CFK ENTRARA A LA HISTORIA POR LA PUERTA DE ATRAS

Lo iba hacer ayer. Pero la consagración del argentino...SI ARGENTINO, por si algunos no lo entendieron  como Papa, no daba lugar para enfrentamientos. Era un día de fiesta. Si bien soy apenas un comunicador, un periodista de 40 años en la profesión, me quiero referir a la señora presidente, ¿doctora? Cristina Fernandez de Kirchner.

Quiero decirle que soy diabético, insulina dependiente, y no soy rico. Al contrario estoy cayendo de la clase media. Ni trabajo fijo tengo. Vivo de mi señora y de algunas notas que me piden. Pero no soy el único. Tengo un amigo que  cumplió 50 años y trabajo de albañil, toda su vida y también es insulina dependiente, con la gravedad de que a mi me la provee IOMA, el tiene que implorar que se la den, porque  no tiene obra social.
Esto viene a cuento porque en un  largo discurso en el que presentó el Plan Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación, la presidenta  deslizó otra frase para la polémica. Hablando sobre el yacón, explicó que "es efectivo porque es dulce pero no tiene glucosa", y por eso puede ser utilizado como endulzante por los diabéticos. "Ustedes saben que hay 80 millones en el mundo que además tienen alto poder adquisitivo. La diabetes es una enfermedad de gente de alto poder adquisitivo, porque son sedentarios, porque comen mucho", sentenció Cristina. Luego agregó: "Obvio, es para todos, no solamente para los que tienen plata, pero digamos que la diabetes, sí, es una enfermedad de gente de determinado poder adquisitivo", insistió. Que mal señora. Mi amigo el albañil apenas tiene para comer y para nada es sedentario. La cocaína si es para los que tienen plata, a eso usted lo tendría que saber. Los drogones tienen alto poder adquisitivo, no los que fuman paco, los grandes cocainomanos

La frase generó inmediata reacción en Twitter. Sin embargo, decenas de estudios internacionales y la propia información oficial desmiente esta aseveración, mostrando la relación que la diabetes tiene, justamente, con la pobreza y los contextos desfavorables.

Según la última  Encuesta Nacional de Factores de Riesgo, de 2011, el 9,6% de la población argentina tiene diabetes o glucemia elevada. La incidencia es levemente mayor en las mujeres, con un 10,2% contra el 8,9% de los hombres. Las provincias que registran los niveles más altos son Santiago del Estero (15,6%) y La Rioja (12,9%), mientras que el índice más bajo lo tiene la ciudad de Buenos Aires (7,4%).

En el mismo informe, además, se señala que "el menor nivel de ingresos se relacionó significativamente con la prevalencia de diabetes o glucemia elevada a nivel nacional, siendo en el estrato de ingresos de entre $ 0 y $ 1.750 de 10,3%, en el de $ 1.750 a $ 4.000 de 9,3% y en el de más de $ 4.000 de 7,3%". El menor nivel educativo también está relacionado con una mayor prevalencia de diabetes: esta es del 7,4% en los que alcanzaron un nivel secundario o más y sube al 15,3% en los que tienen primaria incompleta.

Lo que dijo no es de una presidente. Usted como todos sus funcionarios y los K están llenos de odio. Usted quiere ser la comandante Cristina y tener a sus pies al pueblo de rodillas y levantando el brazo derecho con el puño cerrado. No admite que parte de los argentinos pensemos distinto. El odio que usted destila, se le volvió en contra como un bumerán. El poder no es eterno y cuando se le termine, usted no podrá salir a la calle. Usted quiere quedar en la historia...si lo hará, pero entrara por la puerta de atrás y de noche. Jorge Bergoglio, al que usted ninguneo, si entrara a la historia por la puerta grande. Ya es mucho mas importante que usted, en sudamerica y en el mundo. Y esto le molesta, y como. Los presidentes de todo el planeta, entre ellos Dilma y Obama, lo saludaron con mas calidez que su fría postura.

A lo largo de su reinado episcopal, comenta Van der Kooy, Bergoglio reiteró tres conceptos muy por encima del resto: la necesidad del diálogo, la lucha contra la pobreza y el combate contra la corrupción.

El diálogo, en su estilo austero y escondedor, era una práctica que le apasionaba. Lo hacía con empresarios, políticos, periodistas, sindicalistas y dirigentes sociales. Siempre se habló de su dilección por Elisa Carrió y Gabriela Michetti. Pero enfrente de su modesta silla estuvieron socialistas, radicales, peronistas (Eduardo Duhalde y Daniel Scioli, entre varios) y hasta Mauricio Macri.

Ese ejercicio nunca fue comprendido por los Kirchner, ciudadanos de las antípodas. Supusieron siempre que detrás de esa cortina, Bergoglio ocultaba aspiraciones de articulador político del arco opositor.

Terminaron de convencerse, erróneamente, cuando el cardenal intervino durante el conflicto con el campo. Aunque sus invocaciones fueron sólo en torno a la búsqueda de una pacificación.

Cuando Bergoglio aludía a la pobreza, los Kirchner lo interpretaban como un demérito de su gestión. Cuando refería a la corrupción, tal vez, los colocaba delante de un espejo incómodo. Ese vínculo traumático, a lo mejor, la priva a Cristina de entender esta oportunidad: que un cura jesuita, latinoamericano y argentino se haya convertido en Papa, por primera vez, en una milenaria historia.