Por Nicolas Wiñazki
Diego Ángel Lagomarsino. Cuarenta años. Frecuentaba a Alberto Nisman. El sábado 17 de enero del 2015 por la tarde le prestó un revólver Bersa 22. De esa arma salió un disparó que mató al fiscal del caso AMIA. No se sabe a qué hora exacta de qué día de ese fin de semana de verano, de hace dos años, se desató la tragedia. Ni cómo fue. Punto. Ninguna otra certeza más se agrega en la Justicia al respecto.
Los nuevos investigadores federales de la causa, el fiscal Eduardo Taiano y el juez Julián Ercolini, intentan dilucidar por qué un balazo mató al fiscal que investigaba el mayor ataque terrorista de la historia de la Argentina, quien además había denunciado a la ex presidenta Cristina Kirchner por ser la líder del encubrimiento a los ciudadanos iraníes acusados de haber cometido la voladura de la mutual judía en 1994.
La nueva hipótesis judicial puso a Diego Lagomarsino bajo sospecha. En un sentido figurado, y tal vez jurídico, Diego Lagomarsino no parece ser el Diego Lagormarsino conocido hasta ahora, quien aseguró ser un simple analista informático de Nisman que cometió el error de prestarle un arma. Según pudo saber Clarín de fuentes del expediente, existen nuevas pruebas e indicios concretos que comprometen su situación procesal. Se trata de relatos de testigos que trabajaban con Nisman contradicen la versión de quien dijo ser su custodio digital.
A eso se suma que en su casa se encontraron más de un centenar de CD con escuchas telefónicas relacionadas con el caso del ex espía Ciro James, una trama que Nisman investigó y en la que quedó procesado Mauricio Macri, quien después fue sobreseído de esa causa. Existen ahora además nuevos indicios que agregan interrogantes que podrían afectar la coartada de Lagomarsino, el único imputado en el expediente de la muerte de Nisman.
La nueva pesquisa apunta ahora hacia él como probable protagonista de las horas desconocidas en las que una bala abatió para siempre al fiscal mientras este aparentemente estaba en el baño del departamento 02 del piso 13 de la torre Boulevard de Le Parc Puerto Madero.
Taiano y Ercolini iniciaron casi desde cero la instrucción que antes habían llevado adelante en el fuero ordinario la fiscal Viviana Fein y la jueza Fabiana Palmaghini. Taiano incluso denunció a Fein y al secretario de Seguridad, Sergio Berni, por posibles irregularidades cometidas en su labor en esta trama.
Nuevas medidas de prueba tomadas por Taiano y Ercolini los llevaron hacia indicios probatorios que podrían complicar a Lagomarsino.
Taiana, por ejemplo, le tomó declaración a todos los empleados que trabajaban con Nisman en su fiscalía. Fein no había terminado siquiera de cumplir con ese paso básico.
Ninguno de los empleados de la fiscalía de Nisman recuerdan que Lagomarsino les haya arreglado alguna vez sus computadoras.
Algunos de ellos, sin embargo, dijeron que Lagomarsino visitaba de vez en cuando a Nisman.
Él, en cambio, había asegurado que trabajaba como analista informático de esa dependencia relevante del Ministerio Público.
Solo dos personas de la fiscalía AMIA le contaron a la Justicia que Lagomarsino tuvo algo que ver con la informática del lugar. Fueron, justamente, quienes sí estaban formalmente contratados para resolver los problemas de las computadoras.
Este diario pudo reconstruir, en base a fuentes que conocen el vuelco que tomó el expediente, que ambos testigos declararon que en una ocasión determinada le pidieron a Lagomarsino que resuelva un problema tecnológico, y que él lo intentó y no pudo solucionar nada.
La coartada que sostiene la defensa de Lagomarsino indica que el técnico le prestó su Bersa 22 a Nisman el sábado 17 a alrededor de las 8 de la noche -por pedido del fiscal-, y que éste hizo salir a Lagomarsino por la puerta principal del departamento.
Bajó entonces por el ascensor en el que, según él, se encontró con personas que podrían identificarlo. Taiano y su equipo - solo 5 empleados- detectaron que Lagomarsino dio dos versiones de ese mismo hecho.
En una de ellas, declaró que eran cuatro las personas que se encontró en ese ascensor. Y otra vez afirmó que en realidad eran dos. ¿Cuál de las dos versiones es la correcta?
No existen imágenes de cámaras que puedan ayudarlo: las de ese ascensor no funcionaban, como sí lo hacían las que lo filmaron al entrar al departamento por la puerta de servicio, una diferente por la que salió.
Las dudas de los nuevos investigadores del caso aumentaron cuando terminaron otro trabajo primario que Fein nunca hizo: tomarle declaración a todos los habitantes de las Torres de Le Parc. Ninguno avaló la escena relatada por Lagomarsino: nadie se acuerda o ratificó que ese sábado 17 de enero del 2015, siendo poco más de las ocho de la noche, hayan compartido el ascensor con una persona que ahora es muy conocida por la opinión pública, Lagomarsino.
Otras de las pruebas que hacen sospechar a Taiano y Ercolini sobre el rol que cumplía este técnico informático junto a Nisman es más inquietante. Cincuenta días después de que Nisman fue encontrado muerto, la fiscal Fein ordenó allanar la casa de Lagomarsino. La Justicia secuestró del lugar una infinidad de material: mucha tecnología. Entre esos elementos, se analizaron ciento setenta CD. En más de un centenar de ellos se encontró material caliente de una causa muy relevante para Nisman: eran escuchas telefónicas realizadas por el ex agente policíaco Ciro James, acusado de haber realizado “pinchaduras” de modo ilegal en una trama por la que terminó procesado Macri, y finalmente sobreseído. ¿Por qué Lagomarsino guardaba en su casa esas escuchas?
Según había explicado en el programa de Mirtha Legrand, Nisman le había encargado que “auditara” esas escuchas. ¿Qué significa auditar ese material ya antes analizado por la ex Secretaría de Inteligencia.
Lagomarsino sostiene como principal defensa que se conoce que el arma que mató a Nisman es suya porque él fue quien lo declaró ante Fein el lunes 19 de enero, cuando se enteró de la muerte de su supuesto jefe.
Dos datos llamativos.
La autoridad judicial con la que Lagomarsino habló del tema fue el titular de la secretaría 116 del juzgado Nacional en lo Criminal Número 5, Daniel González. Lagomarsino se presentó en ese juzgado por error, creyendo que era el que tramitaba la causa por la muerte de Nisman.
González fue citado por Fein y dijo lo siguiente : “No le creí nada. Lloraba a gritos… Con mi experiencia de 22 años (en la Justicia) me dio la sensación de que simulaba, sobre todo porque no le estaba prestando declaración…”.
Un detalle: Fein escuchó a González en junio del 2015, cuatro meses después de Nisman apareció muerto. ¿Por qué tardó tanto? El primer juez del caso, Manuel del Campos, emitió un comunicado para informar que él había pedido que se tome esa declaración en enero del 2015.
Fuentes judiciales le contaron a Clarín otros datos más que se recolectaron. En la etapa II de la causa se encuentran testimonios que aseguraron que cuando Lagomarsino se contactó con la Justicia esa mañana del 19 de enero del 2015 para saber qué había pasado, o para informar que él le había prestado el revolver a Nisman, dijo esta primera frase: “Nisman se mató con el arma que yo le presté”. ¿Cómo lo sabía?
El caso de la muerte del fiscal lleva 748 días de investigación. Al mismo tiempo, acaba de empezar.
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