A MODO DE PRESENTACION

Ya esta. El sueño se cumplió. Dejare de escribir en las paredes, ahora tengo mi pagina propia. Soy un periodista de alma, que desde hace 40 años vive y se alimenta de noticias. Tenia 18 años cuando me recibieron en El Liberal de Santiago del Estero, el doctor Julio Cesar Castiglione, aquien le debo mucho de lo que soy me mando a estudiar dactilografia. Ahí estaba yo dando mis primeros pasos en periodismo al lado de grandes maestros como Noriega, Jimenez, Sayago. Gracias a El Liberal conocí el mundo. Viaje varias veces a Europa, Estados Unidos, la lejana Sudafrica y América del Sur, cubriendo las carreras del "Lole" Reutemann en la Formula 1. Después mi derrotero continuo en Capital Federal hasta recalar para siempre en Mar del Plata, donde nacieron tres de mis cinco hijos y conocí a Liliana, el gran amor de mi vida. Aquí fui Jefe de Redacción del diario El Atlántico y tuve el honor de trabajar junto a un enorme periodista, Oscar Gastiarena. De el aprendí mucho. Coqui sacaba noticias hasta de los edictos judiciales. Bueno a grandes rasgos ese soy yo. Que es Mileniomdq, una pagina en la web en donde encontraras de todo. Recuerdos, anedoctas, comentarios. Seré voz y oídos de mis amigos. Ante un hecho de injusticia muchas veces quisistes ser presidente para ir en persona al lugar y solucionar los temas. Eso tratare de ser yo. Una especie de justiciero ante las injusticias, valga el juego de palabra. No faltaran mis vivencias sobre mi pago, Visiten el lugar, estoy seguro que les gustara. Detrás de mis comentarios idiotas se esconde un gran ingenio.

jueves, 2 de octubre de 2014

OTRO TROPIEZO CON LA MISMA PÍEDRA

  • Ricardo Kirschbaum
Para Cristina, la cuestión de los fondos buitre no es un problema solamente derivado de la codicia de unos pocos ni de la complicidad de un juez neoyorquino. La colisión, nada menos, es con el propio gobierno de Estados Unidos.
Si se examinan las declaraciones tanto de la Presidenta como de los ministros de Relaciones Exteriores o de Economía, así como las diarias declaraciones del jefe de Gabinete a punto de abandonar el cargo, se encontrará esa matriz del conflicto, una palabra muy usada desde el atril de Casa Rosada.
Esta es la forma que encontró el Gobierno para convertir el diferendo con Griesa en una crisis de la relación bilateral. Ese fue el espíritu de la ofensiva verbal y epistolar, advirtiéndole a Obama que se deberá hacer cargo de las consecuencias de las decisiones que adoptó ese juez de Nueva York.
El vocero del Departamento de Estado consultado anoche por la corresponsal de Clarín sostiene, en cambio, que es Argentina la que debe normalizar su relación con los acreedores para volver a participar del sistema financiero internacional (ver página 8). Exactamente lo mismo que dijo aquí Kevin Sullivan, el diplomático americano de mayor rango en el país.
Nadie que sepa algo de política exterior puede decir que Sullivan habló por las suyas: lo hizo siguiendo instrucciones de su Gobierno. Utilizó la palabra “default” cuando dijo que Argentina debería resolver esa cuestión central y poder acceder al mercado de capitales. Y eso desató la escalada oficial, con la amenaza del canciller Timerman de expulsarlo del país por intromisión en asuntos internos.
Argentina sostiene que esto es un problema entre gobiernos y que Griesa –replicando la conducta oficial aquí con la Justicia– es un problema que tiene que solucionar el presidente Obama.
En todo caso la cuestión doméstica aquí es política y se trata de un intento de acumulación local con consecuencias externas difíciles de mensurar pero que, tarde o temprano, aparecerán en la agenda. No hay nada gratuito.
Está claro que el desacato que dictó Griesa tiene dos consecuencias.
Una, concreta, que puede traducirse en multas que alguna vez la administración, cualquiera sea, deberá saldar.
Otra, más seria, tiene el efecto de una bomba en profundidad sobre la ya maltrecha confianza que despierta el país en el mundo financiero y en las necesidades de inversiones cada vez más imperiosas.
La obstinada conducta de tropezar con la misma piedra ya es una constante y demuestra que el aprendizaje de los errores es una materia olvidada en la política exterior.

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