La alianza con Cristina Kirchner quedó escenificada en una larga mesa repleta de sindicalistas y funcionarios. Fue el lunes. Pero después de la visita a la Casa Rosada, algunos de los gremialistas afines al Gobierno dieron un inesperado giro y se plantaron ante determinados temas que el kirchnerismo prefiere, por ahora, mantener debajo de la alfombra.
La Presidenta sentó lo más próximo a ella a los dirigentes con los que más estrecho vínculo mantiene. A su lado, ubicó al albañil Gerardo Martínez, y a dos butacas de distancia, al estatal Andrés Rodríguez.
Casualmente fueron Martínez y Rodríguez los que trazaron una barrera de distancia con las políticas oficiales al objetar recientemente las mediciones del Indec sobre inflación y reconocer que comenzó a notarse una baja en la producción de distintas actividades.
También puede interpretarse como un gesto de autonomía la protesta que activaron los colectiveros de la UTA, un gremio cercano al Gobierno.
El sindicato que lidera Roberto Fernández aceptó en marzo una paritaria a raya [fue del 18%] por tres meses. Esto despertó malestar y fue una de las razones que activaron el paro del transporte de larga distancia que afectó a miles de pasajeros durante esta semana.
Tanto la reacción de la UTA como las críticas de Martínez y Rodríguez no forman parte de una estrategia para echar por tierra cualquier intento de disciplinamiento oficial. Son apenas brotes personales y aislados entre un grupo de sindicalistas que se formó con el principal objetivo de desbancar a Hugo Moyano de la CGT y forzar una improbable unidad sindical.
Bajo el mismo techo conviven "los Gordos" (representantes de los grandes gremios), ex moyanistas y dirigentes gremiales vinculados al Estado. El debate interno es todavía parte de la rutina semanal del antimoyanismo. Aún no lograron consensuar ni siquiera un candidato que los represente en su CGT, a pesar de que el metalúrgico Antonio Caló ya se autoproclamó como el futuro secretario general.
"Con el Indec nos forzaron a una definición, porque Moyano había anunciado que iba a medir su propia inflación", minimizó las diferencias con el Gobierno uno de los cabecillas del antimoyanismo. La misma fuente reconoció a LA NACION que él tampoco confía en las mediciones del Indec.
Unos días antes, el oficialista Andrés Rodríguez, de UPCN, había admitido que "no" cree en los datos del Indec sobre la inflación.
También esta semana, Gerardo Martínez, de la Uocra, consideró "preocupante" la suba del costo de vida, al advertir que la "inflación en la Argentina se desfasó y hay que buscar controlarla". También admitió "algunas dificultades" en el sector de la construcción, aunque precisó: "En algunas zonas, como en Puerto Madero, se mantuvo la producción".
Sumó incertidumbre al sector la ausencia del metalúrgico Caló del encuentro con la Presidenta. Su candidatura navega hoy en un mar de desconcierto. Dirigentes que hasta hace unas semanas lo proclamaban como el referente ahora lo critican sigilosamente. O, en público, ponen en duda quién será el jefe de la CGT antimoyanista, que se consolidará el 3 de octubre.
En sus apariciones, Caló siempre aseguró que no se dejará manejar desde la Casa Rosada. El fue uno de los impulsores de un documento firmado por los adherentes del antimoyanismo que dejó sentada la postura del bastión sindical.
"Aspiramos a acordar una conducción independiente de los poderes del Estado, de los gobiernos y de los intereses foráneos, pero integrada regionalmente y constructora de los puentes necesarios para alcanzar los acuerdos indispensables y los objetivos fundamentales", expresaron los rivales de Moyano, en un documento, el 10 de julio pasado, cuando se reunieron más de 30 gremios en la sede de la UOM.
En el encuentro con la Presidenta, el antimoyanismo logró lo que fue a buscar: el reconocimiento del Gobierno como interlocutor. La legitimidad. Más adelante, consideran los dirigentes, llegará la hora de los reclamos y los planteos. Sin embargo, la intensidad cotidiana los empujó a diferenciarse de algunas políticas, como la del Indec, la inflación y la puja salarial.
LOS CORTOCIRCUITOS
- 1) La ausencia de Antonio Caló.
A pesar de ser el candidato para liderar la CGT antimoyanista, el metalúrgico no asistió a la reunión con la Presidenta en la Casa Rosada. Su faltazo no cayó bien.
- 2 ) El Indec y la inflación.
Andrés Rodríguez, uno de los gremialistas más cercanos al Gobierno, reconoció que no cree en los datos del Indec. Gerardo Martínez dijo que la "inflación se desfasó" y reconoció "dificultades" en el sector de la construcción.
- 3) Un paro de un gremio aliado.
A los dos días de la reunión con la Presidenta, el gremio de los colectiveros de la UTA hizo una huelga que afectó el transporte de larga distancia en todo el país. Reclama subas salariales tras una paritaria de un 18%.
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