Cuando el jueves a la mañana se pudría todo irremediablemente, Hugo Moyano dio el brazo a torcer y llamó a la señora a Olivos. Ella, como era de esperar, no lo atendió. Pero le mandó a decir que si quería parlamentar -usó esa palabra a propósito, para darle connotaciones bélicas-, daría la orden de que el helicóptero presidencial lo fuera a buscar. Moyano aceptó. Había pensado ir en camión, también como fuerte gesto simbólico, pero le tenía miedo al tráfico de Libertador. Además, ella le ordenó que fuera solo, y el pobre hace años que no maneja.
Los libros de historia lo recordarán como el encuentro de dos gigantes. Obviamente no voy a poner al Negro a la altura de la señora. Juega en otra liga. Sin embargo, hay que admitir que desde los turbulentos años 70 en Mar del Plata, cuando ponía su físico al servicio de la ultraderecha peronista de la CNU (Concentración Nacional Universitaria), ha construido un verdadero imperio, económico y político. Es de ese tipo de sindicalistas que se hacen empresarios y amasan fortunas no por un proyecto personal, sino para conocer cómo piensa y actúa el enemigo.
La señora lo detesta, pero le reconoce poder. Quiero decir: lo detesta porque le reconoce poder. No se siente a gusto al lado de ese hombrón tosco que destila peronismo y que jamás podría asimilar la más sencilla lección de economía de Axel Kicillof. "A mí -lo desprecia ella, burlona- poneme con Carta Abierta y no con un sobre cerrado."
El tampoco la quiere. Demostrando que la conoce muy poco, dice que está enferma de soberbia, que vive de la herencia política de Néstor y que se va a estrellar. Y agrega: "Contra un camión...".
No fue, pues, un diálogo fácil. Ella le hizo el consabido ablande de tenerlo dos horas de plantón sin siquiera ofrecerle un café. El, pérfido, la esperó leyendo Clarín.
-¿Querés pelea? La vas a tener -lo saludó Cristina.
-Señora, nos preocupa mucho Ganancias -mintió él.
-Claro, a vos siempre te preocuparon las ganancias: por eso tenés casas, quintas, departamentos, hoteles, empresas de construcción, de recolección de basura, de peajes?
-Bueno, no creo estar hablando con la Madre Teresa de Calcuta. No se le ve aspecto de indigente, señora Cristina Fernández de Vuitton. Con todo respeto.
-¡No te lo voy a permitir! Yo no tengo un Cessna Citation 550 II -los servicios le habían pasado el dato. Es el avión que espera siempre al Negro en el aeropuerto de San Fernando. Valor estimado: 3 millones de dólares.
-Usted tampoco anda tirada de aviones, ¿no? En Santa Cruz, al Tango 01 le dicen "el canillita": es el que viene a Buenos Aires a buscarle los diarios porque a usted le gusta leerlos temprano.
Los empleados de la residencia presidencial se estaban haciendo un festín con lo que oían escondidos detrás de las puertas. Asistían a un tiroteo entre una estadista y un pendenciero profesional. Ella lo puso en su lugar.
-Te doy una hora para que levantes la huelga de los camioneros. No voy a tolerar este paro destituyente.
-Señora, usted me quiere destituir a mí en la CGT. ¿Esa es la forma de retribuirme los servicios que les he prestado todos estos años? Yo le llené los actos con nuestra gente. Yo mandé que la aplaudieran y la votaran. Yo bloquee todas las empresas que ustedes me indicaron. Yo impedí la salida de La Nacion y Clarín porque me lo pidió por favor De Vido. Yo rompí los piquetes del campo. ¡Estuve ocho años apretando a los que ustedes querían que apretara! ¿Así me pagan, eh, así? Quería llorar y no podía; maldijo que toda una vida de corazón de hielo le hubiera congelado las lágrimas.
-Moyano -respondió ella, dándole una lección de realismo político-, nuestro modelo es dinámico. Ya lo dijo Heráclito, del que seguramente nunca has oído hablar: "No te bañarás dos veces en el mismo lago" [Pequeño desliz acuático de la señora: Heráclito habló de río y no de lago]. Aprendete esto: donde había Perón, ahora hay Cámpora; donde había Boudou, ahora hay Kicillof; donde había De Vido, ahora hay Randazzo; donde había Eskenazi, ahora hay Estado. Aprendete esto: donde había Moyano ahora habrá un hombre mío. Aprendelo bien: donde había Néstor ahora hay Cristina.
Extraordinaria síntesis de la evolución del modelo. No sé si valía la pena que Cristina abriera el cofre de sus ideas ante un tipo incapaz de comprender la vastedad de ese tesoro. Pero claro, hecho como está a la fiereza del sindicalismo más porfiado, el Negro no se amilanó.
-Señora, qué gran coincidencia con lo que nos pasa a nosotros. Donde estaba yo con el primer cartel que se hizo de "Clarín miente", ahora estoy yo anunciando el paro de camioneros desde la pantalla de TN; donde había silencio y complicidad ante el robo de Ganancias, ahora hay reclamos; donde había aplaudidores, ahora hay sillas vacías; donde había camiones a su servicio, ahora hay camiones a mi servicio; donde nos pongan camporismo, nosotros les meteremos peronismo. Señora, donde estaba Hugo Moyano, el aliado, el amigo, ahora está Hugo Moyano, el que los va a volver locos.
Cristina lo dejó hablando solo. Supo perfectamente que había ganado la batalla: el paro iba a ser levantado una hora después. Moyano se fue conforme. El no se mide en batallas. El acababa de declarar la guerra.
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