No debería sorprendernos. La justicia argentina es así. Pero el tema indigna. Antes cometías un delito e ibas preso. No había tu tía. Ahora te condenan y estas en libertad, meses, hasta años. La causa Schoklender se viene instruyendo desde hace poco mas de un año. Con el argumento de reunir pruebas esta marioneta del gobierno que es el juez Norberto Oyarbide no aceptaba desde fines del 2011, el pedido del fiscal de indagarlo a Sergio y otros imputados. De esta forma Schoklender tuvo poco mas de un año para destruir pruebas. En base a esta análisis jurídico en los Tribunales porteños se preguntaban si la detención no habrá sido para producir mas impacto periodístico que la indagatoria en momentos en que el gobierno intenta pasar a un segundo plano el caso Ciccone que involucra a Boudou.
También sorprende que por ahora nada de nada para las Bonafini, madre e hija, que están mas que comprometidas. Pero con Oyarbide la causa es una fiesta. Con una justicia independiente y legos de la Rosada, varios estarían condenados y presos.
Fuentes allegadas al juez Oyarbide argumentaron que la detención de los Schoklender y de Gotkin se debió a que “se reunió más prueba” que la que había conseguido el fiscal Di Lello y así se sumó al delito de desvío de fondos públicos el de asociación ilícita.
El delito de asociación ilícita tiene una pena mínima de 3 años y una máxima de 10 años en el Código Penal. Pero para los jefes u organizadores la mínima sube a 5. Hasta los años 90 se arrestaba al acusado por ese delito si la pena mínima era de 3 ó más años. Por ejemplo, el entonces juez federal Jorge Urso detuvo al ex presidente Carlos Menem en el 2001 acusándolo de ser jefe de la asociación ilícita que traficó armas a Ecuador y Croacia. Pero en los últimos años se viene aplicando para los casos de delitos sin sangre una doctrina garantista: se detiene al imputado si existe riesgo de que en libertad entorpezca la investigación o de que se fugue.
Oyarbide parece usar dos criterios distintos. A fines del 2010 indagó y detuvo en el mismo día al ex secretario general de la Asociación Bancaria Juan José Zanola en la causa de la mafia de los medicamentos.
En cambio, la causa Schoklender se viene instruyendo desde hace poco más de un año en base a una investigación de Clarín . Con el argumento de reunir prueba, Oyarbide no aceptaba, desde fin de 2011, el pedido del fiscal de indagar a Schoklender y otros imputados. De esta forma, Schoklender tuvo poco más de un año para destruir pruebas en libertad.
En base a este análisis jurídico en tribunales se preguntaban si la detención no habrá sido para producir más impacto periodístico que la indagatoria en momentos en que el Gobierno intenta pasar a un segundo plano el caso Ciccone que involucra a Boudou.
Lo concreto es que la defensora oficial Perla Martínez de Buck –la misma que asistió a María Julia Alsogaray– apelará la detención y la última palabra la tendrá la Cámara Federal
Ricardo Roa del diario Clarin escribió que: Muchos jueces hacen una de cal y otra de arena. Oyarbide hace todas de cal. Y todas para el Gobierno: pisó un año la causa de las Madres y de pronto metió preso a los Schoklender por una asociación ilícita en la que no aparece ningún funcionario y que ni siquiera salpica a la presidenta de la Fundación, Hebe de Bonafini. Trascartón, mandó a juicio oral a Macri. Una verdadera muestra de justicia independiente.
En el caso Schoklender, el juez buscó justificar ayer su demora en la “complejidad” de la causa. Prorrogó seis veces el secreto de sumariosin ninguna explicación. Un récord para él mismo, que le permitió bloquear el acceso a la investigación. Antes, había demostrado su pericia en el caso Skanska , la empresa sueca que admitió haber pagado coimas a funcionarios: después de seis años, todo quedó en la nada. Todos fueron absueltos y todo quedó impune.
Con estos antecedentes, cualquiera podría pensar que Oyarbide es un especialista en dormir expedientes.
También puede serlo en lo contrario: con los medicamentos truchos ordenó detener enseguida al sindicalista Zanola. En la puerta de la casa, con esposas, fotógrafos y cámaras de TV incluidas. Y, más rápido que un bombero, t umbó la denuncia por el supuesto enriquecimiento ilícito del matrimonio Kirchner.
Schoklender declaró que parte de la plata que recibía la Fundación de las Madres volvía al Gobierno para financiar la política y habló de las campañas de Cristina y de Boudou. Pero hasta hora, el foco de Oyarbide sólo apunta hacia él y su hermano.
Otra de cal para el Gobierno fue la maniobra que permitió apartar a Rívolo de la investigación sobre Boudou (Ver: Con una jugada, el juez sacó al fiscal que acorraló a Boudou). Es el fiscal que habíaavanzado y mucho en esclarecer el escándalo Ciccone. Y el tercer hombre de la Justicia que cae por la causa.
Schoklender, Macri y Rívolo son pasos en una misma dirección. Más que probar la fortaleza del Gobierno, muestran cuánto necesita hoy desviar la atención ante los sofocones económicos y políticos que acumula.
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