Primero fue Juan Nuñez del Prado quien fundó la ciudad de Barco en 1550 cerca del río Lules.
Pero ésta fue trasladada y refundada en 1551 y 1552 hasta que Francisco de Aguirre se apoderó de ella, la trasladó por tercera vez y fundó la ciudad de Santiago del Estero del Nuevo Maestrazgo a las orillas del Río Dulce en 1553.
Quedó así constituida la primera ciudad del territorio argentino que ha perdurado hasta el presente y que fue en los primeros tiempos de la conquista la capital de la Gobernación del Tucumán y centro colonizador del noroeste argentino.
Los numerosos aborígenes de su entorno fueron distribuidos en encomiendas y con ellos se iniciaron los cultivos y tejedurías de algodón que dieron fama a Santiago.
Pero la reducción de la población indígena por su envío al centro minero de Potosí como arrieros o como trabajadores de las minas provocó el estancamiento de su actividad económica.
Recién en 1721 y con la introducción de población africana esclava - que llegó a ser la mitad de los habitantes de Santiago en 1778 - se reinició el crecimiento económico: la zona pasó a ser proveedora de cereales y hortalizas para muchas regiones del virreinato, en tanto que sus alfalfares permitieron una abundante cría de ganado vacuno para alimentación y mular para el transporte entre Buenos Aires y el Alto Perú.
El crecimiento poblacional fue importante hasta que la revolución económica y demográfica de la pampa húmeda con el ingreso masivo de inmigrantes europeos y la producción de cereales en gran escala desplazó a Santiago como proveedora de estos productos.
Comenzó así la emigración de agricultores santiagueños a la vez que se intensificó la explotación del quebracho, fuente de trabajo en algunas zonas pero que por su explotación indiscriminada dañó seriamente las condiciones ecológicas de la provincia y, cuando se agotó como recurso, produjo una segunda gran oleada de inmigración de santiagueños hacia otras provincias, ya permanente, ya estacional como mano de obra para los cañaverales tucumanos, para los algodonales chaqueños y para los cereales pampeanos.
Desde los años cincuenta y hasta comenzados los setenta, Santiago vivió un drenaje continuo de sus habitantes.
A partir de allí comenzó una paulatina recuperación de su crecimiento demográfico que, aunque un poco más moderado en la última década, le ha permitido llegar a superar los 670.000 habitantes en el último censo. (La Hueya)
No hay comentarios:
Publicar un comentario