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| HAY EQUIPO Y QUE EQUIPO: PACO BARRIENTOS, TULLI, PALAZZI, ARCE, TORRES Y EL "INQUI" RIOS |
Por Roberto Eduardo Vozza
Era otra forma de jugar basquetbol. Prevalecían la individualidad, el ingenio, la picardía, y con otro ritmo; muy diferente al de ahora que para hacerlo mas vertiginoso los tiempos fueron acotados. Entonces tampoco habia tanto esquema para marcar al adversario o para atacar. Sugiere hoy haber sido mas artesanal, podría caber el termino para graficarlo, pero que le ponía color y fervor a los cotejos; muy lejos de la frialidad con que los nuevos sistemas tácticos envuelven a este apasionante deporte que no por eso deja de ser siempre atracción por lo que hoy hace un jugador, dotado de una contextura física especial por la estatura y para meter goles desde cualquier distancia con una contundencia casi misilística, permítase la expresión.
Y a aquella era sin tantos “lungos” apolíneos perteneció Alfredo Tulli, pero su juego fue mágico. El organizaba, mandaba. Sus asistencias eran perfectas, a lo que sumaba un individualismo envidiable por su efectiva resolución. Eran clásicas sus “mandadas” al aro utilizando un dribbling endiablado que el inventó – ensayado pacientemente con una pelotita de goma en un pasillo de su casa - con el que desairaba a su marcador para llegar al cesto como si se elevara dos veces en el aire. Era una acción sorpresiva y hasta magistral. O cuando tenía un claro su remate llevaba siempre destino de gol.
Indiscutiblemente, nació para ser lo que fue su gloria, y eso se plasmó en una envidiable trayectoria. Todo eso surgió de su talento natural porque el “Amo” no tuvo maestros, tan solo espejos a los que se animó a perfeccionar.
Al decir de los experimentados directores técnicos, un buen basquetbolista aparece en su temprana edad. El debutó en primera en su Juventud BBC con tan solo 13 años. El mítico Rafael LLedó comenzó su consagración nacional con 15 en el Campeonato Argentino de 1937 en Jujuy, que fue el primero que ganó Santiago del Estero.
Algo parecido aconteció con Benjamín Arce, Gustavo Chazarreta, Miguel Cortijo, Ernesto Palazzi. ¿Evaluamos con tan solo estos pocos nombres los kilates alcanzados por los citados para abrochar la fama basquetbolistica de los santiagueños?. Talento natural, se le llama a esto.
Alfredo Tulli debutó en el Argentino de Bahia Blanca en 1957. Tenía 17 años. Sus cualidades innatas sorprendieron en aquel debut. “Hace poner de pie a la platea” diría Piri García, el enviado especial de “El Gráfico” a aquel certamen.
Estuvo en la selección provincial en 12 temporadas, hasta 1970, lapso en el que conquisto, en calidad de capitan, los titulos de 1962 y 1968 en memorables finales.
Fue subcampeón argentino en La Pampa, 1960 y Salta en 1964.
Lo convocó la selección nacional para los sudamericanos de 1958, 1960, 1961 y 1963, mas el Campeonato Mundial disputado ese año.
Esquivo para los entrenamientos, quizás con mas contracción hubiese superado las escalas donde jugó. Precisamente para el Campeonato Argentino de San Juan de 1965, por sus reiteradas ausencias a las prácticas fue destituido del plantel.
Pero Santiago o Juventud con Tulli en la cancha era otra cosa.
Su sola presencia inspiraba respeto. Y así se forjó el ídolo que significó para la colectividad siriolibanesa, identificada con la divisa rojinegra, el jugador mas mimado de su historia.
Casimiro Gonzalez Trilla, el mitico entrenador e investigador del basquetbol alguna vez supo formar el seleccionado ideal para Santiago del Estero a traves de los tiempos, antes de Miguel Cortijo. Y ahí incluyó al “Amo” a la par de Rafael LLedó, Raúl Sanchez, Benjamin Arce y Gustavo Chazarreta (h). Para ponerse de pie!
Alfredo Tulli se fue de este mundo pero dejó historia. Fue el continuador de otros grandes que marcaron un tiempo inolvidable en el basquetbol de Santiago del Estero que puso a la provincia en el mapa nacional a la par de los ya citados y de aquellos otros que jalonaron a este deporte con una significativa relevancia.

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