Por Yanina Sibona
"Vamos a ir a dar una vuelta en mi micro, que es el 3220", dice orgullosa Mariana Protzer. No es para menos, desde hace años soñaba con manejar un vehículo de alto porte. Junto a ella está Gabriela Cruz. Ambas, una misionera y la otra de San Salvador de Jujuy, conducen desde hace algunas semanas micros de larga distancia. Son las primeras en la Argentina.
De chiquitas les gustaba manejar. Primero se subieron a un auto, después a una moto y una de ellas condujo un camión, pero lo que querían era llevar pasajeros. Esperaban por una oportunidad que les permitiera hacer lo que les apasiona. "Hay muchas mujeres camioneras pero no choferes de larga distancia. Te dicen que deben modificar instalaciones, y adaptar las empresas para incorporar mujeres, pero tiene claramente mucho que ver con el machismo. Por suerte, los empresarios abrieron su mentalidad para brindarnos a nosotras las condiciones laborales que por derecho nos corresponden", explica Mariana.
Querían viajar por la ruta, transportar pasajeros a sus destinos y lo consiguieron. Ambas admiten que la primera reacción de la gente es de sorpresa pero después siempre viene la felicitación. "Antes no exisitía la posibilidad de que nos sentáramos en el lugar del conductor. Es un rubro que siempre fue pensado para hombres. Nosotras hicimos la prueba de manejo y, como cualquier otro, hoy tenemos nuestro lugar", indica Protzer.
Pese a que es increíble que en el 2017 sean las primeras, ellas aseguran que desde que se conoció la noticia, muchas más empezaron a mandar sus curriculum. "Ojalá que a partir de nuestra experiencia, los empresarios tomen la iniciativa y que se abran las puertas para las mujeres que quieran manejar colectivos de larga distancia, puedan hacerlo. En Crucero del Norte, la empresa que las contrató, no paran de llegar curriculum de mujeres que también quieren conducir un larga distancia, dice Gabriela.
Si bien está claro que no es una cuestión de genéro, ellas afirman que estadísticas internacionales indican que las mujeres son más produntes. Ellas dicen que además manejan otra sensibilidad. "Tenemos conciencia de que si llevas a una mamá con un bebé chiquito, o a una abuela que subió con dificultad, mientras manejamos estamos pensando en ser precavidas por los caminos en malas condiciones", sostiene Gabriela.
Por su trabajo, están lejos de sus casas muchos días de la semana. "Es nuestro segundo hogar porque pasamos más tiempo manejando que en nuestra casa", cuenta Cruz. Gabriela tiene tres hijas y Mariana un nene de ocho años. " Muchas veces me pide acompañarme al trabajo. Me aconseja y entiende como cualquier chico que esto es lo que eligió hacer su mamá", dice la misionera.
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