A MODO DE PRESENTACION
sábado, 25 de abril de 2015
MI ABUELO RAMON IBAÑEZ, EL PRIMER PROFESOR DE TELARES DE SANTIAGO
No hay historias familiares completas. Ni aun en las celebridades. Siempre algo quedo perdido en el camino del tiempo. Peor si en esta época se te da por viajar al fondo de la historia. Lo que no te contaron tus padres o abuelos, ya fue; se llevaron el secreto a la tumba. Mi sobrino Flavio, hijo de mi prima Nichita por la rama materna, anda por estos días tratando de reconstruir en base a fotos y datos de tios, y familiares la historia de los Nievas, su abuelo y de los Ibañez, su abuela. Intentare contarle algo de mi abuelo materno y de paso rendirle homenaje a quien fue el primero y creo único profesor de telares de de Santiago del Estero en la escuela de manualidades. Ramón Ibañez se llamaba y era de Loreto. Fue uno de los sobrevivientes de las inundaciones de 1908.
En las tarde-noche bajo el cielo estrellado y único de Santiago mi abuelo sentado en una reposera nos sabia contar cosas de antes. De la luz mala que nunca la pudo ver; de aparecidos, algunos de los cuales no eran tales y también, pero muy al pasar, sobre las inundaciones de Loreto, algo, que hoy me doy cuenta, lo dejo marcado. En esa época de los relatos a la luz de la luna, solo escuchábamos, no preguntábamos. Teniamos 10 años, mas o menos.
Mi abuelo Ramón, le deciamos Tata, fue de tener siempre autos, viejos. Recuerdo la chatita, que era una de las primeras Ford T, que se arrancaba a manija, luego otra mas moderna, hasta llegar a un Playmon, que lo hacia trabajar de taxi. Un buen dia venia con mi hermano el Ruso en la chatita y se le corto la dirección, y fueron a parar en el paredón de la cancha de Estudiantes de Huaico Hondo. Al taller de Silvenci, gran amigo y el mecánico preferido de mi abuelo. Una anedocta mas antes de entrar en la historia en si. Era una noche de carnaval, mi abuelo volvía en su chatita de Loreto, un problema mecánico lo dejo a la vera del camino de tierra en esos tiempos. Habia barro por las lluvias recientes. El Tata se dispuso a pasar la noche, ya en la madrugada vio una luz que avanzaba sobre el monte en dirección a el. "Ahora, por fin, veré la luz mala", se dijo. Cuando estuvieron cerca se dio cuenta que era una familia con un farol que retornaban de un baile de carnaval, esquivando los charcos de agua. Sigamos con la historia:
En esa chatita mi abuelo me solia llevar a una humilde vivienda, mitad rancho, mitad casa de material, en las afueras de la ciudad a visitar a una pareja de ancianos. La viejita se llamaba doña Aparicia, le deciamos tia; murió en su cama de tiento. En esa época quien esto escribe tenia 5 años. Ya grandes con mi primo hermano Hugo, repasando la historia familiar y por datos que le contó su madre, la tia Aparicia, era la madre de mi abuelo o sea nuestra bisabuela. Gran nadadora, fue la que salvo al abuelo Ramon, que era muy chico de las inundaciones del 21 de diciembre de 1908 que sepulto a la vieja Villa San Martin. Dicen que en algunos puntos el agua superaba los dos metros y medio de altura. A pesar de los esfuerzos de operarios y habitantes, no se pudo evitar el avance de las aguas. Faltaban brazos; los peones estaban extenuados luego de trabajar día y noche en forma agotadora. Los ranchos comenzaron a derrumbarse y las familias desesperadas, esperaban ayuda a la intemperie. Desde Loreto, a través del telégrafo, llegaban a Santiago los pedidos de auxilio: carpas, galletas para los peones, alimentos, ropa.
También el Tata me llevaba a visitar a su padre en el barrio El Triangulo, o sea mi bisabuelo, de apellido Mansilla. Un viejo sordo como una tapia, que leía el diario sin lentes. Se murió de viejo. Mi abuelo tenia hermanas mujeres que lo adoraban, todas de apellido Mansilla. El único Ibañez era el. En esa época ni nos importaba, ni nos dábamos cuenta. Mas aquí en el tiempo. llegamos a la conclusion que mi abuelo era hijo no reconocido del bisabuelos Mansilla, fruto de un amor furtivo con la tía Aparicia la que salvo a su hijo de las aguas, derrotando al rio Dulce.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario