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Por Roberto Vozza
Me tocó enviar la crónica a “La Nación” de que el famoso lateral derecho que brilló en Vélez Sarsfield, Luis Gregorio Gallo, había fallecido en un accidente de tránsito en Santiago.
Y la sección deportes del diario tituló: “Murió Gallo, el que le frustró un campeonato a Ríver”. Se hizo hincapié en aquel inolvidable partido disputado en cancha de San Lorenzo en 1968, cuando el santiagueño sacó con la mano un gol cantado que le otorgaba a la escuadra de Núñez el tan ansiado y postergado campeonato que no lograba desde 1957 y el arbitro Guillermo Nimo insólitamente no cobró el penal correspondiente.
Ese instante fue finalmente el “sello” emblemático que le quedó al “Turco” Gallo en su paso por el futbol profesional argentino, opacando acaso el primer titulo velezano en la historia que alcanzó en ese Nacional 68’: o que vistió la casaca nacional cuando Perú en 1970 eliminó a Argentina para disputar el Mundial al empatarle 2-2 en la cancha de Boca.
A fines de la década del 50’ fue a vivir con su numerosa familia en el barrio “Tala Pozo”, hoy “Almirante Brown”, un complejo de modestas viviendas al sur de la ciudad.
“El Turco” atravesaba en bicicleta a diario toda la ciudad para entrenar y jugar para el Club Atlético Santiago, cuya cancha se situaba en la otra punta del ejido urbano; en el extremo norte, camino a La Banda, colindando con el Puente Carretero.
Cuando debutó en primera división, aun adolescente, en los registros oficiales y crónicas figuraba como Luis Coronel Gallo. Fue el tiempo de su destaque en el puesto de lateral derecho por su velocidad y precisión en los cruces, a lo que habría de sumar a tales cualidades de férreo marcador, su proyección ofensiva sobre ese lateral o tirado al medio, como si fuese otro delantero.
Esas condiciones lo avalaron para integrar la selección de la Liga Cultural de Futbol en las disputas del Campeonato Argentino “Adrián Beccar Varela” y en 1963 pasó a préstamo por un año a Central Córdoba, la encumbrada institución futbolística santiagueña donde obtuvo el doble titulo de campeón de honor y anual de la temporada. Se convirtió así en protagonista de aquella racha inolvidable de los nueve torneos oficiales consecutivos que ganó el club del barrio Oeste iniciada en 1959.
Allí Coronel Gallo ratificó sus condiciones de jugador profesional, lo que ameritó que don Félix Acuña, DT del equipo ferroviario intercediera, a través de sus vinculaciones, para que el diestro defensor se someta a lo que resultó una exitosa prueba en Vélez Sarsfield.
En la entidad de Liniers, ahora, Luis Gregorio Gallo, nombre con el que se lo identificó en los futuros registros oficiales a través de ese club cumplirá una brillante campaña que se extenderá durante nueve temporadas.
En 1974 concluyó su ciclo velezano para retornar a Santiago y enrolarse nuevamente en Central Córdoba que pugnaba por reconquistar una plaza en el campeonato nacional de la AFA frustrada desde 1971.
En 1975 fue otra vez doble campeón local donde jugó a la par de su hermano Eulogio, defensor central.
Sus reconocidas virtudes futbolísticas y experiencia, lo decidieron embarcarse a Bolivia, una plaza atrayente para jugadores argentinos aún aptos en plena veteranía. Fichó allí para el Bolívar registrándose un hecho poco común en la historia tanto del futbol argentino como el del vecino país: jugó en partidos oficiales a la par de su hijo Walter, un promisorio medio campista que militó inicialmente en el club Guemes de su provincia natal.
Su carrera en el futbol boliviano se extendió hasta 1985 en el Club San José de Oruro donde colgó los botines definitivamente.
Con 40 años de edad volvió a Santiago, a compartir de nuevo su modesta casita – como lo fue su vida - del barrio Almirante Brown y despuntar el vicio con sus amigos veteranos. Hasta que el infortunio cegó su vida en un accidente de tránsito cuando circulaba en bicicleta por la céntrica Avenida Belgrano. Un colectivo de pasajeros lo embistió con violencia provocándole la muerte en forma instantánea.
Luis Gregorio Gallo, o Luis Gregorio Coronel Gallo, dejaba así impreso un recuerdo inolvidable de los grandes ídolos del futbol santiagueño.
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