Hoy tuve otro ataque de santiagueñismo y me fui a recorrer el pago chico de mi niñez. Lo vi a Coligo en su Banda querida y su sinfonía de silbidos. Recordé aquella letra del "Cola" Ferreyra y Carlos Carabajal: "Ovillado por el vino/ tu canto eriza la noche/ y al escuadrón guitarrero tu voz/ como el lucero lo esconde. Solito como la urpila/ Coquito Caceres canta/ canta pechando la pena en su voz/ de su bohemia atormentada". "Coquito" Caceres, aquel viajero de las noches santiagueñas con su guitarra y su cigarro de chala, que siempre terminaba en El Rincón de los Artistas un colosal reducto que abrió sus puertas en el año 1943 en la calle Tucuman entre Pellegrini y Libertad, allí en donde lustraba zapatos un tal Argentino Ledesma.
En mi recorrida, me pare a escuchar a Los Tobas y a Los Chilalos. Me di una vuelta por el Parque de Grandes Espectáculos, aquel amplio predio en el Parque Aguirre que tenia dos pistas de baile y un gran escenario por el que desfilaron renombrados artistas. Recordé a mi viejo y a mi madre llevándome al balneario de La Dársena inaugurado en 1938, una confiteria de lujo para esos tiempos. Para ir se pasaba por la fabrica de humo en El Cruce que en realidad era la Fabrica de Carbón Activado.
Cosas de mi Santiago, como el celebre Regimiento 18 de Infantería, la escuela Sachita, las Lomas Coloradas, don Zoco y su carrito parecido a una locomotora en el que vendía maní caliente para el invierno barrio por barrio. Hasta en mi viaje imaginario me pareció ver al cura Vera oficiando misa en la parroquia San Roque.
A MODO DE PRESENTACION
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