A MODO DE PRESENTACION

Ya esta. El sueño se cumplió. Dejare de escribir en las paredes, ahora tengo mi pagina propia. Soy un periodista de alma, que desde hace 40 años vive y se alimenta de noticias. Tenia 18 años cuando me recibieron en El Liberal de Santiago del Estero, el doctor Julio Cesar Castiglione, aquien le debo mucho de lo que soy me mando a estudiar dactilografia. Ahí estaba yo dando mis primeros pasos en periodismo al lado de grandes maestros como Noriega, Jimenez, Sayago. Gracias a El Liberal conocí el mundo. Viaje varias veces a Europa, Estados Unidos, la lejana Sudafrica y América del Sur, cubriendo las carreras del "Lole" Reutemann en la Formula 1. Después mi derrotero continuo en Capital Federal hasta recalar para siempre en Mar del Plata, donde nacieron tres de mis cinco hijos y conocí a Liliana, el gran amor de mi vida. Aquí fui Jefe de Redacción del diario El Atlántico y tuve el honor de trabajar junto a un enorme periodista, Oscar Gastiarena. De el aprendí mucho. Coqui sacaba noticias hasta de los edictos judiciales. Bueno a grandes rasgos ese soy yo. Que es Mileniomdq, una pagina en la web en donde encontraras de todo. Recuerdos, anedoctas, comentarios. Seré voz y oídos de mis amigos. Ante un hecho de injusticia muchas veces quisistes ser presidente para ir en persona al lugar y solucionar los temas. Eso tratare de ser yo. Una especie de justiciero ante las injusticias, valga el juego de palabra. No faltaran mis vivencias sobre mi pago, Visiten el lugar, estoy seguro que les gustara. Detrás de mis comentarios idiotas se esconde un gran ingenio.

viernes, 1 de marzo de 2013

LA FOTO DE SAN GIL QUE SELECCIONO LA BBC

LA FOTO DE LA PROCESIÓN DE SAN GIL DE JUAN MANUEL ARAGON SELECCIONADA POR LA BBC


Juan Manuel Aragón
http://juanaragon.blogspot.com.ar

Durante los años que fui corresponsal del Nuevo Diario en La Banda, me preocupé por hacer amigos de toda clase, del noble y el villano, del prohombre y el gusano, como dice la canción. Fueron los vendedores de la vereda del mercado Unión quienes me dieron precisiones de la fiesta de San Gil de la que –por supuesto- había oído hablar unas cuantas veces. La fiesta tiene algunas tradiciones quizás copiadas de la San Esteban, pero guarda sus particularidades también. El Gallego Luluaga llevaba cadenitas para vender a los peregrinos, Lino Cuenca tenía un “tire y pegue” o algo así y un cordobés, casado con una bandeña que vivía cerca de Sacha Pozo, hogar del santo, me contagió su entusiasmo  inquebrantable por esa fiesta de los agricultores, los pobres y los campesinos.
Y fui y vi y me gustó.
Y volví todos los años que seguí de corresponsal. Una de esas veces y siguiendo el consejo de Alfredo Peláez que sostenía que la noticia no espera, en vez de aguaitarlo al santo el 25 de agosto cuando lo traen a hacerlo velar en una iglesia de Santiago, la noche anterior me fui a Sacha Pozo. Y de allá me vine de a caballo, siguiendo la peregrinación desde el fondo del departamento Banda. Salimos de madrugada y llegamos a Santiago a las 6 de la tarde, 12 horas después, en un viaje que no olvidaré jamás. Observar las viejitas saludando la pasada del santo con sus pañuelos en lugares como La Granja, La Tijera, las primeras casas antes de la Grafa, fue una experiencia maravillosa para un periodista que hasta ese momento se decía descreído y tal vez lo fuera. Las mujeres de la entrada de La Banda ofrecen a los jinetes sánguches de mortadela que hacíamos pasar con cerveza. Sujetar el el flete hasta hacerlo caminar por las veredas con malvones de los orgullosos bandeños fue una sensación que no tiene nombre, carajo. Esperar junto a otros paisanos a que miles y miles de devotos se hicieran pisar por el santo, sentir que de adentro brota un alarido que es desquite en lugares por los que normalmente se pasa callado, observar que los dueños de la imagen la acompañan a sol y a sombra por miedo a que los curas de las iglesias lo quieran quedar. Eso y más se me grabó en la memoria y me cinceló el corazón con un sentimiento de rabia que se expresa y que surge y que no he vuelto a sentir.
Después volví a Santiago y el periodismo me llevó por otros rumbos. Pero ya tenía metido el veneno y me hice devoto de San Gil.
El último año que viví en los monoblocs de la Bolivia, en Santiago, una tarde que estaba en casa tomando mate, me acordé. ¡La puta!, era 25 de agosto, San Gil venía a visitar a San Roque, templo en el que pasaría la noche antes de regresar, al día siguiente, a su pago.
Tomé mi cámara, una vieja Olympus OM1 que le compré al gran Chito Martínez y me fui disparando a tomar fotos en la Yrigoyen al fondo. En un hotel nuevo que hay frente a la escuela 40 pedí permiso y me cedieron por un rato una habitación desde la que gatillé algunas tomas. Luego bajé, me metí entre la multitud e hice unas cuantas más.
Y al final guardé las fotos y me olvidé.
Hasta que hace unos días vi la convocatoria de la web de la BBC en español, pidiendo que los lectores envíen fotografías que ilustren la tradición. Busqué en mi archivo a ver si había algo y desde la pantalla del ordenador titilaban las fotografías.
Bueno, ahí está.

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