“Se opera él solo, no pasa nada”, señala a modo de consuelo un colaborador de Guillermo Moreno ante la consulta sobre su baja de acciones en la consideración presidencial.
El secretario de Comercio Interior ya no aporta soluciones a la marcha de la economía y ha perdido predicamento en algunos rincones oficiales.
Moreno escondió la cabeza por unos días pero cree que en breve resurgirá con alguna de sus estrambóticas ideas que saben despertar la atención de la Presidenta. Pero es claro que tiene pendiente –y sobre sus espaldas- parte de la responsabilidad en el brete en el que el Gobierno se ha metido con el dólar y el intríngulis de importaciones-exportaciones.
Algunos adjudican al remolino que se vive en la economía argentina la súbita aparición en escena de Hernán Lorenzino, quien comenta como fascinado ante una revelación, la “novedad” de un contador que subió a la página del ministerio de Economía, donde se descuenta el tiempo que falta para finalizar con el pago del “corralito”.
Pero la verdadera razón de su protagonismo –que ya cesará- es el conocimiento que tiene de la realidad de la provincia de Buenos Aires y sus números: ese background le permitió discutir con Daniel Scioli los términos de la ayuda al distrito, que pasó de una crisis casi destituyente a un beso con foto para el periodismo de Cristina al gobernador.
En el distrito bonaerense se habla del repentino volantazo de la Presidenta con el maltrato al gobernador al “Factor Craviotto”: los dichos de Diego Armando Maradona sobre el vicegobernador, ninguneándolo con un sobrenombre futbolístico, resultaron lapidarios para el cruzado kirchnerista bonaerense.
Por eso, este lunes salió a hablar el oficialista Martín Sabbatella, quien en un lenguaje mariottista, disparó que “Scioli es un mal gestor" y que no hay país que “pueda pensar que la Constitución es letra muerta; la Constitución es materia de debate".
Otros en el kirchnerismo, en cambio, se convencen de que nunca existió la orden superior de sacarlo de juego a Scioli –y en helicóptero- pero sí, de reducirlo al ámbito de la gestión. Por eso, algunos se autodenominan como que “nosotros somos Infantería, no nos preocupamos y siempre estamos contentos. Salimos a la cancha cuando hace falta”.
En medio de esa tarea de Infantería, está el anteproyecto surgido desde el randazzismo de estatizar los juegos de azar y sacarle al mandatario provincial el manejo de ese asunto.
El sciolismo respondió al desafío y en dos días, sacó a jugar a la ARBA, detectando todo un barrio no declarado en Nordelta, un operativo en el Mercado de Frutos de Tigre y la intimación a 23.500 dueños de autos de lujo.
El kirchnerismo desdeña hoy la influencia de una caída en las encuestas –y del “Factor Craviotto”- como la razón del freno a la avanzada contra Daniel Scioli.
Y aseguran que en la disputa contra “el campo” en 2008 fueron a fondo y no miraron un solo número. Claro que habría que repensar el análisis pues, en ese entonces, perdieron la votación en el Congreso sobre la Resolución 125 y como correlato de eso, cayeron en las elecciones siguientes: las legislativas de 2009.
Esa lectura se conforma con dos asuntos: que este cruce demostró que “a Daniel le entran las balas” y que la verdadera discusión que sigue, es la reforma de la Constitución Nacional para la búsqueda de la re-reelección.
Todo muy lindo para la charla de café literario pero existe un tema que silencia cualquier análisis: la evolución de la economía, verdadero quid de la cuestión, donde las sobreactuaciones de Guillermo Moreno ya no alcanzan para ocultar y negar.
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