A MODO DE PRESENTACION

Ya esta. El sueño se cumplió. Dejare de escribir en las paredes, ahora tengo mi pagina propia. Soy un periodista de alma, que desde hace 40 años vive y se alimenta de noticias. Tenia 18 años cuando me recibieron en El Liberal de Santiago del Estero, el doctor Julio Cesar Castiglione, aquien le debo mucho de lo que soy me mando a estudiar dactilografia. Ahí estaba yo dando mis primeros pasos en periodismo al lado de grandes maestros como Noriega, Jimenez, Sayago. Gracias a El Liberal conocí el mundo. Viaje varias veces a Europa, Estados Unidos, la lejana Sudafrica y América del Sur, cubriendo las carreras del "Lole" Reutemann en la Formula 1. Después mi derrotero continuo en Capital Federal hasta recalar para siempre en Mar del Plata, donde nacieron tres de mis cinco hijos y conocí a Liliana, el gran amor de mi vida. Aquí fui Jefe de Redacción del diario El Atlántico y tuve el honor de trabajar junto a un enorme periodista, Oscar Gastiarena. De el aprendí mucho. Coqui sacaba noticias hasta de los edictos judiciales. Bueno a grandes rasgos ese soy yo. Que es Mileniomdq, una pagina en la web en donde encontraras de todo. Recuerdos, anedoctas, comentarios. Seré voz y oídos de mis amigos. Ante un hecho de injusticia muchas veces quisistes ser presidente para ir en persona al lugar y solucionar los temas. Eso tratare de ser yo. Una especie de justiciero ante las injusticias, valga el juego de palabra. No faltaran mis vivencias sobre mi pago, Visiten el lugar, estoy seguro que les gustara. Detrás de mis comentarios idiotas se esconde un gran ingenio.

jueves, 23 de agosto de 2012

HACE 6 AÑOS NOS DEJABA CARLOS CARABAJAL


 En un día como el de hoy, pero desde hace 6 años, Carlos Carabajal con su guitarra a cuestas se iba al cielo para seguir componiendo con la música celestial de los ángeles. A reunirse con sus padres y hermanos, entre ellos el gran Agustín. 
Tuve la suerte de ser su amigo y compartir su mesa. Era corresponsal de El Liberal en La Banda y el "Padre de la chacarera" solía pasar en su bicicleta y se quedaba horas charlando con su pachorra, contagiando su alegría de vivir a través de cuentos y anedoctas. Cuando lo veía retomar su camino en la bicicleta me quedaba pensando en el ejemplo de vida, de humildad, de tamaño autor. 
En algunas oportunidades a esa charla de parados nomas se sumaba "Coligo", otro grande que al igual que Carlos, Agustín y tantos otros Santiago del Estero les debe el gran homenaje.
Cuando murió su madre yo trabajaba para el Nuevo Diario y en el sepelio, en las puertas del panteón familiar le pregunte: "Carlos que harán cuando se cumpla una semana", refiriéndome al fallecimiento de doña María, pensando que me diría una misa. "Y...- me dijo- un asadito en una de esas...yo después te aviso". Ese era el querido Carlos.
CON OTRO CARLOS, SAAVEDRA, SU GRAN AMIGO
Sin duda, es tan importante dar a conocer las tradiciones, leyendas, costumbres, o dichos, como hablar de los embajadores que difundieron y difunden la faraónica obra realizada por investigadores como Andrés Chazarreta, Carlos Vega o Juan Alfonso Carrizo.
¿Qué guitarrero o que bailarín no se sintió contagiado alguna vez por los sones de “Desde el Puente Carretero”, “Entre a mi pago sin golpear”, “Domingo santiagueño” o “Mi abuela bailó la zamba”?...
 Carlos Carabajal nació en la Banda, Santiago del Estero, un 12 de septiembre de 1929 y fue el quinto de doce hermanos del hogar formado por doña María Luisa Paz y Francisco Rosario Carabajal.
El inauguró una escuela “chacarerera” a partir de su perfecto rasguido, su canto ajado y su acento bien santiagueño... pero mucho antes, quizá, su historia comienza con un padre que no quería el destino de guitarrero y cantor para su hijo, aunque Carlos, un muchacho inquieto en esos días, conformó conjuntos como Los Changos Bandeños, o los míticos Manseros Santiagueños (junto a Onofre Paz y Leocadio del Carmen Torres), para luego, en 1960 formar, con su hermano Agustín, Los Carabajal con quienes estuvo hasta 1969, momento en que elige su carrera de solista.
Tuvo varios oficios durante su vida, en especial en su estadía en el gran Buenos Aires: albañil, hombreador de reses en frigoríficos y de bolsas en el puerto, entre otros; aunque nunca abandonó su amor por la guitarra y las coplas... “Me sentaba y tenía tiempo de sobra para pensar. Así me salían las canciones. Venía recorriendo los barrios y yo pensaba solo en Santiago del Estero. Toda la nostalgia la traducía en canciones” solía contar.
Tan famosa como sus conjuntos, fue su unión artística con el eximio bailarín y amigo Carlos Saavedra, quien decía en algún espectáculo “tenemos orden de no morir”, quizá predestinando su trascendencia en la memoria del pueblo (posiblemente la única forma de ser inmortal, sin tener que ser Dios).
El músico Carlos Podazza, gran guitarrista y docente musical de Tucumán, aconsejaba a sus alumnos “te puedo enseñar la zamba, la tonada, la cueca, pero si querés aprender bien la chacarera, sólo te la tiene que enseñar un santiagueño”, cuán acertadas palabras, y fue precisamente Carlos Carabajal el “señor” de este rasguido.
Cuando comenzaba a rasguear la guitarra se podía diferenciar inequívocamente si se trataba de una chacarera, un gato o un escondido (que musicalmente son casi idénticos).
Fueron muchas, muchísimas sus composiciones exitosas: La Pockoi pacha y Chacarera del patio con letra de Cristóforo Juárez, Entre a mi pago sin golpear con Pablo Raúl Trullenque, El campo te está esperando y Mi abuelo tenía un violín con su hijo Peteco, la Sacha Pera con Oscar Valles, Viejo Río Dulce con Marcelo “Cola e’ gallo” Ferreyra o temas como La del olvido o Alma challuera que compuso en letra y música.
Luego de muchos años de vagar por los escenarios, el 5 de enero de 2006 actuó por última vez en el Festival de la Chacarera, encuentro del cual fue gran impulsor.
Su corazón se dio por vencido un 24 de agosto de 2006, y en su funeral se podían observar lágrimas al lado de guitarras, bombos, bailes y rezo, mucho rezo, por esa alma inquieta, musical, criolla que ya andará cacharpayando con sus amigos en algún rincón del cielo.

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