A MODO DE PRESENTACION

Ya esta. El sueño se cumplió. Dejare de escribir en las paredes, ahora tengo mi pagina propia. Soy un periodista de alma, que desde hace 40 años vive y se alimenta de noticias. Tenia 18 años cuando me recibieron en El Liberal de Santiago del Estero, el doctor Julio Cesar Castiglione, aquien le debo mucho de lo que soy me mando a estudiar dactilografia. Ahí estaba yo dando mis primeros pasos en periodismo al lado de grandes maestros como Noriega, Jimenez, Sayago. Gracias a El Liberal conocí el mundo. Viaje varias veces a Europa, Estados Unidos, la lejana Sudafrica y América del Sur, cubriendo las carreras del "Lole" Reutemann en la Formula 1. Después mi derrotero continuo en Capital Federal hasta recalar para siempre en Mar del Plata, donde nacieron tres de mis cinco hijos y conocí a Liliana, el gran amor de mi vida. Aquí fui Jefe de Redacción del diario El Atlántico y tuve el honor de trabajar junto a un enorme periodista, Oscar Gastiarena. De el aprendí mucho. Coqui sacaba noticias hasta de los edictos judiciales. Bueno a grandes rasgos ese soy yo. Que es Mileniomdq, una pagina en la web en donde encontraras de todo. Recuerdos, anedoctas, comentarios. Seré voz y oídos de mis amigos. Ante un hecho de injusticia muchas veces quisistes ser presidente para ir en persona al lugar y solucionar los temas. Eso tratare de ser yo. Una especie de justiciero ante las injusticias, valga el juego de palabra. No faltaran mis vivencias sobre mi pago, Visiten el lugar, estoy seguro que les gustara. Detrás de mis comentarios idiotas se esconde un gran ingenio.

domingo, 13 de mayo de 2018

A MANO ARMADA

Leandro Aranda con Zahira Bustamante, detenida por intentar tomar una comisaría para liberarlo.

Por Hector Gambini
Mariano León le dice a un amigo: "¿Te diste cuenta de que estamos en el mejor momento de nuestras vidas?". Mariano tiene 21 años, es hijo único, está de novio desde hace cinco meses, trabaja y estudia Economía en la UBA. En su casa de Ciudad Evita se queda estudiando para un examen hasta las 5 de la mañana y se duerme. Lo despiertan ladrones que se meten por una ventana. Los enfrenta. Le disparan. Lo matan. Fue hace cuatro años.
Por el caso detienen a dos jóvenes. Uno tiene apenas 15 años. Lo alojan en un Instituto de Menores y se escapa. Nadie supo más de él hasta ayer.
Tomás Sosa, que ahora tiene 19, manejaba por La Tablada, cerca de la General Paz. La Policía lo detuvo acusado de ser uno de los prófugos que faltaban por el ataque a la comisaría de La Matanza, hace 10 días. En un mensaje enviado a sus cómplices, antes de intentar copar la seccional, Tomás les dice: "Hoy tengo ganas de fiambrear sobre la marcha"De matar. Casi lo logra: la sargento Rocío Villarreal fue herida en la médula. La operaron tres veces y aún no se sabe si podrá volver a caminar.
Sosa estaba prófugo por el asesinato del estudiante de Ciudad Evita y reapareció ahora para intentar liberar de la comisaría a Leandro Aranda, preso acusado de matar a un ex cómplice con quien habían robado un cargamento de 70 kilos de cocaína. La novia de Leandro, Zahira, y un primo de ella, Bruno, también están entre los detenidos por el ataque a la comisaría, igual que Gonzalo D'Angelo, quien llevaba una herramienta para tratar de abrir los calabozos.
El ataque en el Gran Buenos Aires pareció un golpe de narcos mexicanos: hace 20 días, en la localidad de Zihuatanejo -una playa paradisíaca en el Pacífico-, asesinaron a seis policías. ¿Cómo habrían terminado los cuatro agentes de San Justo si el grupo atacante hubiese conseguido llegar a las celdas?
Entre los cruces de narcos, mejicaneadas, asesinatos para ajustar cuentas, fugas impunes y la entrada a una comisaría a balazo limpio, están sus protagonistas: Leandro y Gonzalo tienen 22 años. Zahira, Bruno y Tomás, 19.
Tenían entre 9 y 12 hace 10 años, cuando comenzaron a reproducirse por todo el país los "soldaditos" de la droga que habían sido detectados en un primer momento por un grupo de fiscales de Lomas de Zamora. Enseguida aparecieron Los Angelitos de Yaqui en Mendoza; Los Pibes del barrio Ludueña en Rosario (donde una chica pidió permiso para salir de la escuela porque tenía que ir a trabajar para los dealers); Los Teros de Colonia Lola en Córdoba (la llaman Colombia Lola, por la cocaína); y las bandas de Los Champú y Los Santana en Neuquén.
Chicos que forman redes de vigilancia y venta narco de bajo costo económico y penal (como son menores, los jueces los liberan rápido) a cambio de un celular prepago y dosis para que consuman ellos.
¿Leandro -el preso a rescatar- es uno de aquellos soldaditos devenido en narco adulto y profesional? ¿Tomás es un asesino que escapa, deambula por La Matanza cuatro años y reaparece "con ganas de fiambrear"? Entre la política de las tarifas, el dólar y el llamado al FMI, otro pedazo de la realidad argentina vuelve a salir de entre las sombras.
Si sólo miramos la coyuntura; si otra vez lo olvidamos porque el lunes Sampaoli da la lista para el Mundial, no estaremos viendo el drama mayor: que ellos son parte de una carrera natural en el delito que una porción de los millennials argentinos encuentra para construir en los márgenes, sin mayor oposición que el azar de un tiroteo incierto.

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