Por Rodrigez Niell
Fue una escena nunca vista en el Consejo de la Magistratura. Los kirchneristas, que se sabían perdedores, querían debatir y reclamaban que se respetaran las reglas de la República; los macristas, en una ostentación de poder, apuraban pragmáticos la votación y los jueces que iban a votar con el bloque oficialista miraban para otro lado sin hablar.
Envalentonado con el resultado electoral del domingo, el Gobierno decidió no dejar pasar la oportunidad y echó mano del manual kirchnerista más ortodoxo. Mientras el senador Mario Pais esperaba en los pasillos de la Corte Suprema que le tomaran juramento, aprovechó su mayoría circunstancial de dos tercios para suspender y abrirle el juicio político al camarista Eduardo Freiler, juez del tribunal más sensible para el poder político, el que controla los fallos de los jueces de Comodoro Py en las causas de corrupción. Mauricio Macri habían dejado claro desde hacía tiempo que quería esa cabeza.
Fue una señal inequívoca de poder. El Gobierno preparó el escenario, esperó el momento y no le tembló el pulso para votar sin el representante del Senado, a quien le iban a tomar juramento hoy, a las 9, pero seguía esperando cuando le avisaron que ya habían suspendido a Freiler.
No sólo no lo esperaron. El macrismo levantó una reunión de comisión y puso el tema que le interesaba primero en el orden del día para garantizarse que Pais no llegara. Venían diseñando el plan desde ayer.
Fue una señal de fuerza teledirigida a Cristina Kirchner. Ella es la gran adversaria de Mauricio Macri y puede pasarla muy mal en Comodoro Py, donde cada vez son más los jueces y fiscales que la tienen apuntada. Peor todavía, sin Freiler.
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