"Lydia se acaba de ir de viaje, a encontrarse con Valentina" es el titulo de una verdadero canto de amor, que publicamos mas abajo. La nota fue escrita por Lucho Martinez Tecco y subida al hotmail apenas un par de horas de fallecer su esposa. Escribió, como lo hizo toda su vida, antes de llorar. Era el mejor homenaje que podía hacerle a su amada esposa. Algunas lágrimas habrán caído sobre el teclado de la compu, pero Lucho es así. Impredecible, buen tipo que se reinventa a cada instante. El que antes de llorar, prefirió escribirle a su novia de toda la vida. Esta es la nota:
LYDIA SE ACABA DE IR DE VIAJE,
A ENCONTRARSE CON VALENTINA
Eran las dos y media de la tarde del 14 de diciembre de 2011, cuando Lydia, mi mujer, se fue de viaje.
Sobrevivió a su nieta Valentina un año y seis días. Pero en los últimos cuatro, se llamaban, y yo, en su ensoñación la oía nombrarla.
Se fue serena, calma, mencionando a los seres queridos que ya no están en este mundo, como avisándoles que iba a verlos..
Lydia es mi compañera de toda la vida. Nos conocimos, ambos adolescentes, (de apenas 17 años), en un baile de carnaval en River, bailando “Concierto en la Luna”, con Osmar Maderna.
Lydia nació en un corralón, en Buenos Aires, en el barrio de Núñez, hija de un lechero de los de antes, Don Casimiro López, natural del Valle de Finolledo, España,y de otra española, de los mismos pagos, Magdalena Álvarez.
Y además de la Primaria, estudio, como correspondía, “Corte y Confección”, que fue su trabajo hasta que nos casamos, donde se metió de lleno al oficio de “ama de casa”.
Madraza, siempre fue como una "bataraza cuidando a sus pollitos". Se cultivo sola, leyendo, escuchando, peleándose con la pantalla de la TV al ver y oír a los malos políticos y, devota de las palabras cruzadas, llego a ser una filóloga aguda, capaz de corregir mis escritos, y mi lenguaje. Odiaba las groserías, y nuestras agarradas (que las tuvimos, ¿quien no?) fueron, casi siempre, cuando me escuchaba maldecir en criollo, o expresarme sin la debida corrección.
Se banco, con estoicismo, los viajes y ausencias motivados por mi trabajo, mi vocación. Éramos novios aun, cuando me inicie en esto del turismo, (como guía en Puerto Blest, Bariloche). Y recuerdo que el primer verano le mande, en un frasco y por encomienda, , un salmón en escabeche, pescado en el río Frías, junto con margaritas silvestres, que llegaron marchitas, claro.
Fueron 63 años juntos. Nueve de novios, el resto, de felizmente casados. Y tuvimos cuatro hijos: Luis Eduardo, el primogénito, fallecido de bebe. Luego vendrían María Éster, Daniel Fernando y Luis Gabriel, Que nos regalaron hermosos nietos, María José, Paulo, Lucila, Tomas, Valentina , Lucas Yago y hasta una bisnieta, Luna Alegría, que le trajo con su presencia, y SU NOMBRE, UNA "ALEGRÍA".
No por esperado, su viaje , siempre lo creí, se demoro seis días. Creo que ella quería partir el 8 de diciembre.
Seis días de atraso, en este mundo, no es nada. Menos para la eternidad.
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