Por Nicolas Wiñazki
Pasen y escuchen: cristinismo al desnudo. Esta es una de las tantas lecturas que pueden hacerse al oír el diálogo -por darle un nombre- entre Cristina Fernández, ex presidenta de la Nación, y Oscar Parrilli, ex jefe en su Agencia Federal de Inteligencia (AFI, la ex SIDE).
Una conversación, este intercambio, no es. La ciudadanía puede conocer por primera vez, y a viva voz, cómo CFK trataba en la intimidad a sus funcionarios de mayor confianza -que eran los de mayor rango en el país-, y cómo le respondían con reverencia, sin plantear disidencias, e incluso con cierto temor.
Detalles como estos circulaban en los medios desde muchos años atrás.
Ahora, sólo a través de la filtración de una comunicación telefónica -una intervención ordenada por la Justicia-, esos modales y ese estilo personal de gobernar quedaron al desnudo.
El audio -revelado por Clarín y luego difundido completo por Luis Majul en La Red- muestra además cómo reaccionaba Cristina ante acusaciones, después judicializadas, y muy sensibles, reproducidas por los medios. Su obsesión.
La historia empieza así.
El 11 de julio del 2016 uno de los últimos adversarios de CFK, el ex director general de Operaciones de la Secretaría de Inteligencia, Antonio "Jaime" Stiuso, dio una entrevista al diario La Nación en la que acusó al Gobierno K de haberlo amenazado de muerte, de haberlo querido "matar".
Además, Stiuso aseguró que al fiscal Alberto Nisman lo habían asesinado por sus investigaciones sobre los iraníes implicados en el ataque terrorista a la AMIA. Y agregó que los Kirchner usaban un servicio de Inteligencia paralelo que les armaba "carpetazos" contra sus enemigos políticos.
En el intercambio con Parrilli, a quien trata de "pelotudo" por no haber leído ese reportaje, Cristina deja en claro que ninguna de las graves acusaciones que había formulado Stiuso le importaban. Es por ello que ni le pide a Parrilli que arme un comunicado como ex Jefa de Estado para desmentir tremendas denuncias, y que ni siquiera instruyó a sus abogados para denunciar al ex espía ante la Justicia.
"A este tipo hay que matarlo", dice la ex presidenta, supuestamente hablando en el sentido figurado, político. Y es entonces que muestra cómo efectivamente los K sí tiraban "carpetazos" contra sus rivales: le exige a su ex empleado público que le busque las denuncias que, según ella, ya le había "armado" a Stiuso.
También le pide que enumere qué jueces las tienen y por qué -siempre de acuerdo con su visión- nunca se avanzó en esos expedientes.
Parrilli titubea, parece no animarse siquiera a decirle en qué lugar se encuentra en ese momento porque le explica que todavía no leyó la entrevista de la polémica. Incluso le da dos respuestas distintas.
Y le dice que sí a todo.
Cristina se muestra indignada sólo porque Stiuso afirmó en La Nación que su Gobierno armaba "carpetazos" y no lo había denunciado. Stiuso sí denunció el "servicio de inteligencia paralelo K" ante la Justicia. Una inteligencia que, según él, manejaba el general César Milani, comandante en jefe de las Fuerzas Armadas. Algunas de las causas en contra de Stiuso, además, se habían ido cerrando.
La escucha es un testimonio sobre aquello que la ex presidenta dice detestar: el armado de "carpetas" con detalles sobre quienes despertaban su enojo, o sus nervios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario