ENCUESTAS INCOMODAS PARA EL FRENTE PARA LA VICTORIA

Por Eduardo Paladini

Hace algunos años, en un avión camino a Córdoba, mientras varios felicitaban tardíamente a Jaime Durán Barba por haber impulsado la candidatura a vicejefa de Gobierno de Gabriela Michetti, el consultor ecuatoriano explicaba a un grupo de periodistas las dos mediciones básicas que deben mirarse para evaluar el potencial de un dirigente: su nivel de conocimiento y su rechazo electoral.

"Los parámetros ideales -seguía con su estilo locuaz Durán Barba- son que al postulante lo conozca más del 90% de la gente y que su techo electoral, es decir quienes no lo votarían, sea inferior al 50%".

¿Y la imagen?, le repreguntaron. "Mmmm... Depende, pero miren el caso de Ricardito Alfonsín", ampliaba el consultor, en referencia al radical bonaerense, con una imagen positiva por las nubes luego de la muerte de su padre, pero de performance mediocre cuando se candidateó para la Casa Rosada en 2011.

Dos encuestas de reciente divulgación hacen eje, entre otras cosas, en el rechazo electoral sobre el que discernía Durán Barba. Imposible hablar hoy de un escenario parecido al de principios de 2001, que desembocó en aquella histórica elección con récords de votos blancos y nulos, pero la mayoría de los dirigentes que pasaron bajo la lupa de los consultados tiene un alto nivel de "no lo votaría".

Los dos sondeos son de la Universidad Abierta Interamericana / Taquion / Axioner, y fueron relevados entre febrero y marzo. Indagan sobre las dos Buenos Aires, Ciudad (521 casos) y Provincia (756 casos). Algún potencial candidato como Elisa Carrió, se repite.

En ambos casos, se hace primero un recorte por partido o alianza. En cuanto a la Ciudad, acorde con los últimos resultados electorales, el PRO es el que tiene el menor rechazo: 39,1% de "no lo votaría", contra un 58,2% de "sí lo votaría". De modo positivo, lo sigue la alianza Cambiemos (43,3% "no lo votaría", contra 53,8% de "sí lo votaría").

En el otro extremo porteño figuran el Frente para la Victoria (72,5% de "no lo votaría" y 25,9% de "sí lo votaría") y el Frente Renovador (75,1% "no lo votaría", 20,7% "Sí lo votaría").

Curiosamente, también con recorte negativo aparecen dos expresiones vinculadas al oficialismo nacional. ECO, que encabeza el actual embajador en Estados Unidos, Martín Lousteau (70,9% "no lo votaría" y 11,1% "sí lo votaría") y la Coalición Cívica (64,6% "no lo votaría" y 29,9% "sí lo votaría").

Encuesta Ciudad de Buenos Aires, de la Universidad Abierta Interamericana.

Y la paradoja con esto último es aún mayor, porque cuando se consulta a qué candidatos votarían o no los porteños, entre los mejor valorados aparecen justamente Elisa Carrió, jefa de la CC, y Lousteau.

Muy mal en cambio les va a los posibles candidatos kirchneristas: Juan Cabandié tiene un rechazo electoral de 77,8%, Jorge Taiana un 73,8% y Daniel Filmus 69,3%.

En cuanto a la Provincia, según la encuesta, el mayor rechazo a nivel partidario lo tienen dos agrupaciones de poca o moderada penetración en el distrito: el GEN (81,9% "no lo votaría") y la Coalición Cívica (78,5% "no lo votaría"). Tampoco son buenos los números del Frente Renovador de Sergio Massa (73,9% de rechazo). Más parejos aparecen Cambiemos (66,4% "no lo votaría") y el PRO solo (62,7% "no lo votaría"), y el de menor rechazo es el Frente para la Victoria (62,6% "no lo votaría" y 36,9% "sí lo votaría", el mejor también en este último ítem).

Resultados encuesta provincia de Buenos Aires, de la Universidad Abierta Interamericana.

A nivel personas, el rechazo en general es alto, por encima del 50%. Los que zafan de ese promedio son el radical Facundo Manes (25% de "no lo votaría" pero sólo 23% de "sí lo votaría" y aún con alto nivel de desconocimiento), el ahora massista Roberto Lavagna (47% "no lo votaría") y Florencio Randazzo (45% "no lo votaría"). Les sigue Sergio Massa, con 52%.

En la otra punta aparece Aníbal Fernández, con números casi tan malos como los de Cabandié: 77% de rechazo electoral. Mucho, para quien soñó ser gobernador de la Provincia y hoy no puede ni subirse al palco de una marcha de protesta.