En Ushuaia se llevó a cabo el
acto donde Tierra del Fuego asumió la conducción del ente regional de turismo
por el término de un año.
La renovación de Autoridades en el “Ente
Patagonia Turística”, recordó el Ministro Meyer nos lleva a la necesidad de
acentuar los esfuerzos, que claramente el Plan Federal del Ministerio de
Turismo de la Presidencia de la Nación, prioriza.
Se
comentó en la oportunidad que la Patagonia,
tiene que salir de cierta cultura de inquilinos para lograr por
"identidad" rotulable como de: propietarios,
habitantes que, respetando el lugar de origen y pudiendo volver a él, se sumen
en la búsqueda transformadora de estas tierras. Que en la mayor parte de su
geografía fue transitada por pueblos originarios nómades, que nos legaron un
espacio pristino y no repetido en el planeta, que debemos honrar.
Con
esta composición poblacional no se puede pretender un "clic" que
ponga en marcha mágicamente un deseo unánime de todos: ser argentinos-patagónicos, en un espacio territorial de casi un
millón de kilómetros cuadrados.
Debemos
instalar, primero, la identidad local,
la de la comarca o geografía homogénea ,
para luego, por entendimiento y convicción, sumarnos en la geografía en común
con los socios de los "corredores geográficos de las producciones
integrables" y por esa vía, pararnos sobre la región.
El
ser de un lugar y lograr un sentido de pertenencia se transforma en algo vital.
La identidad pasa a tener el gran valor de las "marcas de origen",
entre otros factores positivos.
Esta
recuperación de lo local con espacios territoriales comarcales lleva a los
municipios a realizar un giro de 180º en el rol a cumplir, transformándose en
articuladores de las dinámicas productivas y de los intereses y demandas
locales en contextos geográficos más amplios que llevan a los corredores de
integración productiva y por ese entrelazamiento a lograr la estructura
figurada de hierro u hormigón que necesita cualquier edificio de alguna
envergadura para mantenerse con la elemental solidez que aguanta hasta los
golpes sísmicos –del nuevo andar y sus reivindicaciones– y estructurar, a
partir de dichas fortalezas, la nueva región patagónica bioceánica y
binacional. La de integrar
provincias en la región es una buena iniciativa para buscar el
"shock" que nos obligue a pensar casi todas las cosas. Pero esta
buena intención no alcanza para desencadenar el cambio, ya que de alguna manera
es como la figura de colocar una escalera y querer que todos la suban saltando
escalones, sin explicaciones ni premios intermedios al esfuerzo.
El
trabajo que me tocó abordar entre 1964 a este 2012 en las provincias
Patagónicas a partir de unir pueblos en sus comarcas, de allí a los corredores,
de tratar de instalar en la cultura
popular que las integraciones en la Región superen los paralelos y meridianos,
etcétera, etcétera, no era para contrariar a las autoridades de las
jurisdicciones políticas de lo geodésico (suma de terrenos y predios) sino una
búsqueda de abajo hacia arriba de lo que Dios creó homogéneo y los hombres, hoy
más que nunca, tenemos que ocupar con eficiencia y actualizada responsabilidad.
En los últimos años nuestro lenguaje cotidiano se ha poblado de nuevos
términos en las búsquedas: de integración, globalización,
mercados comunes, economías informales, desempleo estructural, comercialización,
corredores productivos, etcétera. Esto marcó el surgimiento de nuevos problemas
y, consecuentemente con ello, la necesidad de elaborar teorías de inclusión, forzándonos al
replanteo de viejas concepciones y la incorporación de nuevas tácticas
posibles, respetando las jurisdicciones constituidas desde lo político, por
supuesto.
El mundo de la globalización, que modificó el
paradigma tecnológico-productivo, los intercambios económicos y los patrones de
localización de las empresas y modificó la capacidad de las comunicaciones y de
los intercambios, a la vez impulsa una revalorización de los espacios y de la
percepción valorizadora de lo local, las relaciones de buena vecindad asociadas
por el interés común y la búsqueda de referencias inmediatas y de la propia
identidad regional.
En
este marco, la temática de la descentralización tiene que ver con la reforma
del Estado, no sólo por un cambio de las dimensiones macro/micro
económico-espaciales sino porque implica transformaciones en la manera de
concebir las instituciones y sus relaciones con la comunidad. No podemos seguir concibiendo la
descentralización como el instrumento para gestionar mejor los recursos que se
transfieren o la potenciación de los lobbies. Debe repensarse como el mecanismo
que permite el mejor aprovechamiento de los recursos existentes en el
territorio y otros niveles de organización en los ámbitos provinciales y
nacionales, para llegar a lo regional binacional transfronteriza, caso
Mercosur..
Este
proceso trae aparejado un mayor interés de los ciudadanos en aspectos cercanos
y puntuales, programas de participación de la sociedad civil, con
organizaciones de base, asociaciones mixtas intermunicipales, planificación
estratégica a nivel urbano y comarcal, presupuestos participativos, etcétera.
Todos
estos fenómenos están mostrando una novedosa articulación público-privada, con
mayor asociatividad horizontal de municipios entre sí que lleva a la verdadera
integración que sepan ocupar su geografía homogénea. Sin ahondar en temáticas
que forman parte de otras búsquedas, nos referimos esencialmente a las
conclusiones de una etapa de gestión a realizar a través de consorcios de
iniciativas integradoras, municipios unidos a partir de comarcas homogéneas en
la búsqueda de la construcción de estrategias solidarias que beneficien a sus
iniciativas productivas y, por consecuencia, a sus productos y protagonistas.
Esta
suma de sinergias acelerará los tiempos de concreciones y las mejores consecuencias, a partir de pueblos que, al
identificar conveniencias, visualizan que los cambios ante la globalización los
colocan frente a las complejidades de la competitividad pero también de los desafíos de mayores
premios si logramos perfeccionar las ventajas competitivas.
Nota
de: Antonio Torrejón
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