A MODO DE PRESENTACION

Ya esta. El sueño se cumplió. Dejare de escribir en las paredes, ahora tengo mi pagina propia. Soy un periodista de alma, que desde hace 40 años vive y se alimenta de noticias. Tenia 18 años cuando me recibieron en El Liberal de Santiago del Estero, el doctor Julio Cesar Castiglione, aquien le debo mucho de lo que soy me mando a estudiar dactilografia. Ahí estaba yo dando mis primeros pasos en periodismo al lado de grandes maestros como Noriega, Jimenez, Sayago. Gracias a El Liberal conocí el mundo. Viaje varias veces a Europa, Estados Unidos, la lejana Sudafrica y América del Sur, cubriendo las carreras del "Lole" Reutemann en la Formula 1. Después mi derrotero continuo en Capital Federal hasta recalar para siempre en Mar del Plata, donde nacieron tres de mis cinco hijos y conocí a Liliana, el gran amor de mi vida. Aquí fui Jefe de Redacción del diario El Atlántico y tuve el honor de trabajar junto a un enorme periodista, Oscar Gastiarena. De el aprendí mucho. Coqui sacaba noticias hasta de los edictos judiciales. Bueno a grandes rasgos ese soy yo. Que es Mileniomdq, una pagina en la web en donde encontraras de todo. Recuerdos, anedoctas, comentarios. Seré voz y oídos de mis amigos. Ante un hecho de injusticia muchas veces quisistes ser presidente para ir en persona al lugar y solucionar los temas. Eso tratare de ser yo. Una especie de justiciero ante las injusticias, valga el juego de palabra. No faltaran mis vivencias sobre mi pago, Visiten el lugar, estoy seguro que les gustara. Detrás de mis comentarios idiotas se esconde un gran ingenio.

domingo, 30 de septiembre de 2012

EL SILENCIO DE LAS CACEROLAS


Los soldados de Cristina van por todo porque, para ellos la alternativa es la nada. Ya no les es dado modificar la estrategia kamikaze que han elegido. Han quemado las naves dejándolos sin otra opción que la de negarse a respetar la lógica democrática. Por eso descalifican los cacerolazos, que molestan...y como. Tratan de instalar el miedo, hasta hablan en los pasillos de la Rosada, de mandar a reprimir. Ellos buscan la guerra, si es armada mejor. Ellos como zurdos y montoneros, están acostumbrados a ver sangre y manipular con muertos. La lectura es fácil: "Si no podemos modificar la Constitución nos quedamos por la fuerza"
El silencio blindado de Cristina sobre el tema que desde hace un par de  semana mantiene conmovido a su Gobierno, resulta el eco perfecto de las cacerolas que atronaron el jueves 13, introduciendo un elemento revulsivo e inesperado en el escenario político y social.
La potencia de la protesta no logró ser disimulada por la propaganda descalificadora del oficialismo, lamentable en fondo y forma. No fue prevista ni comprendida a tiempo por la mayor parte de la dirigencia opositora. Y no alcanzó a ser ponderada en su verdadera profundidad y extensión por los medios y periodistas que esa noche difundimos los hechos, enfocados en las esquinas principales de los grandes centros urbanos.
La prudente y respetuosa reacción de muchos intendentes y gobernadores -cuando no su forzado silencio- también reveló que el alcance del fenómeno superó aún lo que se dijo y mostró.
La respuesta del Gobierno no obedeció al puro instinto. No es que se les escapó la lengua y dijeron un par de barbaridades que hubiesen preferido evitar. El gen político de Cristina y sus funcionarios más cercanos ordenó los términos de la réplica. Doblaron la apuesta, insultaron -como algunos caceroleros habían insultado antes-, reaccionaron con furia. No entendieron lo que había pasado, se dijo. Quizás lo entendieron muy bien.
Un principio del manual kirchnerista dice que de lo que molesta no se habla . Y algo de lo que no se habla es algo que no existe. Lo incómodo se acalla y se desvía. Y se atruena con ese desvío. Es un mecanismo que han manejado con alta eficiencia. Pero de la protesta y de las cacerolas tuvieron que hablar, y debieron hacerlo enseguida después de un intento inicial de sepultarlas en la negación y el ocultamiento . Lo mismo ocurrio con el viaje de la presidente a los Estados Unidos y sus fallidas charlas en las prestigiosas universidades.
Abundaron las bravatas, las minimizaciones, la provocación, el absurdo. Pero la que no habló del tema fue Cristina , magnífica y distante, como ajena a esas minucias terrenales. Dos apariciones muy cuidadas, evitando desbordes propios y de la platea infaltable que se gana el jornal si aplaude con el entusiasmo requerido .
Es obvio que la Presidenta entendió perfectamente lo que pasó en la noche de las cacerolas. Entendió quiénes protestaron, por qué y contra quién. No sería justo ignorar su capacidad para percibir e interpretar el humor social. Lo que intenta ahora es evitar que aumenten la irritación y la cantidad de irritados .
El discurso agresivo de sus lenguaraces tiene otro destinatario: primero el núcleo duro la propia tropa, que necesita reafirmarse cada día; y después las zonas de adhesión periférica , que pueden fluctuar entre el apoyo que vienen dando a la Presidenta y el fastidio que por múltiples razones se extiende en distintas franjas sociales. Hay que evitar que esa gente se disperse , aunque no se sabe si el método elegido será el más eficaz.
Pronto se desmontó la idea de una contramarcha inmediata y furibunda, surgida de mentes tan afiebradas como inexpertas en las grandes pulseadas políticas. El cristinismo prepara ahora sin tanta alharaca su réplica, que sin dudas será muy vigorosa . Sienten, y sienten bien, que su poder enfrenta un nuevo tipo de desafío, todavía desarticulado, sin liderazgo, pero inasible, imposible de definir ahora en una sigla o en un nombre que puedan ser claramente atacados. Y a ellos lo que mejor les sale es atacar.
En tanto, hay otros silencios que acompañan al de la Presidenta. El más notorio aturde: no se volvió a hablar de la re-reelección desde que sonaron las cacerolas.
Tampoco fue una actitud espontánea. Hubo una indicación muy precisa bajada desde lo más alto del Gobierno. También allí está el propósito deevitar que la irritación se siga extendiendo .
No se abandona la idea de la re-reelección porque no hay otro plan para retener el poder después de 2015 como no sea perpetuar a Cristina. Pero esa idea, que caminaba con dificultad hasta hace una semana, después del jueves 13 debe ser congelada hasta que aparezca una coyuntura más favorable, si es que acaso aparece.
No resulta sencillo para todos dar el golpe de timón en medio de la tormenta. Por ejemplo el gobernador de Mendoza, Francisco Pérez, tuvo dificultades para comprender el mensaje. No entendió que cuando se le dice “de esto no se habla” , quiere decir que “de esto no se habla” . Pérez se sintió obligado a anunciar que desistía de impulsar la reelección que la Constitución de su provincia prohibe. Al día siguiente, siempre por boca de sus funcionarios, tuvo que aclarar que sólo postergaba el proyecto. Hizo bien en guardarse el intento, lo que hizo mal fue hablar del tema.
Con el discurso de Cristina eterna suspendido hasta nuevo aviso, y cuidándose de pisar con cuidado para no desatar otra noche de pesadilla y cacerolas, el objetivo inmediato del Gobierno apunta al 7 de diciembre, día en el que -en una interpretación forzada de una decisión de la Corte Suprema- supone se librará la batalla final contra el Grupo Clarín.
Desmembrar y acallar a Clarín , según la lógica guerrera del oficialismo, permitiría disciplinar definitivamente a los actores políticos y económicos . Y podría generar mejores condiciones para insistir con la re-reelección. Además, se le ahorraría a la población el conocimiento de noticias y opiniones que contradicen el relato oficial . No es que ciertas cosas como la inflación, la inseguridad o la corrupción vayan a dejar de suceder. Simplemente se dirá poco o nada de ellas. Como en los medios oficialistas, que ve, lee o escucha una generosa minoría.
Esa disposición de fuerzas en orden a la batalla que se pretende para el 7 de diciembre no es una deducción periodística: es la línea concreta que se baja en el Gobierno, según admitieron fuentes políticas y ministeriales.
La misma línea de acción impulsó el nombramiento del diputado Martín Sabbatella como titular de la AFSCA, el organismo de control de los medios. Sabbatella, uno de los aplaudidores más entusiastas en todo acto de Cristina en el que participe, llegó al oficialismo desde la izquierda hace tres años, después de enfrentar a Néstor Kirchner en las elecciones de 2009. Desde entonces acrecentó su espacio impulsado por el notable fervor de los conversos.
Sabbatella y su Nuevo Encuentro, como los cuadros de La Cámpora, el Kolina de Alicia Kirchner, y aún el Movimiento Evita que tiene más desarrollo territorial que sus compañeros de ruta, forman el carozo deUnidos y Organizados , la criatura política a la que Cristina intenta dar vida para desprenderse finalmente del aparato y los dirigentes peronistas, obstinados en soñar un futuro para sí mismos . Para el cristinismo duro, en cambio, sin Cristina no hay nada.
Ese tipo de kamikazes requiere, en esta hora, la guerra para conservar el poder.

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