Es sabido y conocido por la mayoría de argentinos que la falta de transparencia, el ocultamiento y la falta de información es una de las tantas características negativas de este gobierno.
En toda la gestión de los solo hubo un de conferencias de prensa y con notorias fallas de instrumentación. Este procedimiento absolutamente indispensable en un sistema democrático, es el que permite a la ciudadanía evacuar sus dudas y mantenerse informado a través de las preguntas que los periodistas de todos los medios efectúan a las autoridades.
Estas preguntas satisfacen el conocido adagio “...que el pueblo quiere saber”.
Esta grave falencia de nuestra “democracia” se vio agravada aún más en el período del “cristinismo”. La presidente, en su angustiosa tristeza y soledad, se replegó más y más sobre si misma y la información que debería ser pública y de fácil acceso para los ciudadanos se dificultó e inclusive se volvió en oportunidades, imposible de obtener.
La ausencia de información origina rumores, especulaciones y conjeturas directamente proporcionales a la importancia de la información que se oculta o que se niega difundir.
Por otra parte sabemos que la información que proporciona el Ejecutivo frecuentemente es tendenciosa o directamente engañosa o falsa.
Actualmente circula una versión sobre el estado de salud de la presidente. Desde prácticamente su asunción a la primera magistratura era conocida que padecía de trastorno bipolar.
Esta patología llamada también psicosis maníaco depresiva (Trastorno de la personalidad y del ánimo) originó sus frecuentes ausencias de varios días a sus obligaciones, generalmente en su refugio en El Calafate.
Nunca se informó claramente sobre esta afección de la presidente, pero se sabe que estos estados ciclotímicos, al alternar raptos de alegría y euforia y momentos de irritación y profunda depresión, en su nivel de gravedad en este último estado, el enfermo estaría impedido de razonar coherentemente y adoptar decisiones.
Ya había escrito anteriormente algunas notas al respecto. Pero en estos últimos meses volvieron a repetirse algunos hechos relacionados a la salud de la presidente que comienzan a ser verdaderamente preocupantes.
Su reconocimiento a su hipotensión en declaraciones en México, su caída con importantes lesiones en su cabeza atribuidas a un tropiezo, pero un importante analista político manifestó que se trató de un desmayo repentino, su ausencia en la reunión de presidentes en el Paraguay atribuidos por sus voceros a un repentino malestar e indisposición, sus escasas salidas en su viaje a Venecia y hace solo unos días atrás, ante el triunfo de Macri en la Capital, sufrió otro repentino malestar pasajero al cual también se le restó importancia.
Tampoco con el ex presidente hubo información pública adecuada. Solo se informaba lo que era imposible ocultar.
Y es así como ocurrió repentina y sorpresivamente el fatal desenlace. La tragedia sorprendió totalmente a los argentinos que se guiaban por la mendaz información oficial.
Afortunadamente para el país, el fallecimiento de Néstor Kirchner no trajo aparejado problema alguno ya que no cubría o ocupada ningún cargo oficial.
Muy diferente hubiera sido si estuviese cumpliendo una función de alto nivel en el gobierno.
La situación es diferente con su esposa. Ella ocupa el más alto cargo en la conducción del país. Que algo le pase en su cargo, aparejará graves inconvenientes y dificultades para la Nación.
Los rumores y trascendidos señalan que Cristina estaría enferma y con serias limitaciones en el cumplimiento de sus responsabilidades gubernamentales.
A simple vista en sus apariciones públicas se nota su falta de equilibrio psíquico y físico por la evidencia de sus crispados estados temperamentales: enojo, tristeza, violencia, ingratitud, rencor, odio, resentimiento. Es visible su estado colérico, rezongón y peleador. Si a ello le sumamos que en más de la mitad de sus discursos miente, engaña y desinforma, vemos claramente que estamos en presencia de una persona que no está sana y equilibrada.
Si para ingresar a cualquier empresa, grande o simplemente PYME e inclusive a el Estado, es obligatorio someterse previamente a un examen psicofísico para evitar sorpresas de comportamientos anormales o de enfermedades o anomalías físicas contraídas con antelación a la incorporación a la empresa, ¿No sería aún mucho más necesario efectuar el mismo a una persona a la cual se le da la responsabilidad de conducir un país?
Todo indicaría que la presidente no está en las mejores condiciones, ni en plenitud física y psíquica para llevar a cabo el duro trabajo y responsabilidad que le compete.
Un país sin conducción es como un barco sin capitán llevado por las corrientes y los vientos. Es muy probable que encalle en un bajío o se destroce contra las rocas.
Los argentinos no queremos que eso ocurra con el gobierno. Se impone un riguroso examen psicofísico de la presidente y los resultados correspondientes deberán tener adecuada difusión pública.
Alfredo Raúl Weinstabl
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