Con la renovación total del sistema lumínico de la iglesia Santa Felicitas, en Barracas, el Gobierno porteño puso en marcha la puesta en valor de este histórico templo ubicado sobre Isabel la Católica 520, en Barracas. Los trabajos incluyen restauraciones en el interior y la fachada del edificio, construido en 1876 a modo de trágico homenaje tras la muerte de Felicitas Guerrero. Desde el Ministerio de Ambiente y Espacio Público informaron que los trabajos comenzarán por la readecuación del tendido eléctrico en la nave central de la iglesia, crucero, altar mayor, altares menores, camarín, sacristía, gruta y casa del sacerdote. También se van a restaurar las arañas y artefactos de iluminación históricos de la iglesia y la iluminación arquitectónica de la fachada.
El recinto fue levantado por los padres de Felicitas Guerrero, en memoria de su hija que murió a los 24 años a manos de un pretendiente desairado. Hace tiempo que el espacio, un punto de interés histórico para el barrio, había lanzado un llamado de atención sobre sudeterioro. Pintadas en sus paredes exteriores y humedad en su interior eran algunos de los problemas que ya por 2014 presentaba el edificio, momento en el que las autoridades de la Ciudad anunciaron las obras que ahora comienzan a materializarse.
“En el marco del Plan Urbano Ambiental estamos restaurando esta iglesia con el fin de resguardar la integridad de la obra y recuperar el simbolismo cultural, histórico y arquitectónico de uno de los edificios más antiguos de la ciudad”, dijo Eduardo Macchiavelli, ministro de Ambiente y Espacio Público porteño.
La historia de Felicitas es conocida popular y fatídicamente: con apenas 16 años se casó con el millonario Martín Gregorio de Álzaga. Pero ocho años después, el hombre que la triplicaba en edad falleció y ella se convirtió en una joven, bella, adinerada y pretendida viuda dentro del círculo más aristocrático de la sociedad porteña. En el medio también perdió dos hijos, uno a los seis años a causa de la fiebre amarilla, y el otro antes de nacer. Felicitas vivía en una casona, emplazada justo detrás de donde hoy se erige la iglesia.
Tiempo después de enviudar comenzó una relación con uno de sus candidatos, Enrique Ocampo, pero la cosa no prosperó ya que ella se sintió atraída por otro de los que la cortejaban: Manuel Sáenz Valiente. Ocampo no pudo soportarlo y en medio de una fuerte discusión disparó dos veces contra Felicitas. La joven mujer murió al día siguiente, y unos años después nació el mito de que se pasea como un fantasma por el templo que construyeron en su nombre, que tiene dos estatuas que la recuerdan a ella con su hijo Félix y a su esposo, y que es propiedad del Gobierno de la Ciudad.
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