A MODO DE PRESENTACION

Ya esta. El sueño se cumplió. Dejare de escribir en las paredes, ahora tengo mi pagina propia. Soy un periodista de alma, que desde hace 40 años vive y se alimenta de noticias. Tenia 18 años cuando me recibieron en El Liberal de Santiago del Estero, el doctor Julio Cesar Castiglione, aquien le debo mucho de lo que soy me mando a estudiar dactilografia. Ahí estaba yo dando mis primeros pasos en periodismo al lado de grandes maestros como Noriega, Jimenez, Sayago. Gracias a El Liberal conocí el mundo. Viaje varias veces a Europa, Estados Unidos, la lejana Sudafrica y América del Sur, cubriendo las carreras del "Lole" Reutemann en la Formula 1. Después mi derrotero continuo en Capital Federal hasta recalar para siempre en Mar del Plata, donde nacieron tres de mis cinco hijos y conocí a Liliana, el gran amor de mi vida. Aquí fui Jefe de Redacción del diario El Atlántico y tuve el honor de trabajar junto a un enorme periodista, Oscar Gastiarena. De el aprendí mucho. Coqui sacaba noticias hasta de los edictos judiciales. Bueno a grandes rasgos ese soy yo. Que es Mileniomdq, una pagina en la web en donde encontraras de todo. Recuerdos, anedoctas, comentarios. Seré voz y oídos de mis amigos. Ante un hecho de injusticia muchas veces quisistes ser presidente para ir en persona al lugar y solucionar los temas. Eso tratare de ser yo. Una especie de justiciero ante las injusticias, valga el juego de palabra. No faltaran mis vivencias sobre mi pago, Visiten el lugar, estoy seguro que les gustara. Detrás de mis comentarios idiotas se esconde un gran ingenio.

domingo, 18 de agosto de 2019

ALBERTO, CRISTINA, SAN MARTIN Y LA ARGENTINA INCIERTA

Por Miguel Wiñazki
Lo primero que puede vaticinarse a partir de las PASO es que los vaticinadores no vaticinan muy bien en la Argentina.
No acertó nadie.
Una ola invisible bocetó un país político imponderable.
Otra vez parece haber funcionado una fórmula justicialista clásica: Dos al poder.
Las diarquías son un clásico del peronismo: Perón y Evita. Perón e Isabel. Néstor y Cristina y ahora Cristina y Alberto. En principio, todo es alegría en el festejo de las bodas políticas que los ha vinculado otra vez.
Volvieron. ¿Pero quién volvió?
Porque son dos. Y Alberto no es Cristina.
Él fue su crítico más agudo, como un cilicio.
Constituyeron, sin embargo, luego, y en función electoral, un dúo disímil, complementario y subestimado por la Casa Rosada.
La diarquía parece funcionar en principio con la Reina Madre en su rol metafóricamente monárquico: reina pero no gobierna y Alberto está en la pugna terrestre de la política.
La convivencia a futuro del dúo que logró propiciar el latigazo electoral a Macri es un interrogante crucial. Si efectivamente ganan, ¿a quién se subordinará La Cámpora?
¿A élla o a él?
Hay algunos mafiosos y corruptos que también esperan con ansiedad: ¿Serán indultados, liberados, redimidos?
¿La victoria absuelve la corrupción?
¿La justicia será justa o no será nada?
La insensatez que prevaleció durante buena parte de la gestión del cristinismo radicalizado no hirió a la candidata a vicepresidenta.
Ella permanece indemne. Cristina impera por la fe invulnerable de su iglesia que la quiere, haga lo que haga.
Ella fue la promotora mística de la resurrección emocional del poderío K.
Tiene un inmenso poder.
A través de Kicillof, su ahijado político, venció en la provincia a María Eugenia Vidal.
Alberto Fernández no se rezagó a un segundo plano. También sumó poder y amplió el techo electoral de Cristina. Es manifiesto el desplazamiento de las expectativas y del desfile de referentes, empresarios y políticos que ya lo visitan calculando su eventual victoria.
Pero todo es eventual en estas instancias.
En el interín, el crápula de Diosdado Cabello metió su cola azuzando una potencial interna entre los triunfadores de las PASO. Percibe que Alberto no es chavista y le cruzó una admonición: “No vayas a creer que te están eligiendo a ti”.
La agónica revolución bolivariana se abraza al cristinismo que condecoró a Nicolás Maduro.
La historia avanza y a la vez permanece.
El pasado ya aconteció y no retorna nunca idéntico a sí mismo.
Pero es necesario sin embargo recordar.
Hoy es 17 de Agosto, aniversario de la muerte de José de San Martín. También era sábado en Boulougne sur-Mer.
Combatió para España. Fue herido en Bailén.
Percibió que algo muy profundo se incubaba en América. Cruzó el océano, la Pampa, y escaló los Andes. Luchó cuerpo a cuerpo en San Lorenzo.
Perdió en Cancha Rayada. No perdió la fe. Triunfó en Chacabuco y en Maipú. Liberó a Chile. Se embarcó en el Pacífico. Liberó al Perú también. Murió sin un centavo, por supuesto, en brazos de su hija Mercedes. “Es la fatiga de la muerte”, dijo cuando sintió que se iba.
No está de demás recordar el sentido de las Máximas a Merceditas que todos aprendimos en la escuela: … Amar a la verdad y odiar la mentira, respetar, ayudar a los pobres, despreciar al lujo, amar a la Patria y a la libertad.
Desde ese día y hasta hoy, la Argentina desoyó con frenética frecuencia el mensaje de aquellos ejemplos fundamentales. La verdad ha sido demasiadas veces doblegada por la demagogia.
La ayuda a los pobres ha sido reiteradamente teñida por el clientelismo. El lujo no ha sido despreciado sino exacerbado por tantos corrompidos por la superficialidad de la codicia. La libertad fue una y otra vez disminuida por tiranías, populismos flagrantes, por ajustes insensatos y por impericias diversas que potenciaron la desigualdad, que atenuaron tristemente la ampliación de derechos y la división de poderes.
Escribió San Martín al momento de asumir su cargo como Protector del Perú: “Cuando tenga la satisfacción de renunciar al mando y dar cuenta de mis operaciones a los representantes del pueblo, estoy cierto de que no encontrarán en la época de mi administración ninguno de aquellos rasgos de venalidad, despotismo y corrupción que han caracterizado a los agentes del gobierno español en América”.
La dirigencia colonial en general buscaba oro, plata y exacciones para la Corona.
Hubo luego imitadores sucesivos y a granel de aquellas inmoralidades.

Ahora, cuando una vez más afrontamos un punto de bifurcación cargado de incertezas y de dificultades, sería bueno recordar aquellas máximas, aquel genio, aquel coraje, aquella austeridad, y aquella grandeza.

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