Por Julio Muñoz
Mi resistencia a utilizar el mouse toda vez que existe un atajo de teclado equivalente se debe a dos motivos. Primero, empecé a tratar con computadoras cuando el ratón no existía; bueno, tampoco existía Windows, para el caso. Segundo, se trabaja más rápido, más cómodo y más seguro (es decir, se cometen menos errores) con el teclado. Casi exclusivamente en los programas de diseño gráfico (dibujo, pintura, 3D) o de música (secuenciadores, loopers) echo mano al simpático pero parsimonioso mouse.
El camino más corto
Aunque creemos que el software más usado es el procesador de textos, la planilla de cálculo o el e-mail, la verdad es que lo que más empleamos es el sistema operativo, ese entorno dentro del cual funcionan todos los demás programas y que, por lo tanto, opera como fondo, como escenario. Y eso significa, en la inmensa mayoría de los casos, alguna versión de Windows.
Prácticamente todo lo que se hace con el ratón tiene asociado un atajo de teclado. Por ejemplo, eliminar un archivo se puede hacer con la tecla Supr. Si quiere eliminarlo definitivamente, Mayúsculas + Supr.
Hay un atajo universal de la mayoría de las aplicaciones que funciona también en el sistema: Ctrl+Z. Esta combinación deshace la última operación que realizamos. En Windows, si elimina un archivo (sin usar Mayúsculas) y se arrepiente, apriete Ctrl+Z y lo recuperará. El atajo sirve también si mueve un fichero a otra carpeta.
No obstante, Ctrl+Z no es el remedio para todos los errores: si da formato a un disco o vacía la papelera de reciclaje, el sistema no podrá restaurar los datos por ese medio.
Más atajos útiles: Ventanita+D minimiza todas las ventanas, y si lo aprieta de nuevo, las restaura. Esa tecla (la que tiene el emblema de Windows) combinada con R abre el diálogo Ejecutar; con F, el buscador de Windows; con E, el Explorador de Windows, y con L, en XP, realiza un cambio rápido de usuario.
Dos rápidas: Alt+Enter abre las Propiedades de un objeto; si mantiene apretada Mayúsculas tras insertar un CD-ROM, cancelará la reproducción automática (que la mitad de las veces es de lo más inoportuna).
En Windows 2000 y XP, el Administrador de tareas se abre con Mayúsculas+Control+Escape. En 98 y Me, Control+Alt+Supr. En el 2000, el botón que queda seleccionado en el cuadro que se abre al apretar Control+Alt+Supr es siempre Bloquear el equipo. Así que esta combinación seguida de Enter deja la sesión protegida contra el uso no autorizado. En XP alcanza con Ventanita+L, pero sólo si la cuenta tiene contraseña.
Como se sabe, Alt+Tab alterna entre ventanas. Ventanita+Tab hace algo semejante: circula el foco entre las ventanas, pero en sus botones de la barra de tareas.
A todo esto, si aprieta Ventanita solamente se abrirá el menú Inicio. Con las flechas del cursor puede buscar un programa, carpeta o documento y abrirlo con Enter. Por su parte, Tab a secas mueve el foco por los diferentes campos y controles en una ventana.
Escape es quizá la tecla más útil de todas. Su nombre no puede ser más elocuente: permite salir de esas situaciones en las que uno no querría haberse metido; equivale a Cancelar.
La última. Si fue abriendo varias decenas de ventanas para encontrar algo en su disco y quiere cerrarlas todas juntas, sí, es hora de apelar al ratón, pero con la ayuda del teclado. Apriete Mayúsculas y luego haga clic en el botón cerrar (el de la equis) en la última ventana que abrió.
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