales.
Los ataques reflejan una misma concepción autoritaria. En los 80, la periodista italiana Oriana Fallaci dijo: “Los argentinos tienen un enano fascista adentro”. Sabía de qué hablaba: ellos tuvieron mucho más que un enano fascista. Tuvieron al padre del fascismo.
El escrache no es una protesta. Es una intimidación. Que cambie un gobierno por otro no quiere decir que cambien algunas culturas, mejor dicho inculturas políticas. Entre otras, la incultura del escrache. Que está vivita y coleando.

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