LOS ASADOS DE MAXIMO KIRCHNER

Por Pablo de Leon

Máximo Kirchner quiere formar parte de la discusión en el peronismo. El hijo de Cristina es el fundador y jefe de La Cámpora, pero intenta ponerse -ante los referentes peronistas- por encima de la representación de esa agrupación; por eso, comenzó a jugar para mostrarse como un actor por la unidad de las distintas tribus del PJ.

Para eso, varios son los asados donde el diputado nacional, establecido en la Ciudad de Buenos Aires, se acercó mostrándose austero, con vocación de escuchar y dando su punto de vista sin intención de parecer imponente, característica más parecida al estilo de su padre que al carácter fastuoso de su madre.

Días atrás, Máximo se sentó a degustar unos bifes con dirigentes del Movimiento Evita, fuerza que escindió a su tropa de diputados nacionales del bloque del FpV, donde Héctor Recalde ya no tiene fuerza ni influencia. El hijo de los ex presidentes se mostró, en esa cita en el barrio porteño de Barracas, menos belicoso con el Evita que sus compañeros de La Cámpora, quienes -a través de un documento que luego tuiteó la propia CFK- fustigaron la ley de Emergencia Social que impulsó esa fuerza a través de su senador Juan Manuel Abal Medina.

Ese espíritu abierto lo mostró también en un asado con integrantes del llamado “Grupo Esmeralda“, una tribu calificada como “dialoguista” tanto por sus detractores como por sus allegados. Máximo probó un vacío junto al intendente de San Martín, Gabriel Katopodis, y con Juan Zabaleta, de Hurlingham. Allí, escuchó con atención a esos alcaldes que pelean para que la lista de apoderados del PJ en la provincia de Buenos Aires se amplíe y que la lapicera que confecciona las boletas electorales ya no esté en manos de los K con exclusividad.

Ese asunto, el joven Kirchner también lo habló (sin asado y vía telefónica) con Fernando Espinoza, el presidente del PJ Bonaerense, quien está pergeñando una cita para el 27 de diciembre del Congreso de esa fuerza. La idea del ex intendente es que el cónclave sea en la Universidad de La Matanza, lo que no es del gusto de los demás sectores políticos que conforman el pejotismo provincial.

Con quien hasta el momento no tuvo un mano a mano el hijo de Cristina es con Florencio Randazzo. Pero no sólo lo elogió hace dos días, en una entrevista radial con Daniel Tognietti, sino que envió a sus principales espadas a conversar con él. El viernes anterior, Eduardo “Wado” De Pedro y Andrés “Cuervo “ Larroque discutieron con el ex ministro, en el barrio de San Telmo, sobre la posibilidad de unificar el bloque de diputados de la provincia de Buenos Aires, donde el peronismo asoma partido y en medio de rencillas difíciles de zanjar.

Máximo también elogió, en ese reportaje radial, a los hoy massistas Alberto Fernández (con quien habla seguido) y Felipe Solá. El que no tiene cabida en el “perdón” de Máximo es Diego Bossio, con quien hasta trataba sobre la vida interna de Racing Club.

Otro asado, con empanadas de entrada y manzana de postre, sucedió en Villa La Ñata, propiedad de Daniel Scioli, hoy aliado fundamental de los K. Junto a Máximo llegaron Andrés Larroque y Hernán Reibel y los esperaban, además del ex gobernador, Alberto Pérez y Carlos Gianella.

En La Cámpora se juegan, en espejo, diferentes estilos: Máximo Kirchner y "Wado" De Pedro asoman como los cultores de un estilo abierto mientras que queda para otros, como Larroque, Juan Cabandié o Mayra Mendoza, el rol más duro en las acciones y declaraciones. Todos ellos escucharon, también en un asado pero esta vez en la provincia de Buenos Aires, a Máximo exhortar a su madre para que participe electoralmente el año que viene. La dama no contestó pero allí se confirmó que -todos en el kirchnerismo- dependen de la competencia electoral de CFK.

Pero no todas son rosas en el camino del joven Kirchner. Además de los ruidos que mantiene en las causas judiciales por los hoteles familiares, su desembarco de este fin de semana en Entre Ríos fracasó estrepitosamente. El viernes en Paraná, hubo escasa presencia de gente y sólo se vio a dirigentes locales, en su mayoría complicados con la Justicia. Ni el ex gobernador Sergio Urribarri se mostró por allí, preocupado más por el bombardeo de causas que lo tienen en vilo que por acompañar al hijo de Cristina en su incursión entrerriana.