Le decían "Búho" y lo tomaba con humor a pesar de aparentar ser un viejo cascarrabia. Se llamaba Julio Muñoz y fue jefe de Redacción de La Capital y El Atlántico. En mis largos años de recorrer las redacciones de los diarios nunca vi un periodista que usara goma de borrar. Le dábamos a la x para tachar y a otra cosa. El no. Sus escritos eran de una prolijidad y pulcritud admirable
Llegaba a El Atlántico a las 14 en punto. Ni un minuto mas...ni un minuto menos. Colgaba prolijamente su campera o pullover, abría su escritorio y comenzaba a sacar sus útiles como un prolijo administrativo. Fibrones rojos y negro, lapicera, tijera, escuadra, regla y la infaltable goma de borrar. Antes ya había retirado los papeles para escribir en la Olivetti prolijamente cortados, como si fueran de librería, por el portero. Nadie se lo podía tocar, salvo quien esto escribe, sentía un aprecio especial por mi, que con el tiempo termine ocupando su lugar en el querido diario El Atlántico. Había diagramadores a su disposicion, pero a Julio le gustaba diagramar sus propias paginas. Con uno de ellos, el "Beto" Uranga, me complotaba para hacer la granja, que era imitar distintos animales. Muñoz no aguantaba mas de un minuto y salia de la pecera, especie de privado vidriado a donde estaban los jefes, a las puteadas. Era pura espuma. Cero maldad. Era un viejo bueno.
Ricardo Arancedo, un redactor dueño de un humor especial, una tarde como era su costumbre llegaba tarde a la redacción observando algo en su mano. El viejo Búho le salio al encuentro y le dijo: "Arancedo estas no son horas de llegar" medio a los gritos. Ricardo con su pachorra abrió sus manos y mostrándole una semilla que dejaba ver su primer brote le respondió: "Mire Julio lo que es capas de hacer la naturaleza mientras usted habla boludeces". Se rió...como terminaban siempre sus rabietas.
Fue el inventor de la columna "Aquí Mardel" que durante años se publico en la pagina 2 de el diario. Era el encargado de recordar todas las fechas religiosas, comienzos de clases y el pulso de la temporada. Fue gran amigo de monseñor Pironio y de Carlitos Malfa. Sus grandes amores eran su mujer y sus hijos por ellos sentía adoración.
Julio Muñoz, hoy una pequeña calle lleva su nombre en su querida Mar del Plata, como justo reconocimiento a un hombre que desde el anonimato hizo mucho por la ciudad. El viejo Búho, periodista de periodista, que así como llegaba puntualmente a las 14 se marchaba a las 21 en punto, era hora de disfrutar de su familia.
A MODO DE PRESENTACION
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