“Salinger se pasó diez años escribiendo El guardián entre el centeno y el resto de su vida arrepintiéndose”. Con ese ritmo –contundente– empieza Salinger, la investigación de Shane Salerno y David Shields, que nació con la pretensión de contestar: por qué Salinger dejó de publicar; por qué desapareció, y qué escribió durante los últimos 45 años de su vida.
Las respuestas no son siempre satisfactorias o completas, pero el material inédito –un centenar de fotografías, extractos de publicaciones, diarios, cartas, memorias, transcripciones judiciales y expedientes militares desclasificados– hacen de éste, un libro único.
Estructurado cual guión –Salerno estrenó el año pasado el documental homónimo– con más de 200 entrevistados, el libro esquiva la linealidad y tal vez se acerca más a la psicología del autor. Se relata como nunca su rol en la Segunda Guerra Mundial como agente del contraespionaje –que lo destruyó psiquícamente pero que, según los autores, lo hizo un gran artista–, su trabajo en la posguerra para “desnazificar” Alemania, la compleja relación familiar, el mundo editorial, las mujeres –en especial, las jóvenes– y su apego a la religión vedanta que, en Salinger –se deduce– por momentos, se pareció más a un montaje. Sufrió el mito de los 65 millones de ejemplares vendidos de El guardián, pero eligió perpetuarlo y vivir bajo su sombra.
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