A MODO DE PRESENTACION

Ya esta. El sueño se cumplió. Dejare de escribir en las paredes, ahora tengo mi pagina propia. Soy un periodista de alma, que desde hace 40 años vive y se alimenta de noticias. Tenia 18 años cuando me recibieron en El Liberal de Santiago del Estero, el doctor Julio Cesar Castiglione, aquien le debo mucho de lo que soy me mando a estudiar dactilografia. Ahí estaba yo dando mis primeros pasos en periodismo al lado de grandes maestros como Noriega, Jimenez, Sayago. Gracias a El Liberal conocí el mundo. Viaje varias veces a Europa, Estados Unidos, la lejana Sudafrica y América del Sur, cubriendo las carreras del "Lole" Reutemann en la Formula 1. Después mi derrotero continuo en Capital Federal hasta recalar para siempre en Mar del Plata, donde nacieron tres de mis cinco hijos y conocí a Liliana, el gran amor de mi vida. Aquí fui Jefe de Redacción del diario El Atlántico y tuve el honor de trabajar junto a un enorme periodista, Oscar Gastiarena. De el aprendí mucho. Coqui sacaba noticias hasta de los edictos judiciales. Bueno a grandes rasgos ese soy yo. Que es Mileniomdq, una pagina en la web en donde encontraras de todo. Recuerdos, anedoctas, comentarios. Seré voz y oídos de mis amigos. Ante un hecho de injusticia muchas veces quisistes ser presidente para ir en persona al lugar y solucionar los temas. Eso tratare de ser yo. Una especie de justiciero ante las injusticias, valga el juego de palabra. No faltaran mis vivencias sobre mi pago, Visiten el lugar, estoy seguro que les gustara. Detrás de mis comentarios idiotas se esconde un gran ingenio.

sábado, 30 de mayo de 2020

DADY BRIEVA, EL PAYASO DE UN CIRCO QUE YA TIENE DUEÑA


Por Osvaldo Pepe
Dady Brieva fue siempre un bufo menor. Muy lejos del arte para el disparate reo del Negro Olmedo, menos aún califica para el humor político inteligente y filoso del inolvidable Tato Bores. Si el hombre es el estilo, el señor Brieva será para siempre un Midachi, del mismo modo que Marcos Mundstock o Daniel Rabinovich consagraron para todos los tiempos la refinada estética de Les Luthiers. Es probable que esa meritocracia de los talentos actorales sea despreciada por el señor Brieva. Sin embargo, hay que reconocerle mérito como intrépido gestor de cuestiones vulgares. O no tanto. Conoce el arte de comunicar con naturalidad. Como si ejerciese docencia en la cátedra de un extraviado café de barrio, allí donde las palabras circulan sin patente y toda barbaridad puede ser dicha sin costo alguno. El señor Brieva vive, y no lo ignora, en tiempos de la política como show. Un escenario a cielo abierto, como en los teatros de la Grecia Antigua. Esa “sociedad del espectáculo” fue anunciada ya a fines de los 60 por el filósofo, escritor y activista francés Guy Debord, en un libro de ese título, una de cuyas tesis sostiene que todo lo actuado por el hombre, naturalmente también la política, se ha transformado en una gran representación. Una realidad que se actúa.
Brieva seguramente no leyó a Debord, pero interpreta con eficacia lo que aún queda vigente de aquel mensaje. Es cada vez más el intérprete descarnado de un terrorismo verbal que otros quisieran ejercer, pero no pueden. El sesgo goebbeliano de su discurso, de palabras y modos brutales, expresa lo que el kirchnerismo duro calla, pero avala y acaso festeja. Es así como el ex Midachi acaba de alborotar las redes: con una ráfaga de killer del micrófono apretó al Presidente como ni siquiera lo hace la oposición.
En tono de amenaza, ni siquiera maquillada con un ligero disimulo, el señor Brieva urgió al jefe de Estado a regular las tareas del periodismo. Más aún, proclamó una velada censura a los comunicadores “que siguen hablando”. También mostró su interés en el cese de los fiscales que el kirchnerismo considera hostiles. Todo en una frase: “Carlos Stornelli sigue trabajando, los periodistas hablan como si nada ocurriera”. Y pidió asumir sin tibias timideces el parentesco del Gobierno con el ADN chavista que hoy encarna Nicolás Maduro.
No se guardó nada. Ni cierto aire de desprecio al hombre que tiene en sus manos el timón de la República: “Me parece que hoy se armó una movida interesante en las redes. #EsAhoraAlberto decían en Twitter. Y yo te digo, Alberto, que seguramente no me estás escuchando porque escuchás otra radio, que vos fuiste elegido, tenés que hacerte responsable”, disparó con su extraño “fuego amigo”.
Triste destino para un cómico: dar risa más que hacer reír. El señor Brieva se ha transformado un poco en Pennywise, aquel payaso bailarín de “It”, la novela de Stephen King, que se dedica a sembrar el terror y la violencia. Tal cual: pintarrajeado y triste, como payaso de un circo que tiene dueña.

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