La épica Muhammad Ali – George Foreman está plagada de detalles curiosos que le dan más color a uno de los combates emblemáticos de la historia del boxeo. Como si no fuese suficiente que una pelea reuniese a estos dos colosos, un Foreman de 25 años y un experimentado Ali de 32, resulta que hay un montón de historias que Ferdie Pacheco cuenta en el libro ” The 12 Greatest Rounds of Boxing: The Untold Stories“.
Para la fecha, Pacheco era el médico de Ali, por lo que su testimonio resulta indispensable. Narra Pacheco que desde el origen la pelea tuvo características inusuales ya que Don King debió ofrecer cinco millones de dólares a cada púgil para que aceptaran el combate. La anécdota de esto es que Don King logró el sí por parte de ambos sin tener el dinero ni a alguien que asomara interés por pagar semejante cantidad de dinero en 1974. Sólo el presidente de Zaire, Mobutu Sesé Seko, aceptó pagar la suma para llevarse la pelea a su país y atraer los reflectores del mundo.
También Pacheco explica cómo ambos peleadores se conectaron con el público africano. Mientras Alí llegó a mezclarse entre la gente, Foreman en cambio se hizo acompañar de tres grandes perros pastore alemanes y un robusto anillo de seguridad. Para la gente de Zaire el gesto de los perros no fue amable, pues estaban frescas en su memoria las carreras que habían dado para huir de los canes de la policía Belga. Tal vez eso explique por qué Ali tuvo su propio cántico (“Ali bomaye” – Ali, mátalo) y nada fuese coreado para aupar a Foreman.
Además, mientras Foreman tomó la suite presidencial del hotel más importante de Kinshasa, Ali quedó obligado a permanecer en la casa vacacional del presidente, a unos 20 minutos de distancia de la capital. Adicionalmente, Foreman temía ser envenenado, por lo que sólo consumía el agua mineral y la comida que le era enviada desde Estados Unidos y que alguien cocinaba para él. Por si fuera poco, un día antes de la pelea solicitó quinientos mil dólares adicionales, amenazando con no pelear si no se cumplía su requerimiento. Don King le extendió un cheque que podía ser cobrado los días siguientes en Londres, pero que dada la reputación del empresario, nadie cree que cobró. El colofón fue que además pidió a uno de los ministros de Mobutu que una vez derrotara a Ali, le llevaran a Joe Bugner para pelear con él. No era para el mes siguiente, ni para el día siguiente. Foreman lo quería para pelear con él inmediatamente de la victoria ante Ali que el daba por segura. El ministro, pro-Ali, le dijo que no había problema y corrió a contarle a Muhammad que a Foreman se le había zafado un tornillo.
Pero también Ali estaba lidiando con sus propios fantasmas. El primero de ellos era la gran expectativa que él mismo había generado alrededor de esta pelea, por su cualidad de bocazas. Después, el séquito mulsumán que le acompañaba y que según Pacheco, no era precisamente conveniente para él. Fue uno de los médicos mulsumanes quien en Kinshasa determinó que Ali era diábetico, sin análisis de sangre alguno, y que debía consumir medio litro de helado de vainilla con melocotones en almíbar el día de la pelea. Ferdie Pacheco lo tomó por loco. También tuvo que lidiar con las deficiencias del improvisado ring, cuyas cuerdas estaban defectuosas, por lo que Angelo Dundee le rogó que se mantuviese alejado de ellas.
Ali no hizo caso y dice Pacheco que si lo hubiese hecho, no habría sido Ali. Y tal vez tampoco hubiese salido victorioso, para sorprender a la mayoría que daba a Foreman y a su juventud la preferencia para vencer en el combate y mantener el título. Y tal vez, sin este montón de curiosidades, la pelea hubiese sido tan sólo una versión plain de lo que realmente fue.
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