A MODO DE PRESENTACION

Ya esta. El sueño se cumplió. Dejare de escribir en las paredes, ahora tengo mi pagina propia. Soy un periodista de alma, que desde hace 40 años vive y se alimenta de noticias. Tenia 18 años cuando me recibieron en El Liberal de Santiago del Estero, el doctor Julio Cesar Castiglione, aquien le debo mucho de lo que soy me mando a estudiar dactilografia. Ahí estaba yo dando mis primeros pasos en periodismo al lado de grandes maestros como Noriega, Jimenez, Sayago. Gracias a El Liberal conocí el mundo. Viaje varias veces a Europa, Estados Unidos, la lejana Sudafrica y América del Sur, cubriendo las carreras del "Lole" Reutemann en la Formula 1. Después mi derrotero continuo en Capital Federal hasta recalar para siempre en Mar del Plata, donde nacieron tres de mis cinco hijos y conocí a Liliana, el gran amor de mi vida. Aquí fui Jefe de Redacción del diario El Atlántico y tuve el honor de trabajar junto a un enorme periodista, Oscar Gastiarena. De el aprendí mucho. Coqui sacaba noticias hasta de los edictos judiciales. Bueno a grandes rasgos ese soy yo. Que es Mileniomdq, una pagina en la web en donde encontraras de todo. Recuerdos, anedoctas, comentarios. Seré voz y oídos de mis amigos. Ante un hecho de injusticia muchas veces quisistes ser presidente para ir en persona al lugar y solucionar los temas. Eso tratare de ser yo. Una especie de justiciero ante las injusticias, valga el juego de palabra. No faltaran mis vivencias sobre mi pago, Visiten el lugar, estoy seguro que les gustara. Detrás de mis comentarios idiotas se esconde un gran ingenio.

miércoles, 7 de febrero de 2018

EL "CHIQUI" TAPIA JUEGA CON FUEGO



Por Gonzalo Abascal
La selfie lo muestra de remera blanca, sonriente junto a uno de los integrantes de El Show de Andy, los pibes cumbieros que animaron el festejo de cumpleaños de Carlitos Tevez.
La fiesta, legítima y merecida, fue el domingo a la noche, apenas horas después del empate entre San Lorenzo y Boca. Y la imagen no tendría nada de particular si su protagonista no fuera Claudio Chiqui Tapia, presidente de la AFA.
Pero resulta que el hombre es el máximo dirigente de nuestro fútbol y la viralización de la foto reavivó las polémicas posteriores al clásico y las siempre activas suspicacias de tribuna.
La pregunta es imposible de gambetear: ¿se equivocó Tapia en participar de la reunión en la casa del jugador más popular de Boca? La respuesta es contundente como un tiro al ángulo: sí, cometió un error. Y las razones se empujan entre ellas para argumentar la opinión crítica.
Primero, Tapia no puede ignorar la difusión de su simpatía por Boca Juniors. Y no importa cuánto tiempo haya pasado de esos impulsos juveniles. Como presidente debería mantener una cuidadosa distancia que lo protegiera de las malas interpretaciones. Con actitudes como las del domingo no lo hace.
Tampoco puede desconocer que su rol exige cuestiones de forma tan importantes como las de fondo. No son detalles superficiales. Al contrario, son "formalidades" que construyen una creencia o la contraria. En su lugar de máximo dirigente de un universo tan sensible como el fútbol está obligado a construir y fortalecer la idea de su imparcialidad.
Por supuesto que Tapia tiene derecho a ser amigo de Tevez, de Scocco, de Gigliotti y de los futbolistas que él quiera. Puede llamarlos para sus cumpleaños y saludarlos para los aniversarios de casados, si él lo decidiera. Lo que no puede permitir es que esos vínculos manchen su condición dirigencial.
Y no lo justifica decir: "Tevez es amigo mío, ¿por qué no voy a ir? Es un evento de mi vida privada, no hay nada malo en eso".
Debería entender, para evitar errores futuros, que en su respuesta hay dos afirmaciones equivocadas. Cuando el presidente de la AFA muestra cercanía con el ídolo de un club, el hecho deja de pertenecer a su ámbito privado. Y sí, hay mucho de malo en eso.
Desde el domingo a la noche millones de hinchas de otros equipos tendrán a mano una nueva justificación para explotar de bronca, convencidos de que sus equipos son perjudicados contra Boca. Se sabe que esa idea puede derivar en tragedia.
Julio Grondona, de quien hoy no queda mucho bueno para decir, al menos entendía que su casa de campo, a cientos de kilómetros de cualquier estadio, era el mejor lugar donde podían encontrarlo los domingos futboleros.
Sería bueno que Tapia tome nota. Que al fin entienda que no es más el Chiqui de Barracas Central, sino el presidente de la gloriosa pero golpeada Asociación del Fútbol Argentino.

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