Por Ricardo Roa
Si no fuera porque los sketches las más de las veces son tragicómicos y repetidos, Netflix no necesitaría apelar demasiado a la imaginación de los guionistas para sus series: bastaría con que miraran un poco a la Argentina. Lo más insólito entre lo insólito de estos días es el corte de luz en casa de la diputada y consejera de la Magistratura Graciela Camaño justo cuando tenía que definir con su voto el futuro del juez Canicoba Corral, acusado en cuatro denuncias y al que defiende el cristinismo. Una rareza sobre otra rareza: pudo seguir conectada con su móvil al Congreso, que trataba los superpoderes.
Y una rareza más: ya sin Camaño, misteriosamente se cortó el Zoom. El Consejo de la Magistratura había superado al conjunto de la Justicia como laboratorio de invenciones cuando suspendió hace dos jueves un juicio clave contra Cristina por falta de conexión a internet. Otra vez internet. Canicoba es un juez a quien muchos deben tanto como él a otros muchos. Son 13 los miembros del Consejo: seis alineados con el Gobierno y seis con la oposición. El voto que desempatará cuando vuelvan la luz y la internet será el de Camaño.
Camaño misma reconoce que es tan difícil de creer que el corte no fue una avivada que tuiteó el número de reclamo que hizo a Edenor. No se sabe dónde está: votó el año pasado contra Canicoba, pero responde a Massa y gracias a Massa pudo renovar su lugar en el Consejo. Ahora todo pasó a la semana próxima. Una versión con olor conspirativo que corre en el Consejo dice que todo se postergará hasta que Canicoba, a dos meses de cumplir los 75, se jubile.
Es la tercera vez que se posterga la votación. Más extraño que lo de Camaño, es que a Canicoba lo defienda el consejero Molea, que hasta las PASO votó con el macrismo y después de las PASO vota con el cristinismo. Y más extraño todavía es que use como propio el dictamen de otro consejero, Más Vélez, que primero limpió a Canicoba de las denuncias y luego se arrepintió. Y que cuando quiso retirar su dictamen, Molea no lo dejó. Así funciona el organismo que decide sobre los jueces.
También para Netflix son las últimas historias de Tinelli y Susana Giménez. Cercano a Scioli hasta que Scioli perdió con Macri y cercano a Macri hasta que Macri perdió con Fernández, Tinelli ahora anda denunciando que Macri lo persiguió. Y cuando el ex ministro Lombardi lo criticó, Wado de Pedro consideró que el tema merecía que intervenga el ministro del Interior, o sea él mismo, y salió en defensa de Tinelli. También creyó que el tema merecía su intervención en defensa de Tinelli el Presidente Fernández. Tinelli está sufriendo exceso de apoyo. Lo de Susana Giménez es otro capítulo, aunque menor, de la relación entre la farándula y el poder: pudo darse el gusto de irse a Punta del Este pese a que no reunía los requisitos. Y pudo porque Uruguay se lo permitió.
¿Y puede ser un modelo de democracia alguien como Gildo Insfrán, que lleva primero como vicegobernador y luego como gobernador 33 años en el poder? Sí, puede serlo, según el tipo de modelo que maneja Alberto Fernández. Insfrán es un típico caudillo del interior que gobierna una provincia en la que algo así como el 80 % de las familias cobró el bono de emergencia de $ 10.000. Donde el 79 % de los ingresos fiscales le llegan de la Nación y de cada 100 puestos de trabajo, 64 están en el Estado. Sólo una película de humor de Netflix consideraría a Formosa una gestión exitosa.
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