A MODO DE PRESENTACION

Ya esta. El sueño se cumplió. Dejare de escribir en las paredes, ahora tengo mi pagina propia. Soy un periodista de alma, que desde hace 40 años vive y se alimenta de noticias. Tenia 18 años cuando me recibieron en El Liberal de Santiago del Estero, el doctor Julio Cesar Castiglione, aquien le debo mucho de lo que soy me mando a estudiar dactilografia. Ahí estaba yo dando mis primeros pasos en periodismo al lado de grandes maestros como Noriega, Jimenez, Sayago. Gracias a El Liberal conocí el mundo. Viaje varias veces a Europa, Estados Unidos, la lejana Sudafrica y América del Sur, cubriendo las carreras del "Lole" Reutemann en la Formula 1. Después mi derrotero continuo en Capital Federal hasta recalar para siempre en Mar del Plata, donde nacieron tres de mis cinco hijos y conocí a Liliana, el gran amor de mi vida. Aquí fui Jefe de Redacción del diario El Atlántico y tuve el honor de trabajar junto a un enorme periodista, Oscar Gastiarena. De el aprendí mucho. Coqui sacaba noticias hasta de los edictos judiciales. Bueno a grandes rasgos ese soy yo. Que es Mileniomdq, una pagina en la web en donde encontraras de todo. Recuerdos, anedoctas, comentarios. Seré voz y oídos de mis amigos. Ante un hecho de injusticia muchas veces quisistes ser presidente para ir en persona al lugar y solucionar los temas. Eso tratare de ser yo. Una especie de justiciero ante las injusticias, valga el juego de palabra. No faltaran mis vivencias sobre mi pago, Visiten el lugar, estoy seguro que les gustara. Detrás de mis comentarios idiotas se esconde un gran ingenio.

martes, 12 de febrero de 2013

LA RENUNCIA DE BENEDICTO XVI



Por Néstor Núñez

En un momento de la historia cuyos hombres tumban todo lo que había de intocable y usan las tradiciones de mingitorio, desde las numerosas naciones que han echado al fuego del olvido el “non bis in idem”, hasta los pueblos que piden porque sea abolida la intangibilidad de instituciones como el matrimonio, que venían siendo sagradas desde que vivíamos en cavernas, Benedicto XVI, que ya era viejo cuando lo eligieron Papa, decide que no tiene fuerzas para seguir siendo el Obispo de Roma, el jefe de la cristiandad, el sucesor de Pedro.
Capaz -dice uno que no es vaticanista- que quiere asegurarse la sucesión, influir en los cardenales para que elijan uno afín, pero más joven. Como el dueño de una fábrica que decide jubilarse antes para ceder su lugar a uno de los hijos. En una de esas no confía en que el Espíritu Santo ha de guiar a los cardenales y entonces decide a influir él, aprovechando que está vivo todavía.
Más allá de toda especulación sobre los motivos del Papa para dimitir, queda instalada una certeza, no hay ningún motivo para no tirar abajo cualquier cosa que se oponga al derecho que tiene todo hombre de conseguir su propio placer. No nos gustaba el anterior, pero babeante y con el Párkinson galopante que no lo dejaba tranquilo llevó su cruz hasta el final, como sabía que debía ocurrir cuando lo eligieron Papa. Éste no quiere salir mal en la foto, se va antes de que lo retraten como un anciano carcomido por los años.
Hace unos días hubo una señal. Las agencias de noticias trajeron la buena nueva de que por fin acepta el Vaticano que se reconozcan derechos a los matrimonios gays. El presidente del Pontificio Consejo para la Familia, Vincenzo Paglia, aclaró que esos derechos no deben confundirse con el matrimonio, el cual sólo puede existir por la unión de un hombre y una mujer. Aclaración contradictoria, ¿no?, alguien que no existe tiene derechos. Eso es dar vuelta el derecho, no macanas.
Pero vámonos preparando para sufrir a los editorialistas de todo el mundo hablando de la valentía del Papa, de su espíritu acorde con este tiempo, de una interpretación del Evangelio que lo vuelve más humano todavía y de la necesaria reforma que debe darse en la Iglesia para hacerla más democrática y abierta a los nuevos tiempos.
La historia siempre puede cambiar, quizás sea esta una nueva oportunidad -la anteúltima- para que la Iglesia vuelva por sus fueros y, retomando una tradición que no debió haber abandonado jamás, brinde al hombre de hoy una salida a sus angustiosos problemas existenciales.
Nosotros oremos.

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